lunes, 16 de septiembre de 2013

VIEGO - PRIMAJAS - CORNIERO - VALBUENA DEL ROBLO 15-09-13

2ª TRAVESÍA “VIEGO – PRIMAJAS – CORNIERO – VALBUENA DEL ROBLO – VIEGO”.

15-09-13       (Domingo)

En mitad del mes de septiembre hemos recorrido la ruta marcada como “PR-LE 49 Cuatro Pueblos”. Hace ya 9 años que la hice por primera vez comenzando en aquella ocasión en Primajas. Ahora decidimos hacerlo en Viego dado que ese tramo llano entre ambos pueblos nos servía para ir calentando y a la vez evitarlo al final de la ruta.
Nos reunimos en Guzmán los 8 participantes de la misma: Nati, Mª Jesús, Álvaro, Juan, Marcial, Tiquio con Rex, Consuelo y yo. Consuelo me había llamado días antes para apuntarse a la misma con nosotros. A las 8:00 horas salimos de este punto de la ciudad en los coches de Marcial y el de Tiquio para coger enseguida la autovía a Puente Villarente. Allí la abandonamos para seguir por la carretera hacia Boñar en el que hicimos una parada para desayunar. Minutos mas tarde retomamos la marcha hacia el pantano del Porma en cuya margen se encuentra el desvío al valle de Reyero. En pocos minutos llegamos a Viego cuando eran las 9:30 horas. Este pueblo está situado a una altitud de 1220 metros.
Tras aparcar los coches nos preparamos para la ruta y cargamos agua en las fuentes cercanas. En una de ellas nos sacamos una foto de grupo antes de comenzar la marcha a las 9:55 horas. Tras recorrer varios metros me di cuenta que había olvidado los bastones encima del contenedor donde había puesto la cámara de fotos. No fue este el único descuido que tuve con ellos.
Nos encaminamos hacia la entrada del pueblo de donde salía un camino con dirección Sur hacia Primajas, distante 2 Km. Entre praderías y alguna huerta transcurre el camino carretero que cruza algún arroyo del valle y que va describiendo varias curvas y vaivenes del terreno en algunos lugares acotado por alambres. Enseguida aparece al Oeste la cima del Susarón que sigue cerrada de nieblas altas. Poco a poco el camino se camufla entre la pradera ya agostada hasta que nos saca a la carretera a medio kilómetro de Primajas. Una serie de altos chopos escoltan este tramo de asfalto en varios puntos. Echando la vista atrás vemos aparecer la cumbre de Peña Terrionda en la dirección de Viego.
A las 10:30 horas entramos en Primajas, 1253 m, en el cual encontramos otro cartel de la ruta con el mapa y desniveles. A lo largo de la misma nos encontraríamos numerosos indicadores, y algunos que echamos en falta en lugares estratégicos como suele ser habitual. Cruzamos sus calles y llegamos a la curiosa ermita sin campanario y cuyas campanas cuelgan del arco de una de las ventanas del pórtico. Coincidió que estaba abierta y entramos a verla.
Abandonamos este pueblo con la misma dirección que traíamos entre más praderías de color amarillento. Ahora el camino se encuentra cubierto por una capa de piedra prensada a modo de asfalto sin brea que permite el acceso de cualquier vehículo. Enseguida apareció delante de nosotros Peña Ramil, a cuya vera se encuentra la primera de las colladas de la ruta. En las praderas vemos algo de ganado que dejamos atrás antes de comenzar a ascender más visiblemente metiéndonos entre algo de arboleda de haya y roble.
La pista describe varias curvas y recurvas cerradas en las que nos deja atrás un grupo de motoristas y algún coche. Echando la vista atrás contemplamos ahora algunas cumbres de los Mampodres así como otras que rodean los valles de Reyero o Solle: Peña Terrionda, Peña Joya, etc. En el valle vemos Primajas y Viego con el camino que baja desde la última collada de la ruta.
Poco a poco nos aproximamos a la Peña Ramil que comenzamos a bordear por su cara Oeste. En algunos tramos en el que pasan arroyos o regatos hay empalizadas de protección a ellos. También nos encontramos con un desprendimiento de parte del firme convenientemente balizado.
A las 11:25 horas llegábamos al collado de Las Camperas, 1427 metros, entre el pico del mismo nombre y la Peña Ramil. Llevábamos unos 5 kilómetros recorridos. Cuando hablo de “llegamos” me refiero a mí y a los que me acompañan en ese momento, ya que el grupo durante el camino se va disgregando y agrupando en diferentes puntos y algunos llegan mas pronto que otros.
En este collado, paso de la vertiente del Porma a la del Esla, hacemos una breve parada y reponemos fuerzas antes de comenzar el largo descenso a Corniero. Sin abandonar la pista, al menos algunos, ya que otros comenzaron a atajar vaguada abajo, fuimos perdiendo altura gradualmente siguiendo el trazado serpenteante de la misma. El valle en el que se emplaza Corniero se llama Primajinas, por el pueblo de dicho nombre que antaño existió en él.
Al lado del camino encontramos las primeras zarzamoras de la ruta con algunos frutos comestibles. Los pastos y el bosque cubren las laderas de dicho valle por el que poco a poco vamos perdiendo altura hasta situarnos paralelos al arroyo Primajinas que baja por nuestra derecha. Allí se suaviza la pendiente considerablemente hasta casi llanear. La arboleda cubre las márgenes del arroyo y los pastos el resto. Dejamos atrás los restos de una edificación de piedra y una fuente que mana por un tubo metálico antes de llegar a un merendero cercado. En pocos minutos divisamos el pueblo al que llegamos a las 12:40 horas. Corniero es el pueblo más bajo de toda la ruta y está a 1080 metros de altitud. Hasta allí llevamos recorridos algo más de 9 Km.
A la entrada del mismo vemos un cercado con algunas ocas grises que se alteran al acercarnos. Con ellas había también gallinas y gallos. Cruzamos por las palles de este pueblo en el que la piedra es el principal elemento arquitectónico. Vemos una curiosa fachada recorrida por una frondosa parra cargada de racimos aún por madurar. En un muro cercano nos acomodamos para descansar un rato y reponer energía para la subida siguiente, la más fuerte. Allí entablamos una breve conversación con dos vecinos del pueblo, ocasionales, según nos comentan.
A las 13:00 horas nos ponemos de nuevo en marcha siguiendo las indicaciones de dicha pareja, ya que allí la señal de salida brilla por su ausencia. Tomamos dirección Norte, más o menos, para meternos en un camino que desde el comienzo ya sube con buen ímpetu. Lo hace de momento entre arboleda que nos libra del sol, atenuado por las brumas que lo cubren desde por la mañana. Entre la misma, y desviándonos unos metros del camino, divisamos una amplia y bonita vista de Corniero.
El firme ya no es regular como el tramo anterior, si no que se encuentra destrozado por rodadas de maquinas y otros vehículos. Según avanzamos se abre otro valle por la izquierda, el de Ricuerna, por cuya ladera Este continúa el camino que enseguida se desvía para salir del mismo por una collada que nos pasa de nuevo al valle que sube desde Crémenes a Corniero. Allí la arboleda da paso a los arbustos y robles jóvenes entre los que vemos de nuevo este pueblo. El sol calienta ahora lo suyo y vamos buscando las pocas sombras de dichas plantas. La pendiente también se hace notar en este tramo.
Al cabo de media hora desde el pueblo llegamos a una bifurcación, esta bien marcada, que nos desvía hacia la izquierda para entrar de lleno en el robledal con buena sombra. No nos dura mucho este aliento ya que no tardamos en encontrarnos con los vestigios del fuego que había arrasado toda la parte alta de la loma desde el camino.
Más adelante éste gira a la izquierda en el que vemos una marca cruzada de “mal camino”. De frente nos metemos de lleno en un prado en medio del cual se ve una especie de palo y una piedra encima. Mientras los compañeros siguen esa dirección, yo decido seguir el camino a ver donde me lleva. A los pocos metros cambia de dirección entrando también al prado donde terminamos juntándonos de nuevo. Lo que veíamos era una de las estacas de la ruta, pero, ¿dónde está la del comienzo?
Continuamos ahora por unas camperas con arboleda dispersa entre la que vemos una especie de choza muy destrozada de lona verde y ramas, montada alrededor de un tronco y sujeta con alambres clavados. El camino va subiendo suavemente por las majadas hasta alcanzar en pocos minutos la collada del Prado Pando cuando eran las 14:05 horas. Estábamos a 1400 metros de altitud y llevábamos 12 Km. recorridos.
Por la collada atravesaba una alambrada divisoria con una cancilla así como un camino paralelo. Tras ella seguía la ruta que enseguida giraba a la derecha. La estaca que marcaba la dirección estaba rota y algunos compañeros la sujetaron a un tronco cercano. La vista desde aquel punto aún no era extensa y me acerqué más al borde del collado para contemplar desde allí una amplia panorámica de Las Pintas, Llerenes, Los Cantos y Castaño entre otras cumbres así como parte del valle de bajada a Valbuena del Roblo.
Avisé al resto para que se acercase a disfrutar de aquellas vistas y allí mismo, a la sombra de un arbusto, nos acomodamos para comer. Tras ello nos tumbamos un rato y después de sacarnos una foto retomamos la marcha a las 15:40 horas.
No tardamos en meternos entre un verde hayedo con un manto de helechos bajo sus copas. En algún tronco había tablillas de coto de setas. También en este tramo encontramos zarzamoras con frutos que paramos a degustar. A media altura cruzamos el arroyo del Lutero con apenas un hilo de caudal. El bosque quedó ahora a nuestra derecha mientras que por la izquierda subía una empinada ladera medio rocosa. Poco a poco fueron apareciendo prados cercados entre los que bajaba el camino más suavemente y a través de la arboleda vimos las primeras casas del pueblo.
A las 16:30 horas entrábamos en Valbuena del Roblo, 1160 m, tras 15 Km. recorridos. En una fuente a la entrada del pueblo hicimos una parada y luego continuamos atravesando las calles en las que encontramos algunas curiosidades. Bajo un portalón había un viejo carro de madera y en la fachada de una casa, una veleta con gallo incluida. Cubriendo unas chimeneas tenían las siluetas recortadas de un toro y una cigüeña.
Pasamos al lado de la iglesia y salimos por la carretera que baja a Crémenes. Según el mapa, la ruta se desviaba unos metros más adelante. Pues bien, tras bajar ya lo que consideramos demasiado sin encontrar el desvío, retrocedimos hacia el pueblo. Fue en ese momento, al volver a subir, cuando me di cuenta que había olvidado los bastones en la fuente. No sé como descubrí que los llevaba Mª Jesús con ella y los escondía. A pesar de ello les seguí la corriente y les dije que volvía a por ellos, siendo entonces cuando se arrepintieron y me avisaron.
El camino salía a la par que la carretera, pero sin indicador alguno, siendo las 16:55 horas cuando cogíamos el mismo. Ascendía por la ladera entre arboleda y con dirección Nordeste con Peñas Pintas frente a nosotros. No tardamos en divisar Salamón en el fondo del valle mientras el camino iba girando paulatinamente hacia el Noroeste. La vista que tuvimos entonces fue espectacular con una panorámica de varias cumbres con Peñas Pintas en el centro por encima de Salamón.
El sol comenzó a darnos de frente mientras en los pastos de las laderas vacas y terneros pacían plácidamente. Encontramos una mata de brunos de la que Marcial cogió algunos frutos. Dejamos un refugio cerrado a la derecha del camino que desde aquel punto acentuaba su pendiente considerablemente. Un cable en el suelo servía de cierre de una cancilla metálica que cruzamos. A la derecha nuestra teníamos la mole de Peña Terrionda y mas alejada, en el mismo cordal, Peña Joya. Cruzamos otro cercado de madera y llegamos a una fuente con pilón de piedra circular. A las 18:15 horas llegábamos al collado de Viego situado a 1410 metros de altitud y a unos 18 Km. del inicio de ruta.
A la orilla del camino nos sentamos cómodamente a descansar un rato y algunos nos tomamos un tentempié. Luego subimos unos metros por la ladera para ver si aumentaba la perspectiva de una parte de Picos de Europa que veíamos y que no conseguimos localizar cual era. Hacia el Oeste contemplábamos parte del valle de Reyero con Primajas en él y detrás asomaba la cumbre del Susarón. Al lado de un árbol vimos algunas piedras de sal para el ganado.
Poco después de las 19:00 horas reiniciamos la ruta para descender los últimos 2 kilómetros hasta Viego. El camino bajaba por la vaguada zigzagueando por la ladera en la que también encontramos ganado pastando. Cruzamos otra portalada de un cercado y no tardamos en divisar Viego entre la arboleda del fondo del valle. Nos fuimos acercando al mismo mientras se suavizaba la pendiente hasta llegar al cementerio de la localidad. Tras dejarlo atrás nos encontramos en un prado a una vaca y el ternero que acababa de nacer hacía escasos minutos.
A las 19:45 horas entrábamos en Viego por la calle en la que teníamos los coches cerrando así el circuito de algo más de 20 kilómetros de la ruta. Allí mismo nos cambiamos el calzado para emprender el viaje de regreso poco después. Decidimos entrar a tomar un refrigerio en el bar de Pallide, en el que hace unos años celebramos un encuentro del club. En el mismo pueden admirarse numerosos trabajos artesanales de madera así como otros muchos con material reciclado. A las 20:45 horas nos poníamos en carretera hacia León donde llegamos sin novedades una hora más tarde.
Una larga pero bonita ruta en la que disfrutamos de bellos paisajes y de la arquitectura rural de los pueblos que cruzamos.
























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