jueves, 24 de abril de 2008

MIRO DE TEJEDO Y BRAÑAS DE BUENVERDE - (Villablino) 23-04-08

 


1ª ASCENSIÓN AL “MIRO DE TEJEDO” Y 2ª TRAVESÍA “BRAÑAS DE BUENVERDE”.

23-04-08            (Miércoles)

Una vez mas la climatología nos ha hecho aplazar la ascensión a Peña Labra retrasada de este pasado domingo. También la del pico Cerroso, cumbre que no alcanzamos en enero pasado y que no tiene muy clara la ascensión sin ser conocida y con mal tiempo reinante como el que últimamente tenemos. Al final, como hicimos en la última excursión, improvisamos el destino en la salida resultando al final todo un éxito.
A las 7:30 horas nos reunimos en Guzmán los 7 participantes apuntados para esta salida: Cundi, Irene, Álvaro, Adelino, Vicente, Nati y yo. Viendo el cielo cubierto por completo y casi a punto de llover, decidimos allí mismo, entre varias posibilidades, ir hacia Villablino y hacer la travesía de las Brañas de Buenverde, ruta realizada en el Encuentro de Montañeros de 2006.
Emprendimos el viaje en mi coche y en el de Adelino. Por la carretera de Caboalles llegamos a La Magdalena donde cogimos el desvío hacia Omaña. A ratos llovía y otros parecía que quería abrir, aunque al llegar a Villablino a las 9:30 horas estaba cerrado y lloviendo copiosamente. En un bar decidimos tomar un café y hacer un poco de tiempo a ver como evolucionaba. Otra posibilidad era la ascensión al Cueto Nidio, también pendiente del pasado año.
Cuando salimos había cesado un poco la lluvia. Con los coches nos acercamos hasta el polideportivo donde habíamos comenzado y terminado la ruta del Encuentro de Montañeros. Allí nos encontramos con un camino cortado y decidimos dar la vuelta y acercarnos un poco mas al valle por el que se subía y evitar unos cuantos metros de camino hasta el mismo. Avanzamos por la carretera hacia el polígono industrial aparcando en las cercanías del matadero municipal. Aquí nos preparamos para la ruta mientras la lluvia seguía cayendo algo más suave. Eran las 10:00 horas.
De una rotonda salía un ramal que indicaba “Senderos de Laciana. Villablino – La Collada 15 Km.” Lo cogimos ya sabiendo que esa no era la ruta prevista, pero sí iba en la dirección correcta. Salimos a un camino por detrás del matadero llegando a un puente sobre el río Caboalles que atravesamos. Con dirección oeste continuamos por aquel camino paralelo al río hasta que nos fuimos metiendo en el valle del arroyo Reguera trasversal a éste. Dejamos atrás una fuente y el desvío de la ruta que antes habíamos visto. Por la izquierda caían numerosos chorros de agua de la ladera que atravesaban el camino para seguir su curso valle abajo. Aunque se abrían algunos claros, el valle se estaba ahora cerrando por la niebla.
Tras entrar en el valle lateral comenzó a empinarse la pendiente. El camino se volvió pedregoso con grandes losas lisas en algunos tramos. Ya habiendo cogido altura vimos en el cauce del arroyo que bajaba por nuestra derecha una gran cascada. Hacia ella bajaba un sendero estrecho y muy empinado por el que se decidió a bajar Vicente. Le dejé la cámara para que me sacase un vídeo de la misma. Las mujeres habían ido quedando atrás caminando muy tranquilamente. Estuvimos un rato allí mientras bajaba y subía Vicente y no nos alcanzaron. Unos metros más adelante el camino daba un zigzag para volver a empinarse cuesta arriba por el mismo firme de piedras enlosadas donde había que tener precaución para no resbalar.
Así alcanzamos las brañas de Chuburnial a las 11:30 horas. El podómetro marcaba 1,400 Km. Se trataba de un conjunto de seis o siete cabañas muchas de ellas en ruinas. Álvaro se había adelantado y estaba en una de ellas usada como cuadra para el ganado y pajar. En esos momentos llovía de nuevo y nos resguardamos en ella. Por el móvil contacté con las compañeras que ya nos estaban viendo desde el camino. Las esperamos y al llegar nos hicimos una fotos de grupo. Desde allí había una bonita vista del valle de subida con Villager al fondo. La cabaña en la que estábamos había un grabada una fecha de 1895 en el dintel de la puerta.
Retomamos la marcha 45 minutos mas tarde por el mismo camino que allí cambiaba de rumbo. A escasos metros encontramos una fuente con la inscripción “tseburnial” en letra muy rustica y un enorme árbol cuya especie no puedo concretar. Unos metros mas arriba nos cruzamos con un joven que llevaba un bonito perro y estuvimos un rato charlando con él. Retomando la marcha por el camino nos encontramos entre algunos ejemplares de acebos. Tras dar algunos giros más nos situamos en la ladera Este teniendo una bonita vista de Villablino bajo nosotros.
En el camino comenzamos a encontrar trozos nevados con nieve a medio derretir. Echando la vista atrás contemplamos a lo lejos la cumbre del Cueto Arbas, en el puerto de Leitariegos, en cuyas laderas podían distinguirse los remontes de la estación de ski. Ya con las brañas de Buenverde a la vista nos desviamos Adelino y yo unos metros hacia un mirador excepcional sobre Villablino. Allí nos sacamos unas fotos con esta villa de fondo y con las brañas por otro lado. Álvaro y Vicente ya se habían adelantado y les veíamos en una de las cabañas. Las compañeras se habían quedado un poco por detrás. Eran las 13:15 horas y llevábamos 1,800 Km.
Cuando llegamos a la cabaña cinco minutos después ya estaban preparando la chimenea para hacer lumbre. Álvaro se afanaba en desalojar el agua que se colaba justo por debajo de la chimenea al quedar el suelo por debajo del nivel trasero del terreno. Enseguida atroparon leña por los alrededores, aunque estaba mojada. Para prender usamos una pastilla enciende-fuegos y Adelino le echó aceite por encima. Con eso y algunos papeles conseguimos que prendiese. La cabaña era amplia y había víveres en las estanterías. Unas escaleras subían a una buhardilla que hacía de dormitorio. Abajo había una amplia mesa y bancos donde nos acomodamos para comer.
Mientras reponíamos fuerzas comprobamos como se iba despejando el día y los claros ya superaban a las nubes. Mirando por una ventana hacia el norte podíamos ver las cumbres del Muxiven y el Cornón. Las ventanas eran de madera con cierres exteriores también de madera. Pues bien, conseguí sacar una foto del Cornón con el cuarterón en primer plano quedando una imagen como las sacadas en los Alpes desde una típica cabaña montana.
Como vimos que el día abría, nos decidimos los cuatro “maridos”, como alguna nos denominó, a seguir subiendo unos metros más por el camino hacia la collada del Cordal. No llevábamos ningún mapa, aunque la ruta la había hecho yo al contrario en el ya nombrado Encuentro de Montañeros. Salimos a las 14:40 horas de las cabañas dejando a un lado un bonito lago. Apunto también que en aquella ocasión nos habíamos encontrado aquel lugar lleno de caballos pastando la verde hierba de aquel pequeño paraíso. Ahora se encontraba totalmente desierto y moteado por numerosos neveros.
El camino se encontraba totalmente cubierto de nieve con un espesor de unos 10 centímetros. A ambos lados teníamos un bosque que subía por la ladera izquierda y descendía hasta el arroyo de la Reguera, que nos volvía acompañar desde poco después de dejar las brañas. Los árboles tenían ramas y troncos cubiertos de musgo y líquenes y unas formas realmente retorcidas. La pendiente era mucho más suave que el primer tramo y poco a poco fuimos viendo la collada al fondo. Antes de llegar a ella salimos a un descampado donde, no sé por qué, abandonamos el camino y nos echamos por la ladera con fuerte pendiente y cargada de nieve. Al llegar a la collada vimos el hito geodésico en la cumbre del pico a nuestra izquierda. Eran las 15:45 horas y el podómetro marcaba 3,500 Km. Nos quedaban 200 metros de desnivel por subir y la pendiente no se veía muy fuerte. Desde Villablino habíamos subido unos 500 metros hasta las brañas y otros 150 m. al collado.
Cogimos entonces una loma nevada por la que fuimos ganando altura cómodamente entre algo de matorral bajo. Desde ella ya veíamos el valle contrario que baja a Tejedo del Sil con el pueblo al fondo. También numerosas cumbres hacia la zona de Ancares y el Bierzo. Al otro lado de la collada teníamos la peña Carraceo tras la cual asomaba ahora el Cueto Arbas de Leitariegos.
Tras subir un corto repecho de fuerte inclinación, solo nos restaban unos pocos metros para alcanzar la cumbre. A la misma llegamos cuando eran las 16:30 horas y marcando el podómetro 4,400 Km. La vista era espectacular desde aquella altitud de 1845 metros. Infinidad de cumbres nevadas rodeaban el amplio paisaje que abarcaba las comarcas de Babia, Omaña, Bierzo, Ancares y Laciana, donde nos emplazábamos. No se veía Villablino, oculto por el mismo macizo que bajaba coleando hacia él, aunque sí otros pueblos del mismo valle mas al Este. Justo por debajo de la falda de este lado, que caía casi vertical, vimos las Brañas de Arriba, a las que llegaba un camino desde la parte de Villablino. Precisamente el borde que caía por esa parte tenía una cornisa de nieve a la que convenía no acercarse demasiado.
En el buzón dejamos nuestra tarjeta y recogimos un par de ellas. En un cuaderno escribimos unas letras como testimonio. En una placa remachada al buzón se podía leer el nombre del pico, su altitud así como el grupo que la colocó, “Peña Rubia” en 1989. Nos sacamos unas fotos de grupo y a las 17:25 horas emprendimos el descenso.
Optamos ahora por hacerlo siguiendo el cordal hacia el norte para bajar a coger el camino que iba a las brañas. Pensábamos que nos llevaría mas directamente a Villablino. Si hubiésemos tenido mapa comprobaríamos que no era así.
Siguiendo el cordal cargado de nieve, en algunos lugares hasta un metro, fuimos perdiendo altura mientras teníamos una bonita vista hacia atrás con el sol reflejado en ella. Bajando esta pendiente hice una llamada a mi hermana. Los demás me cogieron ventaja y eché una carrera para alcanzarles. Así llegamos a un punto desde el que pudimos ver justo debajo de nosotros las brañas de Buenverde. Pocos minutos después llegamos al final del cordal desde donde bajaba la pendiente hacia el camino. La ladera estaba moteada por una plantación de árboles cubiertos por tubos plásticos como protección. Desde aquel punto veíamos todo Villablino y girando 180 grados el pico Miro. Frente a nosotros se alzaba también la cumbre del Cueto Nidio y toda la ruta de ascensión que hace años hicimos hasta él desde Rabanal de Arriba. Al lado de este pueblo se podía ver el embalse de Las Rozas.
Ya por el camino, también cubierto de nieve, fuimos bordeando el macizo por el norte. Por una parte íbamos convencidos de que podía ser el camino que marcaba la ruta “Villablino – La Collada”, que salía del que habíamos usado para subir. Había quien decía que terminaríamos en las brañas de Buenverde, lo que a mí no me convencía mucho. Atravesamos un bosque donde la nieve, el sol y la arboleda formaban una auténtica postal. Álvaro se enfiló y echó a correr cuesta abajo dejándonos atrás al resto.
Para sorpresa mía, vemos aparecer de pronto frente a nosotros y algo por debajo dichas brañas. Ahora, con el sol del atardecer, en medio de una pradera verde salpicada de neveros, creaban un marco de incomparable belleza. Yo atajé hacia ellas y estuve sacándome fotos aprovechando una estaca como base. No se parecía en nada al paisaje que habíamos visto por la mañana más nublado y casi todo cubierto de nieve. Eran las 18:50 horas y llevábamos 7,700 Km.
Enlazamos con el camino por el que habíamos subido y en el que apenas quedaba nieve tampoco. La pandilla con la que bajaba volvió a hacer de las suyas atajando en todos los recodos del camino siguiendo al cabecilla de la revolución: Álvaro, al que pedí su identificación para sancionarle posteriormente. El buen humor que no falte.
Así llegamos a las brañas de Chuburnial cuando eran las 19:10 horas. Allí nos dejó de dar el sol y el valle se oscureció considerablemente. La pendiente del camino se hizo más pronunciada y se llenó de piedras pizarrosas. Precisamente con una de ellas resbalé al girarme para sacar una foto dándome una buena culada y además mojándome todo el pantalón y la sudadera con el agua que corría camino abajo. Por debajo dejamos la gran cascada y luego el desvío del camino por el que pensábamos regresar.
Ya en valle principal de Villablino volvió a lucir el sol dando un bonito tono rojizo al paisaje. Atravesamos el caudaloso río Caboalles por un puente y en pocos minutos entramos en el polígono industrial de La Argaxada. A las 20:00 horas, tras 12,000 Km recorridos, llegamos a los coches. Allí nos cambiamos y por el móvil localicé a las compañeras que estaban en un bar cercano. Al lado de la furgoneta estaba una bolsa con plantas y flores que habían cogido.
Cuando llegaron al cabo de escasos minutos nos acomodamos en los coches y a las 20:25 horas emprendimos el regreso a León. A la salida de Villablino paré un momento para sacar una foto del macizo del Miro, ya que el pico no era visible desde allí. El viaje lo hicimos también por la carretera de Omaña. Ya en La Magdalena paramos en un hotel-restaurante que regenta el hermano de Vicente y allí tomamos una consumición e hicimos las cuentas. De nuevo en marcha fuimos avanzando hacia León donde llegamos poco antes de las 22:30 horas.
Finalizamos de esa forma una nueva actividad del club de montaña “Cumbres de León”. De nuevo la improvisación por causa de la climatología dio buen resultado ya que al final lo que cuenta es hacer algo aunque no esté programado.






























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