lunes, 12 de febrero de 2007

CAÑÓN DEL CÁRDENA (Sanabria - Zamora) 11-02-07

 


1ª TRAVESÍA POR EL “CAÑÓN DEL CÁRDENA”. (Zamora).

11-02-07            (Domingo)

Por tercera semana consecutiva hemos realizado una actividad del club de montaña “Cumbres de León”. Salimos esta vez a la provincia vecina de Zamora y concretamente a la comarca de Sanabria para recorrer una de las varias rutas balizadas de esta zona, la del Cañón del río Cárdena. Con mala previsión del tiempo, que por desgracia se cumplió, nos decidimos a realizarla estas cinco personas: Álvaro, José Luis, Luis, José Antonio y yo.
A las 8:30 horas se reunieron ellos en Guzmán recogiéndome a mí en el Plus minutos más tarde. No tardamos en coger la autovía a Benavente enlazando poco antes con la de Sanabria. En el cielo se alternaban los claros con grandes bandas de nubarrones que dejaban escapar lluvia. Con ese panorama abandonamos la autovía para dirigirnos hacia el lago de Sanabria y seguidamente a Ribadelago Viejo (1000 m). Aquí entramos por una estrecha carretera hacia la central eléctrica al lado de la cual aparcamos a las 10:10 horas y tras 155 Km recorridos.
Nos cambiamos mientras se nos acercaban dos grandes mastines con dos preciosos cachorros, uno negro y otro pardo, que no dejaban de jugar con las correas de la mochila de José Luis. Eran las 10:30 horas cuando emprendimos la marcha allí mismo donde comenzaba la ruta al lado mismo del edificio de la central. Unas estacas de color naranja balizaban esta ruta desde su comienzo. A los pocos metros dejamos atrás un chozo de piedras con techumbre de paja. El sendero no tardó en dar un brusco giro a la vez que comenzaba a ascender visiblemente y con fuerte pendiente. El firme era pedregoso e irregular teniendo por la izquierda grandes peñas y por la derecha la caída hacia el valle del que veníamos. Según cogíamos altura se veía más ampliamente el lago de Sanabria con ambos pueblos Ribadelago, el Nuevo y el Viejo. Al lado de dicho sendero encontramos una especie de depósito encima del cual nos situamos al quedar el techo a nivel con éste. Hacía de una especie de mirador sobre el valle. Hacia atrás se podían ver los finales de los cañones de Cárdena y Segundera por donde regresaríamos. Por la ladera de la izquierda bajaban algunas tuberías semienterradas así como algunas líneas eléctricas.
Poco a poco fuimos girando hacia el norte siempre subiendo con pendiente considerable. Yo no había comprado los bastones y me dejó Luis los suyos ya que no los usaba. En la parte alta destacaba una cima puntiaguda que creíamos podía ser el pico Fraile. La senda serpenteaba falda arriba entre vegetación más o menos espesa y con coloridos espectaculares. Por nuestra derecha y en el fondo del valle, comenzaba el cañón del Tera que hace unos años habíamos hecho. Unos metros más arriba nos encontramos con un bonito puente de varios ojos que servía antiguamente para salvar las irregularidades del terreno teniendo un canal en su parte alta. Álvaro y yo habíamos quedado por detrás mientras el resto, como luego supimos, habían subido por aquel canal.
Algunos arroyos atravesaban por debajo del sendero a través de tuberías para evitar que el agua destrozase el firme. El contraste de colores de la vegetación era impresionante combinándose el verde del musgo y las escobas con el marrón de los helechos y los robles y la roca grisácea. En la cima de un picacho alejado nos pareció ver a alguien moviéndose y pensábamos que eran los tres compañeros adelantados. Salimos de dudas poco después cuando encontramos a Luis y nos dijo que el resto estaba poco más arriba. A la derecha entra la arboleda vimos un viejo edificio. Dejamos atrás el bosque bastante arriba y advertimos como la niebla se cerraba poco a poco mientras el lago apenas si era ya visible. Pasamos entre varias torretas de alta tensión y enseguida vimos otra edificación cerca de la parte alta con un todoterreno a su orilla, lo que me sorprendió considerablemente.
A las 12:15 horas llegamos Álvaro y yo a dichos edificios donde estaban los compañeros con dos jóvenes, supongo que guardas del parque. Estuvimos un rato de charla allí donde vimos cuatro gatos rondando. La niebla no dejaba ver apenas paisaje alguno. Tras quince minutos emprendimos la marcha por una ancha pista que viene de Porto, desde donde subimos a Peña Trevinca va a hacer dos años. Ascendimos por ella hasta llegar minutos después a la laguna de Mancas, con la superficie medio helada. Bordeamos ésta siguiendo la pista ascendente mientras se echaba a llover.
Cambiamos de vertiente y dimos vista al cañón del Cárdena por el que luego bajaríamos. Enseguida nos encontramos con un refugio al lado de la pista. Nos metimos en él todos menos Luis, que había quedado por detrás. Para gastarle una broma cerramos por dentro y cuando había pasado varios metros le llamamos y tuvo que volver. No le sentó muy bien. Eran las 12:50 horas.
En el refugio había una chimenea, mesa, bancos y dos altillos a modo de camastros. Abrimos las ventanas y cerramos la puerta para evitar la lluvia que ahora era fuerte y con viento. Acomodados allí comimos tranquilamente hasta pasadas la una y media que volvimos a ponernos en marcha bajo la lluvia insistente. La pista seguía subiendo y llegamos a una bifurcación que señalaba la presa de la Vega del Conde. Caminando unos metros por este brazo vimos otra gran laguna medio helada también por a que nadaba un gran animal que bien podía ser una nutria. Retrocedimos a la ruta principal y continuamos ahora ya bajando y contemplando numerosas lagunas más cercanas a la pista. Los alrededores de las mismas se encontraban quemados.
Así llegamos al embalse de Garandones con su presa de piedras. Apunto aquí que los embalses, líneas eléctricas y la central están gestionadas por Endesa. La pista pasaba por debajo de ella, pero nosotros lo hicimos por encima del muro de contención. Y subimos luego un tramo por la pista al lado de la cual continuamos viendo numerosas lagunas heladas en parte. Dimos un giro de 90 grados y no tardamos en divisar un gran embalse que yo tomé por el lago de Sanabria y José Antonio así me lo confirmó engañándome aposta. Según avanzábamos y veía la orilla del mismo con un camino me convencía menos que fuese éste. Entonces me dijo que no era el lago si no el embalse de Cárdena, (1614 m), al que no tardamos en llegar. Al lado del mismo vimos una casa de los guardas y muy cerca salía una senda que entraba en el mismo cañón del Cárdena. Eran las 14:20 horas.
Cogimos entonces dicha senda descendente y enseguida nos llevó a las ruinas de las antiguas casas de los trabajadores de la presa donde se pueden ver numerosas edificaciones de piedra medio derruidas. Allí cerca había una gran piedra de la que nacía un árbol. Desde las mismas se bajan unos metros de fuerte pendiente hasta el mismo cauce del río Cárdena que atravesamos antes de subir por la ladera contraria. Las estacas naranjas seguían balizando la ruta de tramo en tramo sin posibilidad de pérdida. Alcanzamos entonces una especie de atalaya desde la cual sí vimos ahora el lago de Sanabria y todo el cañón del Cárdena por el que íbamos a descender. Seguía lloviendo y la neblina impedía disfrutar de la amplia y bonita vista que desde aquel punto se tenía. Tras bajar varios metros atravesamos una zona de grandes piedras entre las que serpenteaba el sendero. Luego volvió el sendero a meterse entre matorral y escobas con un fuerte caída por la izquierda hacia el río. Justo en la parte alta del cañón vimos una bonita cascada que se precipitaba varios metros formando una nube de “vapor” al caer sobre las rocas más bajas.
Se me terminó la tarjeta de la cámara allí y la cambié antes de continuar el descenso metiéndonos en una zona relativamente angosta del cañón. Luis, José Luis y José Antonio ya se habían adelantado mientras quedábamos Álvaro y yo por detrás. Realmente había que ir disfrutando del paisaje espectacular a pesar del mal tiempo reinante. Entramos enseguida en otro paraje donde abundaba el bosque de robles, brezo escobas y helechos que contrastaban sus diferentes colores de forma increíble. Además contemplamos enormes moles de piedra donde el musgo formaba sobre ellas un hermoso manto verde que relucía con la lluvia presente. Mas adelante encontramos un cartel sobre “Cervantes en Sanabria - Ruta de Don Quijote”. Debajo del mismo había un bonito manantial entre musgo. Unos metros más abajo pasamos entre dos grandes formaciones rocosas que estrechaban el paso en aquel tramo y que igualmente estaban cubiertas de musgo. Las paredes del cañón se elevaban por encima de nosotros varios metros formadas por numerosas vaguadas, canales y formaciones rocosas de diversa morfología.
La lluvia insistente y a ratos arreciante me impedía sacar buenas fotos ya que se me mojaba el objetivo y quedaban borrosas. Encontramos también varios árboles quemados que parecía ser por causa de los rayos. El sendero estaba bien señalizado y trotado, por lo que no había posibilidad de pérdida alguna. En las paredes de la izquierda vimos otro gran salto de agua. Estábamos ahora en otro tramo elevado sobre el río y descendimos poco a poco hasta llegar a un llano hacia el que bajaba un arroyo por la derecha. Atravesamos este raso y subimos unos metros hasta cambiar de vaguada. Aquí hago el apunte de que, al no llevar un mapa topográfico detallado, no llegué a situarme por donde estábamos bajando este tramo y que vaguadas pasábamos. Tampoco hasta el día de hacer este resumen he conseguido ningún mapa de esa zona para orientarme bien. El caso es que, como digo, cambiamos de vaguada siguiendo el sendero mientras caía agua “a mansalva”. Álvaro se resguardaba de ella con un paraguas.
El último tramo de la ruta baja entre piedras y pinos ya con el pueblo a la vista. Poco a poco fuimos girando a la izquierda con dirección a la central eléctrica que también divisamos en pocos minutos. El sendero desembocó en un ancho camino y éste unos metros más abajo en la carretera donde a la llegada con el coche habíamos visto un indicador de la ruta. Unos 100 metros recorrimos por la carretera antes de ver a los compañeros bajo un soportal donde también habían metido el coche. No sé que edificio podía ser, pero encima de una de las puertas tenían La Cruz Roja.
Eran las 16:20 horas cuando llegamos Álvaro y yo. El resto se estaba cambiando la ropa húmeda como también nosotros lo hicimos luego. El podómetro marcaba 11,990 Km. Por la carretera pasó un gran rebaño de cabras mientras continuaba lloviendo con todas las ganas. Allí mismo sacamos unas fotos en las que destacaban desmesuradamente unas bandas reflectantes del chándal de José Luis con la luz del flash.
No tardamos en ponernos en marcha parando luego en un bar donde tomamos unas consumiciones e hicimos las cuentas de la gasolina. Sobre las 17:15 horas salimos ya con dirección a León mientras la incesante lluvia nos acompañaba. Bordeamos el lago de Sanabria y recorrimos los 20 Km hasta coger la autovía hacia Benavente donde sin salirnos de ella cambiamos a la de León. Sin novedades avanzamos hacia la capital y ya en Armunia me despedí de ellos cuando eran las 18:40 horas.
A pesar de la climatología adversa, personalmente puedo decir que fue una grata jornada de montaña. Los paisajes de los que disfrutamos, sobre todo durante el descenso por el Cañón del Cárdena, fueron impresionantes y dignos de postales. Para repetir incluso de Marcha Nocturna, como se habló.




























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