lunes, 11 de febrero de 2013

SAN FACUNDO - MATAVENERO - POIBUENO 10-02-13

 


2ª TRAVESÍA “SAN FACUNDO – MATAVENERO – POIBUENO – SAN FACUNDO”.

10-02-13             (Domingo)

No hay manera de seguir este año el calendario previsto. Un vez más nos hemos visto obligados a modificar la ruta programada para este día, Peña Hoguera, en Maraña, por la gran cantidad de nieve acumulada en la zona. Para no dejar vacante la fecha, nos hemos decidido a recorrer otra ruta un poco más al Suroeste, concretamente la de Matavenero, muy marcada, sin nieve en la zona y de 12 Km. de recorrido.
En Guzmán nos reunimos a las 8:30 horas los 8 participantes: Pedro, Carmen, Mª Jesús, Álvaro, Nati, Antonio, José Luis y yo. En los coches de José Luis y el mío emprendimos el viaje por la nacional hacia Astorga mientras nos caía la lluvia y el cielo se cerraba cada vez más. Subiendo el Manzanal se cerró la niebla y la lluvia se convirtió en nieve cubriendo el asfalto con una fina capa. Ya bajando este puerto nos desviamos en la salida de Torre del Bierzo entrando en dicho pueblo minutos más tarde. Aquí nos detuvimos a tomar un café mientras llovía de nuevo. Siguiendo las carreteras secundarias de la zona llegamos a San Facundo, 750 m, tras 95 Km. y cuando eran las 10:15 horas.
Aparcamos los coches a la entrada y nos preparamos mochila al hombro además de chubasqueros y paraguas para la incesante lluvia. A las 10:40 horas emprendimos la marcha por sus calles investigando la salida hacia el valle. Tras dejar atrás las últimas casas del pueblo nos metimos en un ancho camino entre castaños de gran grosor y paralelos al río Real o Argutorio que nos quedaba a la izquierda. No tardamos en llegar a un puente de hormigón que nos pasó a la margen contraria por la que seguía el camino. Enseguida nos encontramos un indicador de madera con la inscripción “Matavenero – Poibueno” que nos desviaba hacia un sendero que comenzaba a ascender por la ladera de la izquierda del valle entre matorral y arbustos.
En pocos minutos nos situamos a una buena altura sobre el valle en cuya parte alta vimos algunos molinos eólicos. El sendero transcurría ahora a media ladera con vaivenes y algunas zonas rocosas. De esa forma nos ubicamos sobre la presa que embalsa el agua y que luego suministra a los pueblos cercanos. Nos sacamos una foto de grupo y seguimos caminando por la senda ahora suspendida sobre el cañón. Enseguida vimos en una roca la pintura de un arco iris, uno de los símbolos de los ecologistas afincados en Matavenero que luego veríamos en varios lugares más. En el embalse vimos también numerosos patos.
Siguiendo el sendero comenzamos a descender bruscamente hasta situarnos al nivel mismo del río. No lejos nos encontramos el segundo puente, esta vez de troncos de madera con una curiosa estructura en forma triangular. Tras pasarlo volvimos a ascender entre bosque con árboles cubiertos por líquenes y musgo. Cruzamos poco después un pequeño arroyo que bajaba por la derecha hacia el principal y dejamos atrás unas paredes de piedra también cubiertas por el verde manto.
A las doce del mediodía llegábamos a la bifurcación de los dos pueblos, Matavenero y Poibueno. Nos metimos en el ramal derecho hacia el primero de ellos subiendo de continuo hasta salir luego fuera de la arboleda. Antonio y Carmen se encaramaron a una roca que se metía hacia el cañón, aunque no era muy apropiado dado lo resbaladizo de la piedra.
Seguimos el sendero con buena altura sobre el río contemplando una amplia vista de todo el cañón. Así llegamos a un punto desde el que ya vimos algunas viviendas de Matavenero en lo alto de una loma, aunque la mayor parte del pueblo se emplazaba detrás de la misma. Para llegar a él nos metimos en una vaguada lateral por encima de la cual hay restos de más edificaciones derruidas. Al fondo de la misma bajaba un arroyo cerca del que encontramos un gran castaño en el que nos encaramamos a sacarnos unas fotos. Por allí estuvimos recogiendo algunos de sus frutos antes de retomar la marcha por el sendero que de nuevo comenzaba a ascender. Pocos metros más adelante se encuentra un gran tronco con forma de puente bajo el cual pasamos algunos.
El sendero serpenteaba por la ladera bajo las casas del pueblo y entre castaños. En esos momentos comenzó a llover copiosamente y así entramos en Matavenero, 1050 m, a las 13:20 horas. Caminamos entre sus casas reconstruidas de forma artesanal y con materiales reciclados en su mayoría hasta llegar a la altura del bar, situado en una de las construcciones del centro del poblado. Algunos ya habían entrado y el resto les seguimos al interior en el que había varios jóvenes y algunos niños. Allí estuvimos unos minutos de charla y algunos tomaron café.
De nuevo fuera salimos por otro sendero en busca de algún lugar para comer. Por debajo, en una campa, tienen una gran estructura medio circular similar a la carpa de un circo a la que nos acercamos. Nos dio reparo entrar en ella sin haber pedido permiso y al final nos acercamos hasta una casa con un pequeño porche bajo el cual nos permitió comer la joven que la habitaba. Eran las 13:55 horas.
Arreciaba la lluvia mientras comimos allí resguardados y acompañados por algunos gatos que había que vigilar de cerca para que no nos llevasen algún bocado. Media hora después, y tras agradecer la atención a la chica, nos pusimos en marcha hacia Poibueno. El sendero comenzaba a bajar hacia la vera del río en el que se emplaza dicho pueblo. Cruzamos un arroyo y nos situamos por encima del cañón principal. Por la derecha dejamos atrás una zona de pared rocosa antes de llegar a otra cercada con alambrada y varios castaños de gran grosor en su interior así como una vivienda en obras. Algo más abajo salvamos una cancilla de alambre y otro arroyo antes de cruzar un tramo bajo túnel de arbustos. Un último descenso más pronunciado nos llevó al río que atravesamos por un puente de troncos de madera hacia la parte del pueblo en sí. Eran las 14:55 horas y estábamos a 900 metros de altitud.
En este despoblado pueden verse las ruinas de una gran iglesia con una torre cuadrada dentro de la cual hay una escalera de caracol que la asciende. La mayor parte de las casas están derruidas, aunque vimos alguna recuperada también de forma singular. Un indicador de madera nos señaló el retorno a San Facundo por un sendero de roca bajo el cual, a la vera del río, vimos un merendero. No tardamos en comprobar como la lluvia se convertía en granizo y escuchamos un trueno sobre nosotros, lo cual no era buena señal.
Mientras el suelo se cubría de bolitas blancas, comenzamos a ascender sobre el cauce trazando el sendero varios vaivenes de desnivel. Así llegamos a una cerrada curva al lado de la cual se precipita el río en varias cascadas en el llamado Pozo de las Ollas. Poco después se puede uno desviar unos metros para ver este bello rincón de la ruta. Desde allí pudimos divisar algunas casas de Matavenero en la ladera contraria y con los tejados blancos del granizo.
La ruta seguía a media ladera subiendo y bajando pequeños vaivenes entre zonas de roca y arbustos. Así comenzamos un descenso más continuo que nos llevó al fondo del valle en el que encontramos un puente muy similar al anterior de estructura triangular. Como anotación comentaré que la vez anterior, hace 9 años, no había o no encontramos dicho puente y tuvimos que atravesar el arroyo por unos troncos precarios que localizamos.
Situados en la margen contraria seguimos el sendero a la vera del río durante un buen tramo entre arboleda y cruzando algunos pedreros que se desplomaban de la parte alta por la que se trazaba el sendero de ida. Pasamos otro pequeño puente de maderas sobre un regato y cuando eran las 16:20 horas cerrábamos el lazo en el punto de confluencia con el ramal de Matavenero.
Comenzamos entonces a coger altura sobre el río y pasamos algunos regatos laterales más antes de bajar luego al puente antes comentado. De nuevo ascendimos ya con la presa a la vista y numerosos patos, o aves similares, en sus cercanías. Con la lluvia constante dejamos atrás el embalse y empezamos a descender. Al ir en ese sentido vimos las instalaciones de la piscifactoría que hay en el río. Bajamos a la altura del cauce y cruzamos el último puente de la ruta. Por el ancho camino nos dirigimos a San Facundo del que nos distaba alrededor de 500 metros.
Cuando entrábamos los últimos en él, a las 17:00 horas, comenzaba a nevar con fuerza. Por sus calles, con nombres escritos en bonitas placas decoradas, llegamos a la explanada donde teníamos los coches. Los acercamos hasta una casa con un pequeño tendejón en el que pudimos cambiarnos y a las 17:40 horas emprendíamos el regreso bajo una gran ventisca de nieve.
Durante el trayecto abrieron algunos claros, aunque pasando el puerto Manzanal vimos varias quitanieves despejando la calzada. Ya cerca de Astorga volvió a despejarse y nos desviamos hacia esta ciudad en la que habíamos decidido parar. Aparcamos y estuvimos tomando unos chocolates con churros en una cafetería céntrica. Cuando salimos una hora después nevaba también allí. A las 19:25 horas emprendíamos el último tramo a la capital y la nieve fue quedando atrás. 50 minutos más tarde llegábamos a Guzmán.
A ver si el tiempo comienza a darnos tregua y podemos empezar a seguir el calendario programado, o al menos que nos vaya dejando hacer alguna alternativa.






















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