lunes, 7 de abril de 2008

LACONIA (Soto de Sajambre) 06-04-08

 


1ª ASCENSIÓN A “LA CONIA”.

06-04-08      (Domingo)

Una nueva ascensión hemos realizado en este primer domingo de abril. Este día nos hemos acercado hasta Soto de Sajambre para subir al pico La Conia, una sencilla cumbre en el Macizo Occidental de Picos de Europa. A esta excursión nos hemos animado a participar 15 personas: José Luis, Roberto, Adelino, Merche, Nati, Irene, Javi F., Amador, Roberto I., José A., Piedad, Álvaro, Toñi, Vicente y yo.
A las 8:00 horas nos reunimos en Guzmán todos excepto Amador y Javi F. Que ya habían marchado el día antes. En los coches de José Luis, Adelino, Roberto I. y Piedad nos acomodamos el resto de participantes emprendiendo el viaje por la nacional hacia Mansilla de las Mulas y de éste hacia Riaño. El cielo se mantenía despejado por completo, aunque había previsión de cambios por la tarde.
Ya bordeando el pantano de Riaño vimos que la guardia civil había parado a Álvaro, que llevaba el coche de Piedad. Poco más adelante nos detuvimos a esperarles y nos dijeron que había sido un control de documentación nada más. Ya en Riaño nos desviamos hacia Cangas de Onis llevando siempre esa dirección hasta el puerto Pontón que bajamos contemplando un bonito mar de nubes.
Las 10:20 horas eran cuando llegamos José Luis y yo a Soto de Sajambre donde solo estaban Amador y Javi F. del día antes. Poco a poco fueron llegando los demás vehículos y aparcamos en el lugar reservado para el hostal donde ellos habían pasado la noche tras comentarlo en el mismo. Las nieblas iban elevándose y comenzamos a ver las cumbres cercanas. En un prado vimos varias cabras que tenían la mitad del cuerpo blanca y la otra mitad o negra o marrón.
A las 10:45 horas emprendimos la marcha atravesando el pueblo y cruzándonos con otro rebaño de cabras. Pasamos al lado del bonito edificio de las antiguas escuelas datado de 1906 y que están rehabilitando, según un cartel expuesto en la fachada. Luego se encuentra la iglesia, también de arquitectura destacada. Ambos edificios construidos en piedra.
Enseguida entramos en el camino señalado como Ruta del Arcediano, y marcado como “GR-201” que pasa hasta Amieva, en Asturias, y que ya he recorrido en otras ocasiones. Este camino comienza a ascender mientras zigzaguea por encima del pueblo iluminado por el sol del amanecer. Transcurre entre algo de arboleda y cambia de vallina para enseguida da un brusco giro y dirigirse de nuevo al valle principal. De frente ya podemos ver la mole de Peña Beza entre la arboleda florida de la primavera.
Dejamos atrás una cabaña derruida y luego otra en buenas condiciones. Al otro lado del valle se ven también otras edificaciones semejantes en las verdes praderías. Según vamos cogiendo altura van apareciendo por detrás otras cumbres como las del Pozúa y el Parme. Por delante de ellas se siguen elevando las nieblas que se van disipando en la parte alta. En otro cartel vemos varias indicaciones y prohibiciones dentro del Parque Nacional de Picos de Europa. En la parte oeste de Peña Beza vemos un collado que en principio equivoco con la collada de Beza a la que tenemos que llegar y que divide las dos provincias. La dirección del camino me hace rectificar al ver que se desvía de la misma. Tampoco me da por mirar el mapa.
En las faldas de dicha peña vemos algunos neveros dispersos, muy pocos para la nieve que tenía que haber en esta época todavía. La arboleda la hemos dejado atrás y caminamos por encima del arroyo que baja por nuestra izquierda. Encontramos algunos acebos verdes y muchos helechos secos. Por encima de Soto de Sajambre, que ya no vemos, se alza la cumbre nevada del pico Neón al otro lado del valle. En un momento determinado nos cruzamos con un quad en el que bajan dos personas.
Algo más arriba pasamos de nuevo entra algunos árboles cercanos al camino y al arroyo. Enseguida vimos una collada que volvió a equivocarnos. Antes de llegar a ella pasamos por un nevero donde Toñi se tumbó de espaldas. Así alcanzamos esta collada desde la que vimos por primera vez el pico La Conia sacándonos fotos con él de fondo. En la cresta del mismo ya veíamos subir a los maratonianos del grupo. Desde allí la senda se suaviza por la ladera del pico Jorcueto al que vamos bordeando por su parte oeste. Subimos un pequeño tramo rocoso en zigzag que nos situó frente al valle que bajaba con dirección al desfiladero de Los Bellos cubiertos totalmente por un bello mar de nubes. Estropeaba la vista una línea eléctrica que se interponía en medio.
Nos fuimos metiendo en el estrecho valle del Cardal donde la nieve se acumulaba en el lecho. El sol y ésta llegaban a molestar la vista y fue allí donde estrené las gafas que había comprado hacía ya algunos meses. Al estar blanda, teníamos que andar con cuidado para no meter el pie en los huecos entre las rocas ocultas y provocar algún accidente. Con esa precaución fuimos avanzando valle arriba hasta llegar a un punto donde decidimos echarnos a la ladera para comenzar a subir directamente sin alcanzar la collada de Beza. También aquí había neveros y aún más huecos entre las rocas. El grupo que íbamos allí juntos lo formábamos Álvaro, Roberto, Adelino, Merche, Irene, Toñi y yo. El resto, salvo Nati que había quedado abajo, ya estaba en la cumbre.
En aquella ladera bordeamos varios “jous” como allí se llama a los hoyos. Íbamos buscando las crestas entre ellos con pendientes de distinta intensidad. Por detrás veíamos ahora la cumbre de Peña Beza y el Canto Cabronero. Por la parte de Asturias, en cuyo límite nos encontrábamos, se veía subir la niebla que no tardó en envolvernos, aunque sin llegar a cerrarse por completo. Atravesamos una alambrada que a algunos les puso dificultades. Donde terminaba había una caída considerable, pero se pasaba más o menos bien agarrándose a uno de los hierros que la sujetaban. Otros pasaron bajando las alambres y subiendo por las piedras que también formaban el límite. Poco más arriba Merche, Toñi e Irene decidieron abandonar la subida y quedaron en esperarnos allí.
Ya a bastante altura vimos la cumbre de La Conia con los compañeros en la misma. Hacia el norte, y saliendo su cumbre como una isla entre el mar de nubes, se podía ver el pico Valdepino. Tras dejar atrás la cima apenas imperceptible de La Silla, emprendimos el último tramo hacia el objetivo que alcanzamos a las 14:05 horas.
Allí llevaban una hora los más adelantados. Como ya tenían prisa, sacamos unas fotos de grupo y emprendieron el descenso. La intención inicial de algunos de ellos era bajar por varias canales hasta Los Bellos donde les iría a recoger yo con el coche de Javi. Como la ruta no les era muy conocida, y la niebla que se mantenía cerrada abajo no levantaba, optaron por bajar hasta no sé que lugar y retroceder por el mismo sitio.
Álvaro, Adelino, Roberto y yo quedamos en la cumbre comiendo y disfrutando de un día primaveral. Desde aquella altitud de 1654 metros teníamos una vista espectacular del mar de nubes que se extendía a lo largo de toda la parte asturiana y que por el oeste teníamos justo debajo en caída libre. Por el sur se elevaban varias cumbres como las ya enumeradas del Parme y Pozúa así como el macizo del Mampodre entre otras. Mas al este destacaba la del Jario por encima del Neón.
Aprovechando el buen tiempo reinante, los tres se tumbaron a dormir la siesta allí mismo. Nos sacamos también varias fotos hacia distintos puntos y en un bote de cristal del que recogimos una tarjeta, dejamos la nuestra. Recibimos la llamada de Irene para ver cuando bajábamos, ya que allí se estaba cerrando la niebla. Poco después vimos llegar a José Antonio, que venía por la cresta norte tras abandonar al otro grupo.
A las 15:35 horas emprendimos el descenso mientras dicha niebla comenzaba a envolvernos a nosotros también. Íbamos en manga corta y le dije a Roberto que ese cambio de temperatura me iba a provocar catarro al día siguiente. No me equivoqué un ápice.
Siguiendo la misma cresta de ascenso fuimos perdiendo altura viendo algunos hoyos de gran profundidad y una sima. Llegamos de esa forma al lugar donde estaban esperando Irene, Merce y Toñi. Pasamos la alambrada para el lado contrario y continuamos descendiendo esta vez hacia la collada en vez de al valle. La niebla seguía cerrada y así pasamos al lado de una tortea eléctrica. Tras la misma encontramos un pequeño paso en la roca donde había que agarrarse un poco para bajar. Llegó un momento en el que vimos el valle principal y de nuevo optamos por atajar hacia el mismo por la ladera en vez de llegar a la collada de Beza. En esta ladera encontramos algunos tramos donde hubo que echar el culo al suelo. También algunos neveros que intentamos sortear.
A las 16:30 horas llegamos al fondo del valle por el que transcurría la Senda del Arcediano y el arroyo. La niebla había cambiado completamente el paisaje matinal que habíamos al subir. Ahora ya no hacían falta las gafas de sol. Con el sol y la niebla la nieve se había ablandado aún mas y eran numerosas las veces que nos hundíamos en ella. Merche apenas podía avanzar y le costaba salir de los huecos. Por encima de la nieve salían las estacas con la inscripción GR-201.
Llegamos así al final del estrecho valle y entramos en la ladera del Jorcueto. Donde antes la vista era el mar de nubes, ahora todo era blanco. Siguiendo el sendero fuimos bajando muy suave hasta alcanzar las camperas desde las que nos habíamos hecho la foto con La Conia de fondo. Volvimos a repetir la misma instantánea para compararlas luego. Ahora la vista era nula.
Entramos allí en el arroyo de Valueñas, que baja a Soto de Sajambre. El camino se ensanchó paralelo al arroyo en el que vimos algunas pequeñas cascadas. Yo me detuve un momento para cambiar la tarjeta de fotos y colgar los bastones de la mochila, por lo que me sacaron algo de ventaja. Echando unas carrerillas les alcancé enseguida. En uno de los recodos del camino decidimos Roberto y yo atajar echando una carrera ladera abajo mientras su padre nos grababa con la cámara. Es divertido ver en el vídeo cómo nos cruzamos corriendo por la loma. Dejamos atrás unas majadas y echando la vista atrás comprobamos como se abrían algunos claros arriba dejando a la vista parte de Peña Beza. También abajo la niebla se había disipado.
Al lado del camino encontramos un rebaño de cabras que se entretenía comiendo las ramas de los matorrales. No se asustaban cuando nos acercamos a ellas para fotografiarlas. No tardamos en divisar las casas del pueblo, aunque quedaba aún un trecho para llegar. Teníamos que dar el recodo y pasar por la otra vallina. En este trecho volvimos a atravesar una cancilla que cerraba el camino al ganado. Enseguida nos colocamos encima del pueblo ahora iluminado por la luz del sol. Aproveché para sacar algunas fotos del mismo.
Ya en la parte baja vimos un caballo pastando en un prado. Poco después, a las 18:00 horas, entramos en Soto de Sajambre. En el bar estaban algunos y yo pedí la llave a José Luis para acercarme al coche y cambiarme. Regresé luego al bar donde tomamos unas consumiciones mientras esperábamos al grupo que había bajado del pico antes y que aún no había llegado.
A las 19:20 horas emprendimos el regreso a León. Subiendo el puerto volvió a cerrarse la niebla por completo abriéndose del todo a la altura del pantano de Riaño. Fue bordeando éste cuando vi claramente todo el macizo del Gilbo ya que nunca me había fijado bien en él. Según iba anocheciendo avanzábamos hacia la capital encontrando retenciones desde el Puente Villarente. Poco antes de las 21:30 horas terminamos el viaje en Guzmán donde me despedí de José Luis y recogí la furgoneta que tenía allí cerca aparcada para volver a casa.
Otra grata jornada de montaña donde pudimos disfrutar de unos paisajes alucinantes, sobre todo el inmenso mar de nubes, así como de la buena compañía de los demás participantes.



























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