lunes, 2 de abril de 2012

VALLES DE BALBOA - 01-04-12

 


1ª TRAVESÍA “BALBOA – CHAN DE VILLAR – VILLARIÑOS – CASTAÑOSO – CANTEJEIRA – PUMARÍN - BALBOA”.

01-04-12             (Domingo)

Comenzamos este mes de abril con una bonita y completa travesía, parte de la cual ya hicimos algunos el pasado año en otoño. En aquella ocasión nos acercamos a Balboa, dónde se celebraba el Magosto Celta, y allí recorrimos los pueblos de Pumarín, Cantejeira y Castañoso para cerrar la ruta a Balboa desde el mismo. Nos quedó pendiente la parte que pasa por Villariños y Chan de Villar, por lo que decidimos esta segunda vez emprender la marcha en sentido inverso.
En esta ocasión hemos ido 7 personas: Camino, José Luis, Tiquio, Nati, Álvaro, Juan y yo. Salimos de León en mi coche y el de Tiquio a las 8:00 horas por la carretera de Astorga en cuyas cercanías nos incorporamos a la autovía. Por ella circulamos un buen tramo hasta Ambasmestas donde la abandonamos para hacer los últimos kilómetros hasta llegar a Balboa, 700 m, sobre las 10:00 horas. Allí nos preparamos y antes de emprender la marcha tomamos un café en una de las pallozas-bar de dicha localidad.
Eran las 10:30 horas cuando comenzamos la ruta por la carretera que sube hacia Chan de Villar, distante unos 2 kilómetros. Dicha carretera sube serpenteante entre arboleda dando vista al valle con Balboa en medio y su castillo en lo alto. Poco a poco fuimos viendo más panorámica contemplando otro pueblo escondido más al Oeste.
En 40 minutos entramos en Chan de Villar, 893 m, pueblo situado en el alto de la loma entre dos valles. A la entrada se puede ver una bonita casa de piedra y pizarra en una finca de prado verde y setos cuidados. En otra vimos unas ocas y gallinas. Los árboles frutales de las huertas estaban totalmente cargados de flores blancas. En otro vimos una bonita ardilla de color blanco y negro que corría por las ramas ágilmente.
Atravesamos este pueblo, dónde nos indicaron la salida a Villariños, pueblo que ya veíamos en otra ladera del valle, por un camino que salía de la carretera de Ruideferros y que se adentraba en éste perdiendo altura considerablemente. Entre pinos y escobas también floridas bajamos por un ancho camino hacia el fondo del valle por dónde descendía un arroyo, el Veldedo Reduchos. Lo atravesamos para regresar por su orilla siguiendo ahora un sendero que enseguida comenzó a remontar la ladera contraria entre bosque pelado con fuerte pendiente por el que salimos a otro sendero más alto ya fuera de la arboleda. Este valle confluye también en Balboa, que veíamos desde allí de nuevo.
El grupo se había dividido y por detrás habían quedado Camino y Nati. Pues bien, mientras la primera nos seguía por el sendero de la parte contraria aún y la indicamos por dónde pasar, Nati caminaba por la carretera de Ruideferros por la que subían algunos coches. Esperamos nosotros por Camino yendo José Luis en su busca al ver que tardaba. Al poco llegaron los dos y retomamos todos la marcha hacia Villariños para el que nos restaban unos 500 metros de escaso desnivel.
Antes de entrar en éste volvimos a encontrarnos con numerosos castaños y un colmenar protegido por una antigua cerca de piedras. El camino estaba allí bien armado con losas de piedras y excavado en la misma roca. En ella se podían ver las marcas de las ruedas de los carros que años atrás se usaban en estos pueblos. Pasamos al lado de una fuente que formaba otro reguero en una pequeña vaguada de praderías y entre tapias de huertas y prados, en los que vimos un burro, entramos en Villariños, 998 m, cuando eran las 13:00 horas.
En dicho pueblo vimos una curiosa vivienda dónde habían recortado la parte baja de una esquina para dejar paso en la calle. Desde allí veíamos Chan de Villar en lo alto de la loma contraria del valle. Atravesamos sus calles y salimos por un camino paralelo a la carretera que sube de Balboa y que ascendía suavemente. A su vera vimos un antiguo potro de herrar ganado y un merendero después. Luego nos encontramos con un pastor y el rebaño de ovejas y nos indicó el camino que ya bajaba hacia Castañoso por otro valle paralelo.
Entre robles emprendimos el descenso avistando algunas casas de Cantejeira en una collada de la ladera frente a nosotros. Enseguida vimos Castañoso en el fondo del mismo valle. Por encima, además de verdes prados, se venían vestigios de incendios que dejaban las laderas ennegrecidas. De nuevo en la parte más cercana al pueblo encontramos numerosos castaños de gran grosor y ramas retorcidas a las que nos subimos para sacarnos unas fotos.
A las 14:00 horas salíamos a la carretera que llegaba a Castañoso, 866 m, a unos 200 metros de su entrada. En él decidimos no entrar ya que la ruta seguía por un camino que partía de allí mismo. En ese punto cerrábamos la ruta comenzada la vez anterior ya que habíamos bajado por la carretera a Balboa directamente.
Camino decidió hacer eso mismo y entró en prado a descansar un rato antes de retomar la marcha. Por mi parte, que no iba en buena forma ese día, opté por intentar seguir la ruta tranquilamente, nos quedaba aún una buena subida a Cantejeira de unos 300 metros de desnivel. Álvaro se acercó al pueblo a por agua y sin demora nos pusimos en marcha por otro camino entre más castaños donde la vez anterior habíamos cogido unas bolsas de sus frutos. La subida se hacía notar con algunos fuertes repechos, pero lo íbamos superando mientras por el Norte iban apareciendo nubes. Llegamos así a un cruce en el que unos indicadores nos marcaban las distancias a los pueblos: 1,5 Km. a Castañoso, 2,4 Km. a Balboa y 1,8 Km. a Cantejeira.
Por este último ramal seguimos ascendiendo atravesando un arroyo poco después. Así llegamos a otra confluencia en la que la vez anterior nos habíamos equivocado. La señal, en vez de estar en el cruce, está varios metros separada del mismo. Si se va subiendo como ahora no hay problema, pero bajando puedes coger cualquiera de los dos ramales que hay en la misma dirección.
El camino serpentea por las laderas entre algo de arboleda y escobas. Álvaro y yo nos acordamos ahora de cómo estaban los árboles aquella vez, cargados de hojas rojizas del otoño y ahora esos mismos llenos de blancas flores. En unos de ellos, en el que nos habíamos sacado una foto, lo hicimos también esta vez. El calor apretaba al sol como pleno verano.
Desde allí nos restaba una recta subida no muy fuerte hacia la collada tras la cual está la carretera que llega a Cantejeira. Eran las 15:15 horas, buena hora para comer ya, por lo que decidimos desviarnos a un prado cercano a la sombra de un árbol para hacerlo. José Luis y Juan, que se habían adelantado, volvieron sobre sus pasos y nos acomodamos en aquella pradera con vistas al valle por el que veníamos subiendo y con la carretera de Castañoso en el fondo del mismo. Las nubes que venían del norte incluso se agradecían por la sombra.
Sobre las 16:30 horas levantamos el “campamento” y en pocos minutos salimos a la carretera entrando en Cantejeira, 1130 m, unos metros más adelante. Por sus calles nos dirigimos hacia el centro del pueblo dónde está la palloza-bar en la que entramos a tomar un café. Al igual que la de Balboa, está decorada típicamente y saque varias fotos en su interior. Luego hemos bajado a la bonita fuente en la que estuvimos la vez anterior. Allí nos encontramos al vecino con el que habíamos estado en noviembre. En aquella ocasión habíamos bajado a la cascada, pero ahora, además de ir un poco justos de tiempo, nos dijeron que traía poco agua.
Sin demora retomamos la ruta saliendo minutos después hacia Pumarín, cercano pueblo al que llegamos en pocos minutos. Para evitar bajar por la carretera habíamos preguntado si había alternativa, indicándonos un camino que partía a la salida del pueblo directamente al valle hacia el castillo de Balboa. En él nos metimos hasta que poco a poco se fue estrechando convirtiéndose en un sendero apenas perceptible entre la arboleda. Encontramos varias vaguadas por las que descendimos temiendo que en algún momento nos embarrancáramos. Para sorpresa nuestra terminamos en la carretera que iba serpenteando loma abajo hacia Balboa. Juan había decidido ir por ella y le vimos pasar antes de salir al asfalto. Poco más adelante la abandonamos hacia otro sendero incierto que nos volvió a meter entre el bosque y pendientes vallinas por las que perdíamos altura de forma considerable. Una vez más salimos a la carretera en un punto cercano a una collada que separaba dos valles de la que nos acordábamos de la vez anterior. Echando una vista desde ella decidimos tirarnos hacia ese otro valle donde vimos un rebaño de ovejas pastando en unas praderías. Algunos mastines se nos acercaron ladrando.
Enlazamos entonces con otro ancho camino entre árboles de troncos descomunales y retorcidos que iba un poco más llano hasta que por fin divisamos delante de nosotros el castillo. Poco antes vimos también Balboa en una amplia vista aérea. Cercano al castillo, y como ya nos habían dicho la vez anterior, hay una especie de anfiteatro con un escenario dónde se celebran conciertos de música celta. Las gradas, a modo de escalones en la ladera, miran para un templete de piedra y madera situado a escasos metros de la torre del castillo. También tienen construida una tasca en la parte baja de las gradas a modo de bar con cubierta de pizarra. Del castillo solo quedan algunas paredes y parte del torreón. Por su recinto anduvimos un rato contemplando ahora además Chan de Villar y Villariños al Norte y algún tejado de casas de Pumarín.
Otro sendero entre un helechal seco nos bajó hacia Balboa donde entramos poco antes de las siete de la tarde. Por una calle salimos a la carretera que baja de Pumarín y por ella nos dirigimos al centro del pueblo donde teníamos los coches aparcados. En la terraza de la palloza estaban Nati y Camino, a quien le había dejado las llaves de la furgoneta. Nos cambiamos allí mismo y con los vehículos nos dirigimos a la otra palloza, a la salida del pueblo. En ella tomamos un refrigerio e hicimos las cuentas de la salida.
A las 20:00 horas emprendíamos el regreso a León. Por la carretera llegamos a Ambasmestas enlazando allí a la autovía. Por la misma recorrimos el tramo hasta Astorga viendo cómo el cielo se cubría de negros nubarrones que dejaron caer alguna chispa de agua. Ya por la nacional completamos los 150 Km. de viaje hasta la capital donde llegamos sobre las 21:45 horas.
Terminamos así una nueva salida del club Cumbres de León en la que la climatología casi veraniega no pudo ser mas agradecida. La ruta resultó muy completa y con buenos paisajes para disfrutar de amplias vistas. En kilómetros podemos calcular que hicimos unos 18, más o menos.

























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