lunes, 28 de noviembre de 2011

PEÑA VALDORRIA (Desde el Curueño) - 27-11-11

 


4ª ASCENSIÓN A “PEÑA VALDORRIA”. (Desde el Curueño).

27-11-11           (Domingo)

Casi finalizando el año montañero, hemos realizado la ascensión a Peña Valdorria desde la misma orilla del río Curueño. Las tres veces anteriores que yo lo había hecho siempre había comenzado en el pueblo de Valdorria, situado 300 metros por encima de este punto. A pesar del considerable desnivel, unos 900 metros, fue cómoda la subida a dicha cumbre.
Nos animamos este día 11 participantes: Mª Jesús, Mateo, José A., Camino, Álvaro, Guillermo, Miguel A., Nati, Tiquio, Antonio y yo, acompañados también por Rex. En Guzmán nos reunimos a las 8:00 horas partiendo en los coches de Álvaro y Tiquio los diez que de aquí salíamos. Ya en Robles de la Valcueva se nos unió Miguel A., que venía de Pola. En los tres vehículos recorrimos el último tramo hasta dejar atrás Nocedo de Curueño y en la confluencia con el valle de Villarrasíl aparcamos éstos en un prado cercano a la carretera. Nos preparamos para la marcha descartando subir algún vehículo al pueblo. Nos sacamos una foto de grupo y cuando eran las 9:15 horas emprendimos la marcha por un camino que comenzaba a subir suavemente por dicho valle. Las primeras heladas de la temporada se notaban en el terreno y el frío de momento era intenso. Yo, que estaba aún convaleciente de un buen gripazo, me lo iba a tomar con calma y sin agobio alguno.
El ancho camino serpenteaba entre algo de arboleda ya muy desprovista de hojarasca. Cercana se alzaba la piramidal cumbre del Cueto Aucino mientras que de Valdorria contemplábamos las laderas Norte pero no la cima. El camino era bonito y en él pudimos ver un manantial entre raíces y musgo. Algunos regatos cruzaban bajo nosotros por tuberías que los sacaban en la parte baja cayendo algunos en estanques hechos con alguna vieja bañera.
Ya después de un tramo salimos de la zona sombría al sol matinal que se agradeció. A las 10:00 horas llegábamos al refugio donde el ancho camino terminaba. Este recinto de unos 20 m2 tenía una mesa con algunas sillas y una chimenea con una estufa dentro. A partir de él seguía un sendero por el medio de la vaguada que se iba estrechando en su parte más honda. Más arriba había otra fuente con pilón-bañera.
Nos metimos en la estrecha vallina siguiendo la senda marcada por el paso del ganado y más senderistas anteriores. Llegamos entonces a una alambrada divisoria de terrenos que atravesaba perpendicularmente el valle. En ella nos reunimos y nos detuvimos unos minutos a tomar un pequeño tentempié. Eran las 10:40 horas.
No tardamos en retomar la subida abandonando ahora la dirección para meternos de lleno en la ladera izquierda con dirección a la cresta. De nuevo entramos en zona sombría y la pendiente se acentuó. Algunos comentamos el parecido de este tramo con la subida desde el refugio a la cresta en el Espigüete. Aquel era aún mas largo y quizás algo más pendiente.
El sendero si es que lo había aquí, ya no se distinguía, y cada uno fue ganando altura por donde mejor le parecía. El paisaje era cada vez más amplio divisando numerosas cumbres alejadas como el mismo Espigüete o los Mampodres. Tras el valle contiguo se veía también Peña La Verde, a la que algunos querían ir. Un poco más al Oeste emergía el Bodón de Lugueros. Hacia San Glorio sobresalían varias cimas en la zona de Peña Prieta totalmente blanquecinas, y aquí surgió la discusión. ¿Era niebla o nieve?. A la mayoría nos parecía nieve, aunque algunos decían que eran nubes bajas. Con el zoom de la cámara salimos de dudas al comprobar que era una buena capa de nieve lo que cubría todo el macizo aquel. Alguien perdió la apuesta que hizo. Por cierto, no pagó.
La ladera herbosa y pendiente se hacía eterna, aunque no se subía mal del todo. Zigzagueábamos para hacerlo más cómodo y así ganábamos altura progresivamente. Ya en los últimos metros me di de lleno con un regato congelado en el que casi pegó un patinazo. En la cresta veíamos a los compañeros más adelantados destacando la silueta a contraluz. Pocos metros nos restaban para alcanzar el Portillo del Agua, collado con 1812 metros de altitud al que llegamos cuando eran las 11:45 horas. Allí encontramos una pareja y a algunos de los compañeros esperando.
Nos quedaban poco más de 100 metros de desnivel a la cumbre, pero también de fuerte pendiente. Ahora contemplábamos el valle del arroyo Valdecesar que baja a Valdorria y tras él el Correcillas y Peña Galicia. La llanura hacia el sur se extendía varios kilómetros llegando a distinguir incluso la ciudad de León.
Comenzamos a ascender por la loma, ya que no era propiamente cresta, una vez más serpenteando para hacerlo más llevadero. El sol aparecía de vez en cuando tras la línea rocosa dándonos de totalmente frente. Así alcanzamos un falso llano tras el cual vimos una empinada canal estrecha en la que nos metimos. Había que tener precaución con la piedra suelta, mas que por resbalar, por que no se fuese hacia los de atrás.
Al final de dicha canal se encontraba por fin la cumbre de Peña Valdorria con sus 1927 metros de altitud. Aprovechando la estancia de otra pareja en la cima, nos sacamos una foto de grupo con el banderín del club al lado de la cruz. En uno de los dos buzones dejamos nuestra tarjeta y nos dispusimos a comer, aunque solo eran las 12:10 horas. Por su parte, Miguel A., Mª Jesús y poco más tarde José Antonio decidieron emprender la marcha hacia el collado Bucioso y si podían, Peña La Verde. Por la cresta les vimos después durante un buen tramo hasta desaparecer entre las cima intermedias.
El paisaje era realmente extenso contemplándose numerosas cumbres de la Cordillera Cantábrica de Este a Oeste. Sí destaco la del cercano Prado Llano, en Montuerto, donde en 15 días colocaremos el Belén de Cumbres de este año con el que terminaremos el calendario 2011. Hacia el sur se alejaban los valles de los principales ríos como el Bernesga, Torío, Curueño e incluso parte del Porma. Valdorria pueblo no se veía, pero sí la ermita de San Froilán en los riscos superiores del Bosque de las Hadas. Algunos nos tumbamos luego aprovechando el estupendo día que hacía. El sol calentaba, aunque también corría un ligero viento frío que contrarrestaba ese efecto. Yo me tumbé en una roca que me pasaba el frío y tuve que poner más ropa debajo.
A las 14:00 horas emprendimos el descenso por la misma canal hacia la collada del Portillo de Agua a la que llegamos en 15 minutos. La opción que tomamos ahora fue echarnos al sur, hacia el valle de Valdecesar. Apenas encontramos roca en esta ladera muy herbosa y con matojo bajo. En ella sí vimos numerosos hitos que guiaban el sendero más o menos marcado. Atravesamos algunos pedreros en los que casi echábamos a correr patinando sobre la grava de los mismos. También aquí zigzagueaba por la ladera ya que es una de la rutas más usadas para ascender a esta cumbre desde el pueblo. Encontramos un trozo donde habían plantado pinos en pequeños huecos del terreno. También vimos algunas setas entre ellos.
Una hora después de salir de la cumbre llegábamos al camino del valle cerca del cual encontramos los restos de un espantapájaros en el suelo. Algunos árboles crecían en la parte baja de este valle formando grupos. Al lado del camino vimos otra fuente con pilón tras la cual subimos suavemente durante un trecho hacia las cercanías del cementerio. Tras un recodo apareció Valdorria por debajo de nosotros y hacia él comenzó a descender el camino que entraba pegado a la iglesia.
Eran las 15:15 horas cuando llegamos a este pueblo desde el que también se podía ver la espiga de la ermita en el alto de las rocas donde se emplaza. En las calles vimos numerosas gallinas y algunos gallos corretear libremente. No falta en este pueblo el agua, que mana de fuentes con varios caños.
Nos encaminamos hacia el bar donde decidimos tomar un refrigerio. Nuestra intención era bajar por el Bosque de las Hadas, pero no nos lo recomendaron por el gran caudal que bajaba por el río y que impide su paso en el último tramo antes de la cascada. En este bar nos convidaron a una copa de cava, lo cual agradecimos.
Aquí hago el inciso siguiente. Nos habíamos dividido en tres grupos formados por: Nati y Camino, que habían quedado a su aire desde el comienzo, Mª Jesús, José Antonio y Miguel Ángel, que se habían desviado en la cumbre, y el resto, Álvaro, Mateo, Antonio, Tiquio y yo. Ahora también nosotros nos dividíamos ya que algunos decidimos subir hasta la ermita de San Froilán mientras Guillermo y Antonio emprendían el descenso por la carretera. Mateo no quería subir y se ofreció a quedar cuidando las mochilas mientras subíamos Tiquio, Álvaro y yo. Ellos no habían estado nunca allí y así subimos por el sendero, a través de los 365 escalones que cuentan había hasta este lugar. Antes de llegar había un belén colocado en un hueco de unas rocas, y tenía unas cuantas figuras. En la Ermita se encuentra un altar con la imagen del santo que puede verse desde el ventano de la puerta. En un ventanuco había colocado otro Portal de Belén. En el cepillo dejamos unas monedas como limosna y que además sirven para conservar estos lugares emblemáticos.
Trepando un poco alcanzamos una roca con una cruz desde la que tuvimos una bella panorámica de la cumbre y el pueblo aún soleado que usamos de fondo para una foto de grupo. Pues bien, después de volver a la altura de la ermita tuve que volver a subir a por el gorro que se me había quedado olvidado al sacar la foto. Sin más emprendimos el descenso al pueblo en el que entramos cuando eran las 16:40 horas.
Desde él atajamos para salir a la carretera subiendo unos metros hasta la collada desde la que se baja a Nocedo. Los tres kilómetros son una sucesión de curvas cerradas que van perdiendo altura rápidamente hasta desembocar en la carretera del Curueño en dicho pueblo. Eran las 17:20 horas cuando llegamos. Álvaro y Tiquio se encaminaron hacia los coches, a un kilómetro de allí hacia arriba, mientras nosotros íbamos hacia el bar donde encontramos a las compañeras y compañeros salvo los tres que había seguido la ruta desde arriba. Esperamos por ellos una hora y poco después de llegar emprendimos el regreso a León. Sin novedades recorrimos los 50 kilómetros hasta la capital donde llegamos a las 19:35 horas.
Terminamos así esta penúltima excursión del año por parte del club de montaña “Cumbres de León”, restando tan solo el Belén de Cumbres en el Prado Llano y la cena de Navidad, como ya es habitual en el mes de diciembre.
















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