1ª ASCENSIÓN A “LA RAPAONA”.
20-01-02 (Domingo)
Hemos comenzado este año con una ascensión a una cumbre de la zona del puerto de San Isidro, La Rapaona. Esta cima, de algo menos de 2000 metros, está situada por encima de Isoba y justo en su falda se emplaza una pequeña laguna llamada “Laguna Negra”. Tras una ascensión un tanto incierta por causa de la espesa niebla, no solo no alcanzamos el objetivo, si no que disfrutamos de uno de los paisajes más bellos que se pueden contemplar en la montaña, el inmerso mar de nubes. De todo ello doy cuenta a continuación.
Sobre las 8:10 horas llegó Toño a casa y aquí nos recogió a Juli y a mí. Tras comprar el pan fuimos en busca de Cristina, cambiando las mochilas a su coche ya que le tocaba a ella llevarlo. Con éste nos dirigimos hacia la salida de León donde habíamos quedado con el resto. Cerca de “Carrefour” nos juntamos con Ángel, Sheila, Sonia, Jorge, José F., Antonio y José Ramón, que ya estaban con los coches de Ángel y Fosé F. Por su parte, Antelmo estaba esperando arriba en el portillo. Había decidido ir por su cuenta en su coche.
Eran las 8:40 horas cuando emprendimos la marcha hacia el punto de comienzo de la ruta. En El Puente Villarente nos desviamos hacia Boñar por donde pasamos al igual que por Puebla de Lillo. Ya subiendo el puerto vimos un coche volcado en la cuneta por causa de la carretera húmeda y algo resbaladiza. La niebla ya se nos había cerrado y con ella llegamos a Isoba sobre las 10:10 horas.
Visto el panorama entramos a tomar un café en un bar cercano. De los que íbamos solo José ramón y Ángel habían llegado una vez hasta la laguna, pero con la niebla daba lo mismo esto. Aún así decidimos ponernos en marcha. Teníamos un par de caminos para seguir y optamos por uno de ellos que partía a unos 500 metros del final del pueblo.
A las 10:40 horas nos pusimos a caminar por la carretera hasta llegar a dicho punto de donde partía un sendero ancho que cogimos tras atravesar una alambrada de espinos. Así nos metimos en el valle llamado Prao Pontón por el que bajaba el arroyo Las Hazas. La niebla quería abrir a ratos, pero no lo conseguía. Según el mapa, teníamos que desviarnos a la derecha siguiendo el ramal del arroyo que nos llevaría hasta la misma laguna. Claro, con la niebla tan espesa y la cantidad de arroyos que bajaban, era imposible orientarse.
Como referencia teníamos también que llegar a una majada conocida como La Magdalena. Procurando siempre ir hacia la derecha llegamos por fin a esta majada. Desde allí continuaba un sendero más estrecho que se internó enseguida entre escobas que dificultaba el ascenso. Así fuimos ganando altura sin poder ver paisaje alguno hasta llegar a una especie de collada desde donde se comenzaba a descender.
Con el altímetro y el G.P.S. de Antelmo nos situamos más o menos en el mapa. Algunos se dispersaron unos metros para ver alguna referencia, pero fue inútil. Por una parte creíamos estar en la collada Mullida situada a 1830 metros, pero el altímetro nos daba solo unos 1500 m. Con todo ello nos decidimos por seguir hacia la izquierda ladera arriba hacia lo que nos parecía la falda de un pico.
Por entre escobas y pisando ya algún nevero avanzamos monte arriba hasta que nos situamos sin querer por encima de la niebla y con la cumbre del pico a la vista. El espectáculo del que disfrutamos es realmente indescriptible. Un amplísimo mar de nubes por debajo de nosotros cubría todos los valles. Sobresaliendo de la niebla se veían las cumbres soleadas de numerosas cimas que realmente eran islas en medio de aquel inmerso mar. Así es como realmente se veía todo aquel espectáculo tras salir de la espesa niebla.
Todo esto nos animó a continuar ladera adelante hasta llegar precisamente a la Laguna Negra, la cual se encontraba helada. Delante nos quedaba la última pendiente antes de coronar la cumbre. Allí decidieron quedar algunos y no seguir más. El resto nos dividimos en grupos para subir cada uno por una parte. Juli se fue sola adelantándose al resto y luego llegó la primera junto con Toño. Otros, que llevaban crampones, lo cogieron por el medio de un nevero helado y empinado. Los demás subimos por lo más fácil siguiendo la loma con más vegetación donde se agarraban bien las botas.
De sea forma llegamos a otro punto desde donde ya vimos la cumbre en la que ya estaban Juli, Toño, Cristina y José Ramón. Por su parte, Ángel y Sheila optaron por no seguir y dieron la vuelta allí mismo. Antonio y yo emprendimos los últimos metros cubiertos de nieve helada donde había que extremar la precaución para no irse ladera abajo.
A las 13:55 horas llegamos a la cima de La Rapaona, cumbre de 1975 metros. Allí soplaba un vientecillo frío que era molesto. Antes de nada sacamos unas fotos y dejamos nuestra tarjeta. Del bote que había como buzón recogimos una tarjeta de visita de un grupo asturiano. Para comer nos dividimos en dos grupos. Cristina, Toño y José Ramón bajaron unos metros mientras que Juli, Antonio y yo quedamos más arriba, también algo resguardados.
El paisaje era impresionante. Continuaba el mar de nubes por debajo de nosotros y de él salían las cumbres de picos tan conocidos y cercanos como el Torres, Agujas, Ausente o Toneo, todos ellos en la zona de San Isidro donde se sitúa la estación de skí. Con los prismáticos divisábamos las pistas de ésta y la gran cantidad de personal que bajaba y subía por ellas. Al ir por la mañana nos habían pasado gran cantidad de coches de León y de varias provincias limítrofes con los esquís encima.
Antes de emprender la bajada nos acercamos Antonio y yo hasta otro punto alto cercano desde el cual vimos impresionantes paredes que caían a plomo por la parte norte. En el mismo macizo en el que estábamos se emplaza la cumbre de Peña del Viento con 2000 m de altitud o La Rapaína con 2022 m. Hay que apuntar que este macizo hace de límite entre Asturias y León y desde él se veía el bello contraste entre las cumbres nevadas de la parte leonesa y las limpias de nieve de la asturiana.
Con bastante pesadumbre por dejar de disfrutar de aquellas maravillosas vistas, tuvimos que emprender el descenso. Los tres que habían comido más abajo ya habían comenzado a bajar minutos antes. Nosotros tres decidimos hacerlo más directamente hacia el valle sin pasar de nuevo por la collada. A las 15:10 horas comenzamos a bajar por la ladera directamente hacia el valle.
Pasando entre neveros y bajas escobas fuimos perdiendo altitud mientras la niebla nos quedaba más cerca. Para rematar el disfrute de la jornada, encontramos varios neveros largos por los que nos tiramos Juli y yo con el plástico que siempre va en la mochila para estas ocasiones. Antonio nos sacó alguna foto mientras disfrutamos en esta bajada.
Sin darnos cuenta nos metimos de lleno en la niebla cerrada del valle. En teoría no había pérdida ya que los arroyos tenían que ir directamente hacia la carretera. Sí que nos receló un poco la posibilidad de que llegasen a un valle cerrado y que solo saliesen subterráneamente, lo que nos obligara a ascender alguna ladera para salir de valle. Por fortuna se disipó este temor al ver entre la niebla la majada por la que ya habíamos pasado al subir. A ella llegamos justo por el lado contrario del que habíamos subido por la mañana. Allí vimos numerosas huellas de pisadas que bajaban, aunque yo estaba creído que nos habíamos adelantado al resto. Claro, como también ellos bajaron en varios grupos, no sabíamos si quedaba alguien detrás e incluso si estaban esperando por nosotros. Por si acaso dejamos una nota bien visible para decir que ya íbamos por delante.
Con esa duda continuamos el descenso valle abajo no tardando en ver la carretera al fondo. Con la niebla cerrada parecía estar ya anocheciendo y apenas era media tarde. Tras atravesar las praderas cercanas ya a la carretera, salimos a ésta. Solo medio kilómetro nos separaba de Isoba donde llegamos cuando eran las 16: 45 horas aproximadamente. En el mismo bar de por la mañana estaba ya el resto esperando, aunque hacía pocos minutos. Aquí tomamos un refresco y poco después de las cinco emprendimos el regreso hacia León.
Sin novedades bordeamos el pantano del Porma y volvimos a pasar por Boñar. Ya en Puente Villarente cogimos la nacional directa a la ciudad. En León, a las 18:30 horas, cambiamos las mochilas al coche de Toño y con éste vinimos hasta Armunia donde quedamos Juli y yo.
Todo esto fue lo acontecido en esta jornada en la que, tras un comienzo no muy afortunado, pudimos disfrutar de uno de los mejores días de montaña que hayamos tenido, aunque solo sea por el paisaje del que nos recreamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario