lunes, 29 de mayo de 2006

X ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES / "BRAÑAS DE BUENVERDE -VILLABLINO" 28-05-06

 


X ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES.

MEMORIAL “FERNANDO ALGORRI”.

1ª TRAVESÍA “VILLABLINO - CABOALLES DE ARRIBA - Cdo. CORDAL - BRAÑAS BUENVERDE - VILLABLINO”.

28-05-06  (Domingo)

De nuevo ha llegado mayo, mes tradicional en el que se celebra el Encuentro de Montañeros Leoneses, “Memorial Fernando Algorri”, que ya cuenta en este año la décima edición. En esta ocasión fue organizado por el club de montaña Laciana de Villablino conjuntamente, como es habitual, con la Delegación de Montañismo de León. Siendo así, eligieron su zona para preparar una ruta que tuvo un poco de todo, llanos, fuertes pendientes, bosque, panorámicas y bonitos valles.
El domingo comenzó con una incidencia a destacar. De antemano había acordado con Toño para que me recogiese al igual que a Constantino. Pues bien, al poco de levantarme me llamó para decirme que se le había averiado el coche saliendo de Ardón y que iba a ver si lo solucionaba. Yo salí a esperarle y hablé con Contantino para contarle lo ocurrido. También llamé a Luis, otro compañero, para decirle que pidiese a Buzzi, el presidente de la delegación, que nos esperase unos minutos si nos retrasáramos. Al final pudo reparar la avería y con el tiempo justo llegamos a Guzmán, donde en esos momentos aún llegaban los dos autocares. De nuestro grupo íbamos Toño, Luis, Jaime y yo. También José Fernández, que se había apuntado por su cuenta.
Sobre las 7:45 horas emprendimos el viaje hacia Villablino. En La Magdalena cogimos la autopista abandonándola tras pasar el pantano de Luna. A través de las comarcas de Luna y Babia entramos en Laciana y no tardamos en llegar a Villablino. Nos llevaron hasta un polígono industrial en el barrio de Puebla de San Mamés de las Rozas donde terminamos el viaje pasadas la nueve de la mañana. Aquí había varios autocares más de diferentes puntos de la provincia y estuvimos esperando por otro que se retrasó.
Sobre las 9:45 horas emprendimos la marcha atravesando una carretera y entrando en una Ruta Verde con dirección a Villager. Esta pista entre verdes prados no tiene desnivel significativo y por ella vimos algunos caminantes, ciclistas e incluso un par de jinetes a caballo. No tardando atravesamos un puente sobre la carretera nacional continuando por la pista elevada y paralela a ésta con un vallado de troncos como protección sobre la misma. Tras un tramo de varios metros volvimos a cruzar sobre la nacional por una pasarela tras la cual descendimos a nivel del suelo. Llegamos entonces al polígono de Argaxiada, cercano a Villager, y abandonamos la Ruta Verde antes de atravesar algunas de sus calles. Pasamos al lado de un pequeño monumento hecho con vagonetas de minería.
Nos metimos entonces en un camino que franqueó el río y que nos llevó poco después hasta una fuente. Allí se bifurcaba el camino en dos. Un ramal subía por la vaguada hacia la izquierda nuestra dirigiéndose a las Brañas de Buenverde por las que luego regresaríamos mientras el otro continuaba de frente paralelo a río Caboalles. Algunos de los que no iban a hacer la ruta completa optaron por subir a las brañas por allí mientras el resto avanzamos siguiendo la ruta prevista. Mas adelante, camino de Caboalles de Arriba, cruzamos bonitos prados floridos y algunas arboledas. En algunos lugares el camino se convertía en estrecho sendero con muro de piedras hacia la parte del cauce. Poco a poco fuimos dejando atrás y bastante a nuestra derecha Caboalles de Abajo y no tardamos en divisar Caboalles de Arriba con varios de sus pozos mineros y sus estructuras metálicas destacando en el verde paisaje. Al lado del camino encontramos numerosas flores de varios colores y una fuente con un pilón y una inscripción en una placa adosada.
Una vez más atravesamos el río y nos reincorporamos a la Ruta Verde camino de Caboalles de Arriba donde entramos sobre las 11:15 horas y tras 4,500 km. Allí se concentraban varios participantes a la sombra y tomando algún tentempié. Aquí apuntaré que desde que salimos yo había ido a mi ritmo mientras que del resto de los compañeros no sabía nada. En esta ocasión había llevado la videocámara e iba grabando de vez en cuando alguna toma.
Unos pocos minutos estuve allí antes de reemprender la marcha. En este pueblo vimos varios hórreos, uno de ellos muy bien conservado o restaurado. A la salida cruzamos el río de la Collada y nos incorporamos a un camino de fuerte pendiente por el paraje de La Rebollada. Nos esperaban ahora mas de cinco kilómetros de ascensión con trechos realmente empinados. La ruta transcurría por la ladera de la vaguada con la adversidad de tener el sol dándonos de lleno en la mayoría de los tramos. Entre la arboleda y arbustos altos íbamos divisando parte del valle por el que habíamos andado antes junto con los pueblos del mismo. Continuamos encontrándonos con bellos parajes floridos mientras zigzagueábamos ladera arriba. Las fuerzas comenzaban a escasear y no veía el final de la cuesta. Me consolaba que varios habían quedado atrás y no iba de los últimos, aunque también sabía que muchos de ellos podían darse la vuelta.
Por fin llegué a un mirador donde había una amplia vista del valle con el Muxiven y el Cornón de fondo. Allí estuve con José y Cundi y sacamos unas fotos. Más adelante se abrió algo el valle y la pendiente se suavizó antes de llegar a una pradera en la que había una construcción para el ganado y más arriba una fuente y una caseta cerca de la cual se acomodaba numeroso personal comiendo. Eran las 13:30 horas y llevábamos 10 Km.
Como aún quedaba algo de subida fuerte, preferí no detenerme y después de coger agua continué hacia el collado. Atravesé la pradera y seguí por el camino entre arboleda unos 500 metros hasta alcanzar la collada desde la que pude contemplar el amplio valle de Tejedo del Sil así como el Pico Miro de Tejedo, opcional en la ruta. Para llegar a la collada por debajo del mismo quedaba algo más de un kilómetro por un camino de la ladera sur del cordal a pleno sol y sin arboleda. El primer tramo era suave descenso por la parte alta entre matorral pequeño. Así alcancé otra collada donde la ruta se dividía en dos. Unos carteles indicaban la ruta por el camino como “fácil” y la otra por las “cumbres” de los picos Payona y Carraceo hasta la collada donde se volvían a reunir las dos y desde la cual se podía subir al Miro. Yo no me lo pensé un segundo antes de continuar por la “fácil”. En el cielo se habían ido formando numerosos nubarrones que, para mayor recochineo, no llegaron a tapar el sol ni un segundo. Además, no corría ni una ligera brisa que refrescase el ambiente. En la ladera se veían tubos de plástico dentro de los cuales crecían jóvenes árboles de nueva plantación.
Con tranquilidad fui ascendiendo por aquella pista hasta alcanzar la collada del Cordal a las 15:15 horas y habiendo recorrido 11,500 Km. En ese momento vi bajar por la ladera del Miro a Luis que se reunió poco después conmigo. Desde allí se veía ampliamente el valle por el que teníamos que bajar hacia las brañas de Buenverde. Descendimos unos metros hasta unas campas donde se reunía numeroso personal que pensé era de nuestro grupo y que resultó no ser así. Buscamos una sombra a la vera de loas matorrales pero no había sitio. Avanzamos por una senda hasta que vimos poco por encima pasar a alguien por un camino hacia el que salimos. Yo ya tenía ganas de parar a la sombra de algo y comer, que ya iba siendo hora. Por fin llegamos a la fuente situada en un bonito paraje al lado del camino. Allí estaba otra pareja comiendo y nos acomodamos cerca para hacer otro tanto. Eran las 15:30 horas.
La fuente manaba por varios chorros entre musgo y matorral verde en la piedra. Por el camino pasaron varios participantes que paraban a coger agua. Entre ellos llegó Constantino y una amiga que estuvieron allí un rato así como Cundi y también Irene. Por otro lado, pasaron todos los del grupo que antes habíamos visto arriba.
Poco después de las 16:00 horas emprendimos la marcha de nuevo y enseguida llegamos a las brañas de Buenverde. Realmente encontramos un paraje idílico. Varias brañas en medio de verdes praderas donde pastaban numerosos caballos y vacas al lado de un lago. Pude sacar allí una foto de postal. Varios niños del otro grupo se acercaban a los caballos y se hacían fotos a su lado. Los potrillos se tumbaban en la pradera o se juntaban a sus madres.
Tras disfrutar de todo ello retomamos la ruta y allí al lado encontramos otro mirador desde el que divisamos el valle de Villablino, Villager y Caboalles con todas las cumbres sobre ellos. Hacia la parte este se había ennegrecido el cielo de tal forma que no sería raro que comenzase la tormenta en cualquier momento lo cual no llegó a suceder por fortuna.
Comenzamos entonces un fuerte descenso por una pista de tierra y piedras entre algo de arboleda. La pendiente era aún más considerable que la subida por la mañana en el otro valle. Tras una curva pronunciada y recorrer unos cuantos metros, llegamos a las brañas de Chuburnial. Pasamos entre unas tres o cuatro edificaciones, una de ellas derrumbada totalmente. Cambiamos de rumbo totalmente de nuevo y la pendiente se hizo aún más exagerada. Al lado del camino vimos una especie de rana o sapo de aspecto un tanto raro en cuanto a la forma del cuerpo.
En el camino encontramos un trecho con las piedras en forma de losas y pizarra caídas de los laterales pedregosos. Al ser tan empinado el camino, en poco espacio bajamos mucho desnivel y las rodillas se resentían del esfuerzo por detener la inercia de la marcha. Ya bastante abajo pasamos otro espacio entre arboleda y poco después llegamos a la bifurcación por la que ya por la mañana habíamos pasado. Eran las 17:20 horas.
Retomamos el camino ya recorrido al contrario pero solo durante escasos metros, ya que, al contrario de lo que creía, enseguida nos desviamos por una senda justo antes de que la pista atravesase un puente sobre el río Caboalles. Esta senda nos introdujo en un bonito paraje de bosque y verdes zonas con matorral florido por el que recorrimos cerca de un kilómetro más o menos. Por la misma salimos casi a la carretera y tras escasos 100 metros paralelos a la misma, nos desviamos por una pista asfaltada ya camino de San Mamés.
Esta pista nos llevó a un bonito parque de verdes praderas entre calles de cemento rojo por el que paseaba numeroso personal. Antes de salir de él pasamos a lado de una zona recreativa para niños con varios columpios. Ya fuera continuamos por una calle y poco después nos encontramos con Jorge, Sonia y la niña, Silvia. Durante la ruta les había llamado para decirles como estaba el tiempo y el lugar de la fiesta, ya que tenían intención de ir a la misma aunque éste año, por el recién nacimiento de la pequeña, no pudiesen ir a la marcha. Por allí andaba también Toño.
Al final de la calle estaban los autocares aparcados en el mismo lugar donde les habíamos dejado. Al entrar por el lado contrario me despistó la situación. A las 18:00 horas terminé la ruta tras recorrer los 19 km de la misma. Me cambié la ropa y nos dirigimos hacia una nave cercana donde tenían montadas varias mesas con el refrigerio típico de este evento. Refrescos, embutido, tortillas y empanada para rematar esta jornada de fraternidad entre todos los montañeros de la provincia. Allí mismo se entregó la placa recuerdo al club organizador, el de Laciana, y una figurita a todos los clubes participantes junto con unos folletos. Igualmente hubo un sorteo de regalos en el que a Luis le tocó un bastón de marcha, un reparto de libros. Un equipo musical amenizaba la fiesta en la que, sí tengo que decir, no había mucho animo debido yo creo a la fatigosa marcha de la que veníamos. Además, el retraso en la finalización de la misma hizo acelerar enseguida la partida de los autocares hacia los lugares de destino.
Poco después de las 19:30 horas emprendimos el regreso a León. Durante el mismo saqué algunas fotos de picos que íbamos viendo, como Peña Ubiña, Cirbanal o Cedro Pedroso desde el pantano de Luna. Sin novedad alguna recorrimos los poco más de 100 km de distancia a la capital leonesa donde entramos sobre las 21:20 horas. De nuevo en Guzmán terminamos este viaje y sin más, en el coche de Toño, vine hasta casa.
En general, no me ha quedado muy buena impresión de esta actividad. No sé, la ruta en sí la califico de regular y además, y sin echar la culpa a nadie en particular, he visto muy baja la participación, sobre todo en la fiesta final, que me pareció poco animada con respecto a años anteriores. Repito, es una opinión particular y desde luego sin ningún ánimo de descalificar la labor del club Laciana, que no me cabe la menor duda que pusieron el mejor empeño en ello.           



































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