domingo, 9 de enero de 2011

BRAÑACABALLO O CUETO MILLARÓ (Piedrafita La Mediana) 09-01-11

 


4ª ASCENSIÓN AL “BRAÑACABALLO”.

09-01-11         (Domingo)

Con una previsión del tiempo bastante regular, comenzamos este nuevo año con la salida programada en el calendario del club, la ascensión al Brañacaballo desde el pueblo de Piedrafita. Nos animamos a la misma siete componentes del mismo: José A., Adelino, Álvaro, Roberto, Nati, Gabriela y yo.
A las 8:00 horas salimos de Guzmán en los coches de Gabriela y el mío. Por la carretera del Torío avanzamos hacia Piedrafita. El cielo se mantenía nublado y con algo de niebla. Gabriela se desvió para echar gasolina mientras nosotros continuábamos en busca de un bar abierto que no encontramos para tomar un café. Al final llegamos a Piedrafita, 1300 m, donde estuvimos un poco esperando por los compañeros y allí sí tomamos un café en el bar de dicha localidad. Estaba bastante frío y las nieblas cubrían las cumbres. El río Torío bajaba con un caudal bastante considerable como ya vimos al pasar las Hoces de Vegacervera.
Ya eran las 10:10 horas cuando emprendimos la marcha saliendo del pueblo por un camino que se adentraba en el valle de Riosol. Atravesamos un puente sobre dicho cauce y comenzamos enseguida a ganar altura. Frente a nosotros, en la cabecera del valle, podíamos distinguir varias cumbres que a ratos quedaban despejadas de nieblas. El camino estaba cubierto por una capa de escarcha al igual que las praderías cercanas al río. Serpenteaba por la margen izquierda de éste siguiendo la orografía del terreno. No tardamos en encontrar el primer arroyo que bajaba por la ladera y atravesaba el camino por un desagüe colocado a tal efecto. Bajaba entre arboleda formando un bello rincón.
Poco a poco fuimos contemplando la parte baja del valle echando la vista atrás con el pueblo al final del mismo. También hacia delante se abrían ahora varios claros entre los que se colaba el sol que iluminaba las cumbres nevadas. La ropa iba sobrando ya que la pendiente en algunos tramos era considerable. Nos encontramos más adelante con otro arroyo lateral que formaba una serie de bonitas cascadas con las que nos sacamos una foto.
En el camino cada vez encontrábamos mas nieve hasta que quedó cubierto por completo. Era bello ver las laderas tapizadas de matorral totalmente escarchado. Por debajo, el río se encajonaba en un estrecho cañón cuyas paredes rocosas también se cubrían del blanco manto. Al fondo del valle comenzamos a distinguir unas bonitas cascadas de “cola de caballo”. Por encima de ellas se veían las laderas cubiertas de nieve y bastante empinadas. En principio íbamos creídos que había que alcanzar la collada que estaba en aquella cabecera, pero vimos como el camino daba un brusco giro a la izquierda dirigiéndose al sur. Estudiando el mapa comprobamos que efectivamente era a otra collada situada en esa dirección a la que había que acceder. Tras hacer un zigzag llegamos a las ruinas de un chozo que venía marcado en el mapa y que se emplaza a unos 1700 metros de altitud. Eran las 11:45 horas.
Ahora había despejado aún más y lucía el sol cambiando totalmente el paisaje. Mientras José Antonio ya se había adelantado ladera arriba, Nati había quedado a su aire por detrás. El resto estudiamos la mejor ruta para seguir ascendiendo ya que el camino daba otro giro y regresaba por la ladera un poco por encima. Este siguiente tramo a la cresta era empinado y con trozos de nieve mas o menos blanda. Cada uno elegimos una ruta diferente que mejor vimos. Yo opté por dirigirme hacia una loma que subía por el medio de las dos vaguadas. Para llegar a la misma atravesé una zona de nieve en la que me hundí un poco, pero lo salvé. A partir de allí tenía un tramo no largo pero muy pendiente hasta suavizarse en la parte alta de dicha loma. Me lo tomé con calma y lo subí sin dificultad alguna. A José Antonio ya no le veía. Mientras Álvaro iba tras sus pasos, Gabriela, Adelino y Roberto se habían decidido por el medio de la vaguada alcanzando la loma poco después. A Nati la veíamos ahora cerca de los restos de la cabaña. En la parte contraria de la vaguada pudimos ver una curiosa formación rocosa en forma de túnel.
La vista era cada vez más amplia y contemplamos el valle con el pueblo al fondo y tras él, algo alejada, una cumbre nevada que supusimos se emplazara en la zona de Vegarada. Por el alto de la loma aquella la nieve no se acumulaba tanto y se ascendía más o menos cómodamente. El sol seguía iluminando el paisaje haciéndolo resplandecer con la nieve. La última parte de la ladera antes de la cresta se inclinó una vez más y nos costó un último esfuerzo. A las 13:05 horas llegamos Adelino y yo a esta cota de 2000 metros situada entre el pico La Foya y el Alto del Sexteo.
Allí nos reunimos con Álvaro, Gabriela y Roberto y nos sacamos unas fotos mientras veíamos como la niebla nos envolvía totalmente. Por aquella cresta transcurría una alambrada atada a unos hierros en los que la nieve helada se pegaba a ellos formando un “bastón” paralelo.
Retomamos la marcha a la par de la misma y con dirección Noroeste siguiendo las huellas de José Antonio. Hacia la parte del valle pudimos ver una gran cornisa de la que prudentemente había que desviarse. La caída en algunos lugares era vertical del todo. Hacia el Oeste, los jirones de niebla dibujaban unos bellos efectos de luces y sombras con el sol.
Bordeamos el Alto del Sexteo y entre la niebla vimos la última pendiente a la cumbre. En la misma encontramos trozos con nieve helada, aunque no tan dura como para ponernos en peligro. Vimos como José Antonio comenzaba a bajar a nuestro encuentro hasta alcanzarnos. Por mi parte comencé a sufrir los temidos calambres en los muslos que me paralizaban. Me fastidió un poco ya que iba en mejor forma de lo que creía tras un mes de relax........ y las Navidades. Tuve que ralentizar el paso y así fui subiendo más o menos bien y poco por detrás del resto.
A las 14:25 horas alcancé la cumbre del Brañacaballo con una altitud de 2188 metros. En dicha cima hay un punto geodésico y un hito de rocas entre el cual no encontramos buzón alguno. La nieve se moldeaba en torno a ellos dibujando una bonita estampa. Estuvimos estudiando dónde poder acomodarnos para comer un poco a la abrigada, aunque vimos que no había lugares apropiados. No es que hiciese mucho frío, ya que no soplaba viento alguno, pero la niebla y el mismo sudor de la subida nos hacía estar incómodos. Decidimos aún así comer allí mismo en torno al punto geodésico sin detenernos demasiado. Nos sacamos antes unas fotos y dejamos la tarjeta en un bote entre las rocas. El paisaje era nulo salvo algunos retazos que se distinguían entre la niebla. Durante un rato se escapan copos de nieve en forma de granizo pequeño.
Apunto en este momento que en esta cima he acampado un par de veces en dos de las tres veces anteriores que la he ascendido.
A las 15:10 horas emprendimos el descenso por la misma loma de subida. Ahora los tramos helados patinaban más y había que tener cuidado en ellos. Como si adrede lo hubiese hecho, empezó a despejar de nuevo según bajábamos comenzando a salir el sol entre la niebla. Al llegar a la altura del Sexteo teníamos la cumbre del Brañacaballo totalmente despejada y soleada. Aprovechamos para sacarnos unas fotos con la misma de fondo los cuatro que quedábamos por detrás. Era realmente un espectáculo visual el juego de luces y sombras del sol entre las nieblas y los contraluces que formaban.
Continuamos el descenso hacia la collada desde la que ya nos reclamaba José Antonio, el cual había escrito en la nieve “Javi tardón”. Allí nos sacamos otra foto juntos con la cumbre aún visible de fondo, aunque por poco tiempo ya que la niebla comenzaba a bajar de nuevo a nuestro encuentro. Nos cubrió parcialmente mientras bajábamos la pendiente ladera hacia el valle. Roberto metió la pierna hasta el fondo en uno de los huecos que no se veían entre las escobas.
A las 16:30 horas llegamos al chozo derruido donde nos incorporamos al camino. Algunos atajaron los zigzag del mismo mientras otros decidimos seguirlo. La niebla ya quedaba arriba y vimos de nuevo el valle. También la nieve iba quedando atrás según descendíamos por éste, en el que ahora encontramos más barro. Parecía que el pueblo se alejaba ya que el camino daba tanta vuelta que pensábamos no llegar nunca.
A las 17:45 horas entramos en él atravesando primero el puente sobre el arroyo Riosol y luego otro sobre el río Torio. Al lado mismo de este último teníamos los coches donde terminamos esta primera ruta del año.
Nos cambiamos allí mismo y en el bar, en el que estaba Nati jugando unas partidas con unos vecinos, nos tomamos un café. Eran las 18:30 horas cuando salimos del mismo para emprender el viaje de regreso. Yo iba pidiendo no tener la mala racha de pinchar una rueda, ya que el día antes me había pasado y no la tenía arreglada. Por suerte transcurrió el regreso sin novedades y llegamos a León en algo menos de una hora. Dejé a Roberto y Adelino frente a su casa y a Nati al lado de la suya antes de llegar yo a la mía sobre las 19:40 horas.
De esta manera transcurrió esta primera actividad del club Cumbres de León de este 2011. Si todas las programadas se diesen al menos como ésta nos dábamos por satisfechos. Ya se irá viendo.












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