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RAQUETADA
2ª ASCENSIÓN A LA “FILERA”. 1ª ASCENSIÓN A “PEÑA BLANCA”. (Curueña).
13-02-21 (Sábado)
Dos semanas después de la última ruta hecha, volvimos a salir para ascender a algunas cumbres de la sierra de La Filera, emplazada en la divisoria de las comarcas de Luna y Omaña. Lo hicimos en esta ocasión desde Curueña, en la vertiente Sur, al contrario que la primera vez que subimos desde Abelgas de Luna, al Norte. La nieve que aún se acumulaba nos ralentizó la marcha durante buena parte de la ruta al encontrarse en general bastante blanda. Aunque solo yo usé las raquetas, lo voy a considerar como “raquetada” ya que las llevé casi todo el recorrido. El tiempo, que se preveía inestable pero sin precipitaciones destacadas, se cumplió fielmente dejándonos disfrutar de la jornada.
Salí de casa con el coche de sustitución que tenía tras dejar a reparar el golpe que tuve en la furgoneta regresando de la última ruta. Poco después de las 8:15 horas recogía a Mª Jesús y luego a José Luis y Guiomar en diferentes lugares acordados. En el punto de inicio de la ruta se nos unirían Carmen, Terry y Valentín. Con el cielo cubierto salimos de León por la carretera hacia La Magdalena mientras se escapaban algunas gotas de lluvia. En esta localidad nos desviamos hacia el valle de Omaña mientras se abrían algunos claros. Avanzamos por el mismo hasta llegar al desvío a Curueña, 1340 m, donde llegamos a las 9:38 horas tras unos 70 Km. Subimos hacia la parte alta donde aparcamos a la par que llegaban los compañeros.
Allí nos preparamos para la ruta que comenzamos a las 10:10 horas tras una foto de grupo. Cruzamos una calle del pueblo y salimos por un camino hacia el Norte por el valle del arroyo Riocurueña pasando al lado de una fuente con pilón. El firme estaba encharcado y embarrado en su mayor parte y transcurría entre praderías con algunas sebes delimitándolas. Apenas unas motas de nieve se veían en el terreno de momento. Habiendo subido varios metros, el camino trazó un par de zigzag para seguir más o menos en la misma dirección anterior. Poco a poco esa nieve iba cubriendo más espacio en el mismo y por las laderas del valle se precipitaban numerosos arroyuelos que lo cruzaban por alcantarillas de hormigón bajo el firme. Comenzamos a divisar al Oeste las cumbres que delimitaban el valle contiguo de Salce en la misma orientación como el Cueto Agudo, Peña Correa, etc.
No tardamos en meternos entre un robledal donde durante un tramo nos desviamos del camino sin quererlo antes de volver al mismo, que ya se mantenía cubierto por un blanco manto continuo. Decidí entonces poner las raquetas, aunque de momento no eran muy necesarias realmente, pero ya de cargar con ellas......Por delante veíamos una gran cumbre cuyo nombre aún ahora no lo tenemos muy claro, Viesca o Peña Negra, por el motivo que más adelante puntualizaré.
El cielo se había despejado bastante, aunque aún corrían muchos nubarrones negros movidos por el viento que arriba se notaba soplar. Poco a poco el camino se fue difuminando por la nieve y terminó por desaparecer. Nos enfocamos hacia la collada emplazada entre la cumbre de la Filera y la Viesca por la ladera cargada de nieve y llena de escobas entre las que metíamos las piernas, incluso con las raquetas. La ruta que yo llevaba en el GPS subía hacia la Filera y recorría la sierra hacia el Este para bajar por el valle de esa orientación de nuevo a Curueña. Como en principio había tiempo, ya que la sierra transcurre bastante llana y luego sería bajada, optamos por encaminarnos hacia la Viesca, al Oeste.
Alcanzamos el collado a las 12:45 horas a una altura de 1784 metros y estudiamos por donde se subiría mejor a dicha cumbre. Desde ese punto la mejor opción era rodearla por el Norte para atacarla por el Este ya que el resto de vertientes eran muy verticales, abruptas y en muchos lugares impracticables. Algunas canales que podían ser mas accesibles, con la nieve que se acumulaba en ellas las hacía complicadas. Yo no es que estuviese ya muy animado a subirla, estaba un poco cansado del tramo anterior, había luego que volver a bajar y hacer el resto de la sierra, con nieve, y la bajada, que por donde teníamos pensado era más larga que la subida, etc. etc. Guiomar tampoco estaba por la labor y Carmen, tras meternos en un tramo de pedreros en el que a cada paso dado se hundían las piernas en los huecos, terminó opinando lo mismo. Al final decidimos darnos la vuelta y dirigirnos tranquilamente hacia la Filera. Hacia adelante seguían Terry, Valentín y Mª Jesús, ya que José Luis se había metido a subirla por la misma roca de la cara Este y no sabíamos como le iba.
No tardamos en localizarlo trepando por dichas rocas, y no muy cómodamente por lo que se veía. Había trepadas y destrepes con neveros entre ellos y aún le quedaba muchísimo para la cumbre, y quizás mas complicado aún, por lo que se veía. Después de un rato le vimos emprender el descenso y paramos a esperarle hasta que se reunió con nosotros. Al Norte, en el valle, se podía ver parte de Abelgas de Luna encajonado en el mismo.
Camino de la cima principal, echando la vista atrás, vimos a los compañeros en la cumbre de La Viesca...o Peña Negra, y ahora explico la duda razonable que tenemos, aunque yo me decanto por la primera. Aunque en la cima hay una placa con el nombre Peña Negra y altitud 1867 m, consultando numerosos mapas, en todos la sitúa más al Norte y con altitud 1806 m. De hecho yo la tengo ascendida la vez anterior desde Abelgas cuando hicimos también la Filera. Por otro lado, en la mayoría de esos mismos mapas la Viesca aparece sin nombre y solo en alguno la nombra en la ubicación en la que ahora estaban los compañeros.
Avanzamos los cuatro hacia la Filera siguiendo unas veces la línea de cumbres y otras echándonos un poco al Sur cruzando neveros o pisando tramos entre matorral bajo. En ocasiones también nos hundíamos en la nieve, aunque no tanto como en la subida, y por supuesto, era más cómodo caminar por allí ya que el desnivel era muy poco destacable. Al Norte comenzamos a ver el pantano de Luna con algunos pueblos a su vera como Pobladura o Sena al igual que uno de los refuerzos del puente colgante.
A las 14:30 horas, tras 6,700 Km hechos, llegué yo a la cumbre de la Filera en la que ya estaban los compañeros que se habían adelantado un poco. Esta cima, la más alta de la sierra, tiene 1873 metros de altitud y es una buena atalaya con vistas panorámicas amplias en redondo. Nombrando solo una mínima parte de las cumbres que podíamos ver hacia el Norte destacaban las Ubiñas, que antes habíamos contemplado plenamente y ahora las cubrían las nieblas, el Cirbanal, las Tres Marías en el Valle de Arbás, Montigüero más al Oeste, y ya más cercana la sierra de la Cañada. Por el Este distinguíamos cimas como la del Cerro Pedroso, Llamargones, Santiago, más alejado incluso nos parecía el Fontún y el Brañacaballo. Al Sur corría el valle de Omaña y más allá emergía la sierra del Pozo Fierro, recientemente ascendido por nosotros.
En torno al hito del vértice geodésico nos acomodamos para comer mientras ya veíamos venir al resto del grupo que había subido a la Viesca. Soplaba un vientecillo frío de Noroeste que nos hizo abrigar estando allí comiendo. Poco a poco fueron llegando los tres compañeros hasta reunirnos todos de nuevo. Hicimos una tarjeta para dejarla en medio de un hito de rocas adyacente a la columna de hormigón y nos sacamos unas fotos de grupo antes de emprender el descenso por la parte contraria a las 15:40 horas.
Un tramo aguanté sin raquetas, pero se comenzó a acumular nieve de nuevo y las puse. Perdimos altura siguiendo una línea pocos metros por debajo de la cresta en el lado Sur dejando por encima un par de cumbres más secundarias al Este de la sierra. Emprendimos entonces un fuerte descenso ahora sí por la raya cimera hacia el collado Cuartero pisando en esa cresta una capa de nieve de más de un metro, comprobado por los bastones....y las piernas que incluso con raquetas se hundían en algunos lugares. Nos fuimos separando y por detrás quedamos Mª Jesús y yo, que adelanto hicimos ya el resto de la ruta solos. Tras este collado de 1765 metros había que ascender a otra cumbre que el resto de compañeros decidieron rodear. Entre escobas subimos el poco desnivel hasta alcanzar esta cima de Peña Blanca cuya altitud es de 1782 metros a las16:35 horas.
Esta cima no tenía señal ninguna de cumbre y estaba cubierta por escobas completamente. No lejos había unas peñas a las que se acercó Mª Jesús en busca de tarjeta u otra señal de cima, sin resultado alguno. Aún así nos hicimos unas fotos en la misma, aunque no dejamos tampoco nada en ella. Enlazamos con un camino cercano que nos fue bajando hacia el collado posterior y que separaba esta cima de la Peña del Palomar, mucho más rocosa y con cresta destacable. La ruta no pasaba ya por ella, y además íbamos con el tiempo un poco ajustado. Al resto del grupo le habíamos perdido de vista.
Llegamos a dicho collado e iniciamos el descenso hacia el valle del arroyo Rioltamas siguiendo lo que en el mapa parecía un camino y que en realidad era loma con matorral bajo y nieve que por suerte no era muy complicado de sortear. Fue en ese tramo donde me di cuenta que había perdido el gorro de lana. Me lo había quitado para una foto poco después de la última cumbre, lo metí entre la mochila y la espalda para ocultarlo y se me olvidó ponerlo de nuevo, cayéndose al retomar la marcha. No merecía la pena volver a por él. Más abajo enlazamos con lo que parecía el camino más definido y poco después vimos las huellas de los compañeros. Por la derecha se elevaban las paredes rocosas de la Peña del Palomar con 1776 metros de altitud.
Una de las raquetas se me había ido aflojando y alguna vez que otra se me soltaba y quedaba enterrada en la nieve. La culpa era del matorral que evitaba que la nieve formase capa compacta para que las raquetas no se hundiesen, que para eso evidentemente sirven. En otra ocasión se me metió el bastón entre una de ellas y me tiró al suelo. Anteriormente me había caído totalmente de bruces en la nieve, y no fue la última, pero no solo yo......
Llegamos a un punto en el que las huellas se echaban directamente al valle por la ladera de fuerte pendiente llena de matorral. En ese punto nos surgió un dilema. Si les seguíamos y nos metíamos en una zona intransitable, ya que el valle parecía bastante cerrado, podíamos perder mucho tiempo e incluso tener que remontarlo de nuevo. Intenté contactar por teléfono con ellos, pero no tenían cobertura, minutos después me llamaron ellos, pero ya estábamos por delante. El track que yo llevaba seguía el camino, aparentemente, pero daba mucho más rodeo por otro valle. Al fin decidimos seguir la ruta prevista, que por otro lado estábamos haciendo en sentido contrario al del track ya desde el inicio, ya que al estudiarla y leer los comentarios me pareció más recomendable por el tramo anterior de matorral que hubiésemos pillado de subida.
Llegamos a un pequeño collado y nos echamos por una ladera al Este de nuevo entre más matojos que no supusieron mayor dificultad. Sí parecía verse el camino en la nieve por la vera de un robledal, pero daba más rodeo, y como apunto, por allí no se bajaba mal. Ya en la parte baja entramos a un escobar más alto, pero no muy tupido, en el que ya la nieve era más bien escasa. Por ello paramos y me quité las raquetas que eran innecesarias desde allí. No nos habíamos fijado, pero estábamos al lado del refugio Campar de la Ermita, el cual tenía yo marcado en el GPS pero unos metros más alejado. En este refugio en el que entramos encontramos una chimenea, una mesa de piedra cubierta por losas de pizarra, un banco y una parrilla metálica. Estaba muy bien cuidado. A su lado había una nave de ganado abierta por uno de los laterales. Un poco más alejada vimos una fuente con pilón. Eran las 18:00 horas y habíamos recorrido hasta allí 10,900 Km.
Desde este punto emplazado a 1480 metros de altitud entramos en un ancho y definido camino por el que en ese tramo bajaba un buen regato de agua. Frente a nosotros se iba ocultando el sol a esa hora formando un bonito contraluz. Los robles escoltaban el camino a ambos lados corriendo por la izquierda el arroyo Riobueno. Fuimos girando y entramos en la vaguada del arroyo Rioltamas llegando al cruce con el mismo en el punto en el que los compañeros se habían incorporado a este camino desde la parte alta de dicha vaguada. Las huellas en la nieve nos los confirmaban.
Tras un giro brusco continuamos avanzando por este camino que trazaba altibajos y zigzag siguiendo la orografía de las diferentes vaguadas que iba sorteando. Como dato apuntar que desde el refugio había 3,800 Km en línea recta al pueblo y sumaron 5,800 Km. Cruzamos más adelante el caudaloso barranco del arroyo Riomayor entubado también bajo el camino e iniciamos una ultima subida. Por delante, al Oeste, veníamos disfrutando de un atardecer espectacular con un cielo empedrado e iluminado por los últimos rayos solares formando todo ello verdaderas postales.
En la bajada ya hacia Curueña pasamos una zona de sucesivos profundos barrancos de tierra a modo de cárcavas que salvaban el camino para precipitarse ladera abajo. No tardamos en ver las luces del pueblo por delante de nosotros. Poco antes de entrar en él cruzamos un paso canadiense y dejamos atrás una fuente con pilón. A las 19:33 horas entrábamos en Curueña dirigiéndonos hacia la parte alta en la que habíamos dejado el coche, al que llegamos cinco minutos después. El GPS nos daba estos datos: 16,600 Km hechos y 725 metros de desnivel acumulado.
Allí estaban José Luis, que me había llamado un rato antes, y Guiomar. Valentín, Carmen y Terry habían marchado ya. Poco antes había pensado en algo que no tuvimos en cuenta por la mañana, y que por suerte coincidió bien. Habíamos aparcado los coches uno tras otro en una cuesta con salida solo hacia atrás. Si lo hubiesen tenido delante del mío no habrían podido marchar.
Nos cambiamos ya anochecido por completo e iniciábamos el regreso a León. Sin novedades hicimos el trayecto de vuelta y fui dejando a los compañeros en los puntos de recogida, llegando a casa poco después y finalizando una nueva ruta montañera.
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