1ª ASCENSIÓN AL "CATOUTE".
10-03-02 (Domingo)
Otra jornada mas hemos salido a disfrutar de los bellos parajes de nuestra montaña leonesa. Esta vez tocaba a la comarca del Bierzo alto ya rayando con la zona de Villablino. Concretamente nos fuimos hasta Salentinos, desde donde ascendimos al pico Catoute. Dicha cumbre ya la habíamos coronado parte del grupo en otra ocasión anterior y desde un punto diferente, Montes de la Ermita, situado en un valle contrario al de Salentinos. Parte del grupo conseguimos alcanzar la cumbre, mientras que hubo quien no se decidió a seguir desde un punto más bajo. Por su parte, Carlos Gil ascendió a la Peña Rebeza, situada en el mismo cordal que el Catoute. Seguidamente doy cuenta de lo ocurrido durante la marcha.
Sobre las 7:40 horas pasó Toño con Miguel a recogerme a mí y después a Carlos Gil en casa de la madre de Marta. Tras parar a por pan nos dirigimos hacia Guzmán de donde salía el microbús que de nuevo habíamos cogido para esta actividad. La salida estaba programada para las 8:00 horas, pero el autocar llegó un cuarto de hora después y tras algunas llamadas de teléfono hechas. Allí subimos los 20 participantes que esta vez nos habíamos decidido, dos de ellos ajenos al club. Los mismos éramos: Pepe, Gonzalo, Miguel, José F., Loli, Antelmo, Jorge, Sonia, Sheila, Angel, Marisa, Antonio, Omar, Pablo, Cristina, Toño, Roberto, Carlos G., José Ramón y yo.
Ya cerca de las 8:30 horas salimos de León por la nacional con dirección a Astorga. Aquí cogimos la autovía por la que circulamos hasta Bembibre donde nos desviamos hacia Toreno por otra carretera secundaria. En este pueblo hicimos una parada de 20 minutos para tomar un café en una cafetería que encontramos abierta.
Desde allí continuamos por la carretera que se dirige hacia Villablino y que están convirtiendo en autovía también. En el cruce de Páramo del Sil nos desviamos hacia éste donde comprobamos que un autocar más grande del que llevábamos no hubiese pasado por el pueblo. Pocos kilómetros después y enclavado dentro de un bonito valle, se encuentra Salentinos. Allí llegamos poco antes de las 11:00 horas. Tras prepararnos para la marcha, comenzamos la misma 10 minutos más tarde. Las nubes se alternaban con los claros en el cielo, aunque no temíamos mal tiempo de momento.
Atravesamos este largo y bello pueblo donde vimos numerosas casas típicas de montaña con sus corredores de madera envejecida por el tiempo. Pocos metros después de salir de él cruzamos un puente sobre el río Salentinos o de la Tijera dejando éste a nuestra izquierda. El camino era ancho y durante un buen trecho, ascendente. Luego vimos una bifurcación a la derecha, pero era más estrecha y decidimos seguir por la pista ancha aunque empezaba a descender. Comprobamos a la vuelta que hubiese sido mejor ir por el sendero aquel.
Este camino, al lado del cual se veían los restos de una antigua acequia de riego, nos bajó bastante desnivel e incluso llegó un momento en el que la vegetación lo hizo intransitable. Estábamos entonces en un punto en el que, según el mapa, había que bordear una loma mientras se iba subiendo por la ladera. Una opción que propuse fue cogerlo directamente para llegar a otra collada por la que luego había que pasar. Algunos comenzaron a subir por el prado arriba y fue entonces cuando se encontraron con el camino que teníamos que haber cogido en la bifurcación que antes he reseñado.
Optamos entonces por seguir el camino aquel hasta llegar de nuevo al nivel del río pasando por piedras al lado contrario. A mi no me convencía el rumbo que tomábamos ya que nos desviábamos de la ruta que marcaba el mapa, pero Antelmo, que ya había subido por aquella parte, dijo que se podía bien.
De nuevo el grupo se dividió yendo cada cual a diferente distancia. Yo seguía mosqueado porque me parecía que estábamos dando un rodeo tremendo, incluso estuve por volver a atravesar el río y cogerlo ladera arriba, lo cual no hice por la abundante vegetación que se veía en aquella parte. Además, como ya iban por delante los otros, no era cuestión de dividir más el grupo.
En unos prados encontramos unas cabañas y allí decidió quedar Toño, el cual no iba ya con intención de subir debido a una operación reciente de la rodilla derecha. El resto continuamos hacia el final del valle ya cercano. De frente teníamos una vaguada que llegaba hasta la collada entre el Catoute y Peña Rebeza y por la cual cabía la posibilidad de subir.
Poco antes de llegar al comienzo de esta subida tuvimos a la vista la cumbre del Catoute, vista que no nos gustó nada. Por aquella parte era escarpado del todo e incluso parecía imposible crestearlo desde la collada aquella. Al ver esto hubo algunos mosqueos por el rodeo dado y por lo que quedaba aún. Encima seguíamos separados unos de otros, por no variar.
Decidimos entonces continuar, en vez de subiendo la vaguada aquella, dirigirnos hacia otra collada más lejana pero más suave. Algunos de los que iban por delante comenzaban a dar la vuelta ya que la nieve comenzaba a abundar en la vaguada. Por su parte, Carlos Gil y Pepe se habían desviado hacia la otra vaguada que subía hacia la collada entre los dos picos. El resto continuamos entre las escobas medio cubiertas de nieve y al lado del arroyo. Esta vaguada hacia ángulo recto con el valle que traíamos desde el pueblo estando situada hacia la derecha del mismo.
Los que llevaban crampones se los colocaron y fueron abriendo camino al resto. Por delante veíamos a otras dos personas subiendo por un tramo bastante empinado en una canal. Cristina y José Ramón también lo cogieron muy directamente porque llevaban los crampones puestos. El resto continuamos más adelante, pero no lo suficiente. En vez de seguir hasta la collada, cometimos el error de atacarlo por otra de las canales, lo que nos retrasó mucho la llegada a la cumbre ya cercana.
La pendiente se hizo exagerada y la nieve helada nos lo hicieron pasar realmente mal a algunos. Pablo y Omar iban por una canal donde las piedras caían unas tras otras poniendo en peligro al que iba detrás. Yo me metí por otra donde quedé bloqueado por completo estando a punto de tener que pedir que me tiraran una cuerda por que veía que podía resbalar e irme ladera abajo botando. Con los nervios completamente en tensión conseguí salir de aquel apuro y alcanzar el sendero que venía cómodamente desde la collada a la que teníamos que haber llegado.
En la cima ya se veía al resto y solo quedábamos por detrás Omar, Pablo, Antonio y yo. En cinco minutos alcanzamos ésta cuando eran las 15:40 horas. A mí me dolía todo por el esfuerzo y la tensión acumulada en este último trecho; la pierna izquierda casi no me respondía cuando llegué arriba. Once éramos los que habíamos alcanzado esta cumbre: Cristina, Sheila, Ángel, José Ramón, Antonio, Gonzalo, Loli, Miguel, Omar, Pablo y yo.
Desde aquella altitud de 2117 metros teníamos una vista amplia y bonita de algunas cumbres cercanas como Peña Rebeza, donde luego supimos que había llegado Carlos Gil, o El Tambarón, al otro lado del Campo de Santiago, valle que no divisamos desde allí por culpa de una ladera que lo tapaba. Hacia la parte contraria se distinguía la central térmica de Compostilla a lo lejos y Salentinos en el fondo del valle. Igualmente contemplábamos todo el cordal por el que habíamos subido la vez anterior cuando acampamos en Montes de la Ermita, pueblo deshabitado que tampoco veíamos desde allí. Este cordal es el mismo donde se sitúa la collada a la que teníamos que haber llegado ahora y por el que habíamos subido los últimos metros.
En la cumbre nos acomodamos para comer sentados en las rocas. Allí había no uno, si no tres buzones. En uno de ellos dejamos nuestra tarjeta y recogimos otra de un grupo asturiano. Aprovechando la presencia de tres jóvenes en la cumbre, les pedimos que nos sacasen unas fotos a todos juntos en torno al punto geodésico.
El cielo se cubría cada vez más de negros nubarrones, pero no parecían amenazar lluvia. Como nos habíamos retrasado demasiado en el ascenso, no tardamos en emprender la bajada. A las 16:20 horas nos encaminamos hacia el Alto del Calengan, que así se llama la collada a la que teníamos que haber llegado antes. En un principio pensamos hacer la ruta que teníamos que haber seguido a la ida, pero al final optamos por volver siguiendo la misma vaguada
Tras comprobar que la nieve no estaba demasiado helada para los que no llevábamos crampones comenzamos este descenso. Yo, viendo lo bien que estaba para hacer "culo-ski", me lancé ladera abajo sin plástico ni nada, y eso que lo llevaba. En poco tiempo bajamos unos cuantos metros y nos metimos entre los matojos antes de llegar al final de esta vaguada y comienzo del valle. Aquí atravesamos el arroyo para coger enseguida el sendero que baja hacia el pueblo. También ahora iban algunos por delante y otros más atrás, aunque nos esperaban de vez en cuando. La senda la atravesaban numerosos regatos que pasamos sin dificultad alguna y en algunos incluso bebimos agua.
Pronto dejamos de ver la cumbre del Catoute y dejamos atrás las dos cabañas. Unos metros después pasamos el río por el mismo lugar de la subida y continuamos por el sendero cada vez más marcado hasta llegar al punto donde por la mañana lo habíamos cogido tras perder el otro que iba por el fondo del valle. Esta vez continuamos por éste que transcurría a media ladera bajando el río por nuestra derecha.
Esta senda se fue manteniendo en altura, por lo que, como el valle iba bajando, cada vez teníamos más desnivel hasta el fondo. A la izquierda de la misma vimos como caía una bonita cascada en la que Antonio y yo paramos a sacar unas fotos. Unos metros mas adelante llegamos a la confluencia con el camino por el que habíamos ido por la mañana y que nos había bajado mucho hacia el río. Entramos en él, pero esta vez con dirección al pueblo, el cual ya veíamos cercano.
Tras unos metros de bajada cruzamos de nuevo el río para entrar en Salentinos poco antes de las 19:00 horas. Atravesamos este bonito pueblo llegamos a la salida, o entrada según se mire, del mismo donde estaba el autocar y todo el resto del grupo. Allí nos cambiamos y en un bar tomamos un café antes de emprender sin más el regreso a León a las 19:30 horas.
Por aquel mismo valle llegamos a Páramo del Sil saliendo algo después a la comarcal hacia Toreno. En éste nos desviamos para dirigirnos hacia Bembibre por otra carretera secundaria hasta coger la autovía por la cual llegamos a Astorga. Aquí se pasó el desvío y llegamos al de Pradorrey donde tuvo que retroceder unos kilómetros para salir a la nacional ya hacia León. Pasadas las 21:30 horas entramos en la ciudad y ya en Guzmán terminamos este viaje de regreso.
Y con ello finalizamos otra salida más del club "Cumbres de León". Como se comprueba, cada vez con más afluencia de participantes, tanto, que nos hemos decidido a alquilar microbuses. Esperamos que continúe así la marcha y podamos seguir haciendo lo mismo en muchas más de las actividades programadas, incluso con algún autocar mayor.
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