lunes, 10 de noviembre de 2003

PICO LAGO (Puerto de Las Señales) 09-11-03

 


1ª ASCENSIÓN AL PICO “LAGO”.

09-11-03           (Domingo)

En este penúltimo mes del año hemos salido para realizar esta sencilla ascensión a una cima cercana al puerto de Las Señales. Por desventura, y siguiendo la mala racha de las últimas ascensiones, el mal tiempo nos acompañó durante toda la jornada impidiéndonos disfrutar del paisaje. A pesar de ello, sí nos recreamos en algunos detalles y vistas que luego detallaré.
A las 7:45 horas llegó Carlos a mi casa desde donde salimos con la furgoneta hasta Guzmán. Allí estaba ya José F. y no tardaron en llegar José A., José, Fernando, Cristina y Pablo. Solo faltaba Lorenzo que no aparecía. Por teléfono le llamé a casa sin contestación alguna, por lo que a las 8:15 horas emprendimos el viaje en los coches de José Antonio y Pablo.
Salimos de León por la carretera de Santander hacia Barrio de Nuestra Señora. Allí giramos hacia Boñar y luego bordeamos el pantano del Porma hasta Puebla de Lillo donde volvimos a desviarnos con dirección al puerto de Las Señales. El día nublado se fue cerrando hasta quedar envueltos en la niebla según subíamos esta collada. Así llegamos a este alto de 1627 metros donde aparcamos los coches y nos preparamos para la ascensión.
A las 10:10 horas la comenzamos siguiendo una pista con dirección sur pasando cerca de unos lagos. Tras unos 100 metros caminando por dicho camino lo abandonamos para meternos en la ladera. Entre pedreros, vegetación y prados fuimos ascendiendo paulatinamente mientras la niebla seguía cerrada e incluso llovía. Poco a poco se fue inclinando la pendiente y bajamos el ritmo. Yo me quedé un poco por detrás con José F. y a media altura vi un sendero que cruzaba la ladera. El resto iba poco por delante y les avisé del mismo. Decidieron continuar por donde iban mientras que yo opté por seguir el mismo a ver donde me llevaba. Tras unos metros recorridos vimos que no ganaba altura y además no me gustaba separarme de los demás con aquella niebla. Optamos entonces por comenzar a subir de nuevo directamente por la inclinada ladera.
Seguido por José nos metimos entre pequeñas escobas que dificultaban en exceso el avance por lo empinado de la falda. Además las rocas que encontrábamos estaban húmedas y resbalaban de lo lindo. Con mucho esfuerzo conseguimos ir ascendiendo y nos unimos a José Antonio que se había separado un poco del resto.
Así alcanzamos la cresta por la que subía un sendero muy marcado que en adelante no abandonamos. A los demás ya se les veía más adelante entre la niebla que a ratos se esparcía levemente. La pendiente se suavizó claramente y se hizo más cómoda la ascensión.
No tardamos en juntarnos todos y así seguimos caminando por la cresta con algunos altos que sorteábamos por la cima o ladeándolos. Empezamos a encontrar numerosos pedregales de grandes rocas de cuarcita, como ya sabíamos por la guía que llevábamos. Hacia la parte izquierda había un fuerte desnivel del que procuramos separarnos prudentemente. Entre algunos claros que se abrían divisamos lo que podría ser la cumbre, aunque no se veía signo alguno en la misma.
Alrededor de las 12:00 horas alcancé la cima donde ya estaban algunos desde hacía unos minutos. Entre un montón de rocas había un bote de cristal vacío. Una de las rocas era un trozo de cemento con alambres incrustados, lo que daba a entender que había habido allí algún hito o algo parecido del que no quedaba rastro alguno en pie. Cercana había otra pequeña cima a la que nos acercamos algunos sin encontrar ningún otro resto, además era más baja que la anterior.
Regresamos a ésta para sacar la foto de rigor y dejar nuestra tarjeta de cumbres. El frío era intenso y estábamos húmedos por la lluvia y algo de nieve que habíamos encontrado. De hecho, la cima estaba cubierta de escarcha. La mala suerte, como digo, es que estando arriba no abrió nada la niebla para poder disfrutar al menos algún paisaje.
Tan solo veinte minutos estuvimos allí antes de emprender el descenso. Seguimos el mismo sendero anterior cuidándonos ahora de no resbalar con la escarcha, la roca y el barro. De esa forma fuimos perdiendo altitud sin dejar la cresta por la que iba aquel sendero tan cómodo. Según bajábamos se abrían más claros pudiendo contemplar entre ellos los valles circundantes. Aproveche entonces para sacar numerosas fotos de los mismos y de los picos cercanos como el Remelende, al que ascendí yo solo en mayo en una salida improvisada el día 1 por la tarde. Igualmente pudimos contemplar el alto del puerto de Tarna, y en esa misma dirección, a lo lejos, un pico puntiagudo e iluminado con un envidiable sol. Aprovechando las ventajas de la cámara de fotos digital saque un montón de instantáneas que luego puedo seleccionar para quedarme o no.
Casi al final de la cresta nos topamos con una alambrada que delimita del pinar de Lillo, zona protegida por ser uno de los pocos autóctonos que quedan. Por su orilla continúa el sendero ya pendiente abajo hacia los lagos del valle. En el fondo ya estaban algunos compañeros que se habían adelantado.
Sobre las dos de la tarde llegamos al puerto. Se había echado a llover de nuevo, aunque era más bien escarcha. Tras hablarlo decidimos bajar a comer a Lugán, donde un amigo de Pablo y Cristina tiene un bar en el que podíamos parar. Comenzamos entonces a bajar el puerto con la intención también de parar a ver unas cascadas que se forman en el río que baja paralelo a la carretera. Bastante abajo se encuentran las mismas y paramos un buen rato a disfrutar de este bello rincón. Sacamos unas fotos desde un puente frente a una de ellas y Carlos y yo subimos unos metros para ver la otra. Mereció la pena dicha parada.
De nuevo en marcha llegamos a Puebla de Lillo donde paramos a repostar gasolina y continuamos para meternos en la zona del pantano. Sin novedades lo bordeamos y luego pasamos Boñar. Así llegamos a Lugán donde nos metimos. Allí, como dije, tiene un bar-restaurante este amigo de Pablo y Cris, Ismael, del que conocía el nombre por las tarjetas de cumbres que los tres han dejado en numerosas cimas y que han ido llegando al club.
Allí nos acomodamos en una mesa que nos prepararon muy atentamente. Pedimos las bebidas y sacamos los bocatas que llevábamos sin problema alguno. Tras ello tomamos un café y después de hacer las cuentas habituales de gasto, emprendimos de nuevo la marcha. Esta vez venía Ismael con nosotros para León.
De nuevo nos desviamos para venir por la carretera de Santovenia del Monte y entrar en León por Villaobispo. Nos dirigimos hacia Guzmán donde llegamos los dos coches. Pablo se ofreció a traernos a Carlos y a mí hasta casa donde llegamos sobre las seis de la tarde dando por finalizada otra salida más donde la climatología nos ha vuelto a jugar una mala pasada. Esperamos que en las dos que nos quedan, y sobre todo la del Belén de Cumbres, tengamos mejor suerte.














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