lunes, 8 de marzo de 2010

VALLE DEL PUERTO (Villafeliz de Babia) - 07-03-10

 


1ª TRAVESÍA “VILLAFELIZ-VALLE DEL PUERTO”.

07-03-10          (Domingo)

Dentro del calendario teníamos para este fin de semana la ascensión al Morronegro, en Babia, lo cual no pudo ser por la climatología adversa de este invierno que nos ha hecho modificar los planes previstos.
Nos levantamos este domingo con lluvia e incluso medio nieve. Tras recoger a Mª Jesús y a Arancha nos dirigimos a Guzmán donde fue llegando el resto de los 11 participantes: Mateo, Gabriela, José Antonio, Alejandro, Antonio, Álvaro, Adelino y Roberto. En los coches de Antonio, José Antonio y el mío nos distribuimos para comenzar la marcha sobre las 8:30 horas. Salimos por la carretera hacia La Magdalena viendo como nevaba cada vez más y se cubría el suelo de blanco. Tras bajar el portillín de Camposagrado nos detuvimos a deliberar. El panorama era feo con las cimas cubiertas de niebla y seguía nevando. Optamos por seguir hasta Villafeliz y detenernos a ver allí cómo estaba la cosa.
Por la autopista pasamos el tramo del pantano y salimos hacia Luna primero y Babia a continuación. Así llegamos a Villafeliz donde entramos con el mismo panorama que teníamos. Algunos conocían una ruta que transcurre por el valle del río Puerto y comunica con Casa Mieres. Nos preparamos para la misma y comenzamos a caminar sobre las 10:00 horas. Atravesamos el pueblo para salir por un estrecho camino hacia el Este por encima de las praderías. Poco a poco comenzamos a ascender por él hacia una collada en la que vimos una caseta de obras allí instalada.
Entre la niebla veíamos algunas cimas de esa parte con una ligera capa de nieve. El camino estaba embarrado y por él nos fuimos metiendo al propio valle del río del Puerto que no llegaba a pasar por el pueblo al desviarse antes hacia el Sur. Enseguida entramos en un angosto cañón por el que el camino iba a media ladera. En el fondo del mismo vimos una cascada de salto considerable. Allí el paisaje era muy abrupto y rocoso. De vez en cuando aparecía el sol medio eclipsado por las nieblas altas, pero seguía nevando débilmente. Algo más arriba se abrió un poco el cañón y comenzamos a ver las cimas que rodean todo este valle glaciar.
No tardando alcanzamos una nueva collada que daba paso a este impresionante valle de largura y anchura considerable. La vista del mismo era espectacular con las cumbres nevadas rodeando todo el perímetro. Al lado de una enorme roca estaban reunidos los compañeros que iban por delante y hacia ella nos dirigimos el resto. Eran entonces las 11:20 horas. Allí estuvimos sopesando las opciones de la ruta. Por una parte podíamos ascender a cualquiera de las cimas que teníamos alrededor nuestro y por otro continuar valle adelante hacia la collada que da paso a Casa Mieres y para la que aún faltaba un buen trecho. La primera de las opciones la descartamos ya que las laderas estaban cubiertas de nieve en un estado que no sabíamos. Además, aunque había abierto un poco, no se veía que ello pudiera evolucionar a mucho mejor.
Retomamos la marcha por el camino que atravesaba el valle de lado a lado bajando poco después al nivel del arroyo. Apenas había desnivel en todo este tramo de cerca de dos kilómetros, más o menos. Según avanzábamos íbamos encontrando más nieve en el terreno y la niebla se nos cerraba por delante. A nuestra izquierda vimos un refugio por debajo de las laderas de los picos y delante de él varios montones de rocas que no supimos el motivo de su existencia.
Poco a poco dejamos atrás esta gran vega y nos metimos en otra zona más angosta a la vez que íbamos girando al norte siguiendo el camino ya totalmente blanco. Al lado del mismo vimos un par de bañeras usadas como bebederos del ganado. Ahora ascendíamos más certeramente y cogimos un buen desnivel hacia el río apenas visible entre la niebla. Así alcanzamos otra especie de collado que dio paso a otra vega totalmente invisible. Siempre siguiendo a los que ya habían hecho la ruta, y que la niebla también llegaba a despistar, fuimos avanzando por el medio de aquel manto blanco rotulado de arroyos que tuvimos que atravesar una y otra vez. En uno de ellos vimos como una pequeña zona casi libre de nieve formaba a groso modo el mapa de España. Fue aquí donde José Antonio marchó “a su bola” mientras el resto seguíamos más o menos los arroyos como única referencia.
Al cabo de un rato dimos un giro visible abandonando el fondo del valle y entrando en la ladera de otra vaguada donde encontramos algo de matorral bajo y algunos árboles. De primero pensé que íbamos por el mismo valle y estábamos retrocediendo por la ladera hasta que comprobé que no era así. Claro, al ser una ruta improvisada no llevábamos mapa de la zona.
Allí el sendero ya había desaparecido y por lo visto el camino iba por la parte alta. Algunos tramos los subimos directamente hacia arriba, pero la nieve comenzaba a ser abundante y había trozos en los que metíamos las piernas hasta abajo. Así llegamos a unas rocas donde nos detuvimos a deliberar.
La niebla era cerrada del todo y no se veía absolutamente nada. Por otra parte, pérdida no había ya que en caso de apuro era seguir las huellas dejadas, siempre que no comenzase a nevar copiosamente y las borrase, aunque ahora incluso no caía nada. Según Mateo, en la collada había unas brañas a las que podíamos llegar aunque no bajásemos luego a Casa Mieres. La cuestión era encontrarlas en medio de la nada. Cómo había división de opiniones en seguir o no, se hizo una votación ganando la primera opción siempre y cuando no arriesgásemos más de la cuenta. Eran entonces las 13:30 horas.
Continuamos el avance por el medio de la ladera llegando poco después a una alambrada que atravesamos. Subimos entonces paralelos a ella hasta salir por fin al camino, aunque éste apenas si era perceptible entre la nieve. De hecho enseguida se nos perdió de nuevo en la ladera y seguimos como anteriormente avanzando hacia arriba pero sin rumbo fijo.
No tardaron en detenerse los primeros al ver que no se veía absolutamente nada y no había rastro de cabaña alguna. Es más, no sabíamos incluso si estábamos en la ladera ya por encima de la collada o no. De José Antonio no sabíamos nada tampoco. Eran las 14:05 horas.
Optamos entonces por emprender el regreso y detenernos en las rocas anteriores a comer. Volvimos sobre nuestras huellas hasta la zona del camino visible. Allí también hubo una pequeña discrepancia ya que algunos opinaban de seguirle, aunque la mayoría creímos que era mejor no arriesgar más y volver sobre las huellas dejadas. Bajamos el tramo de más pendiente y volvimos a cruzar la alambrada llegando enseguida a las rocas donde nos acomodamos para comer. Eran las 14:20 horas.
Durante la comida pasamos un buen rato de charla y bromas con el licor y el vino que Adelino llevaba. Seguíamos sin saber nada de José Antonio, lo cual nos preocupaba un poco, pero cómo es habitual en él que marche a su aire, esperábamos que supiese lo que hacía. Cuando ya estábamos terminando llegó él tras haber subido al alto de la sierra de Los Grajos, según nos dijo.
Una hora más tarde nos pusimos de nuevo en marcha todos juntos. En algunos momentos de la ruta nos habíamos ido sacando fotos de grupo, algunas de las cuales hice secuenciales para luego meter en los montajes con algo de humor. Cerca del arroyo podía verse la nieve acumulada que en algunos lugares era de un metro.
Ya en la parte baja abrió un poco la niebla dejándonos al menos ver un poco el valle aunque no la mayoría de cimas. No sé por qué los primeros se fueron desviando de las huellas y terminamos yendo cada uno por un lugar diferente. De pronto oí que me llamaban los de adelante, que habían parado en una pequeña hondonada con una pendiente hacia ella. Pues bien querían que sacase el plástico que siempre llevo para hacer “culoskí” en ella. Así lo hice y nos pusimos a resbalar en aquella pendiente sin peligro alguno estando allí una hora en la que lo pasamos realmente divertido. Con la cámara grabamos estas bajadas vertiginosas, tanto de espectador como en vivo mientras bajábamos sentados o tumbados de cabeza.
Ya eran las 17:00 horas cuando decidimos dejarlo ya que además la niebla comenzaba a cerrarse de nuevo. Retomamos la marcha comenzando a descender por el estrecho camino que nos metía en la parte angosta del cañón. Ahora sí se veía el fondo del mismo así como alguna vaguada lateral. Fuimos girando con el valle y salimos a la zona más amplia del mismo. En un roquedal por encima de la ruta había unas antiguas trincheras de la guerra y algunos decidieron subir a ellas. Mientras otros quedamos un rato esperando antes de continuar. Antonio y Mateo ya se habían adelantado mientras estábamos resbalando anteriormente. En el cielo vimos algunos claros azules que tardaron poco en desaparecer.
Sin más entramos en la enorme vega mientras se nos unían los que habían subido a las trincheras y así continuamos juntos atravesando la misma. De frente veíamos cómo se oscurecía el cielo y por detrás bajaba la niebla. También ahora nos desviamos del camino de ida y subimos unos metros por encima del fondo del valle. Más adelante algunos bajamos a retomar este camino mientras otros seguían por el sendero que al final se unía con el anterior. En la collada del fondo vimos dos siluetas y supusimos que eran las de Antonio y Mateo que ya había llegado a ella. Nosotros tuvimos que subir unos metros hasta la misma alcanzando ésta cuando eran las 18:30 horas.
El camino llaneaba unos metros antes de comenzar el descenso por la segunda parte angosta del cañón. Aquí comprobamos la pendiente considerable de algunos tramos de este recorrido. Por la mañana íbamos frescos y los subimos sin casi enterarnos. En las laderas vimos cómo se había ido bastante nieve desde por la mañana. La niebla habría contribuido a ello ya que la nieve caída era insignificante.
El camino serpenteaba por el cañón bajando de continuo. En medio de él había una gran roca en la que por la mañana no había reparado y no era reciente su caída. A las 19:00 horas llegué a la collada que dividía el cañón del valle de Villafeliz desde donde ya se divisaba el pueblo. En los prados bajo el camino pastaban varios caballos de negro pelaje. Cinco minutos después de pasar por la collada entraba en el pueblo pasando al lado de algunas casas en rehabilitación. Encima del muro de una de ella había un gran arca de madera antiguo. Antes de llegar a la plaza donde teníamos los coches pude disfrutar de otro bello paisaje formado por el contraluz del campanario de la iglesia con algunas cumbres de fondo.
A las 19:10 horas terminaba la ruta en dicha plaza donde los compañeros se arremolinaban en torno a la fuente limpiando ya el calzado, polainas, etc., lo cual hice yo también luego. Mientras nos cambiábamos comenzaron a escaparse algunas chispas de nieve. Por allí se acercaron dos perros, un enorme mastín y otro más pequeño de diferente raza.
Decidimos parar en Sena de Luna a tomar un refrigerio y hacer las cuentas. En el mesón estuvimos una media hora antes de emprender el regreso a León. Durante los primero kilómetros estuvo nevando y luego cesó. En La Magdalena salimos de la autopista continuamos el viaje por carretera hasta llegar a la capital sobre las 21:15 horas. Aquí fui dejando a Gabriela, Arancha y por último a Mª Jesús antes de llegar a casa.
Por segunda vez en este año no conseguimos el objetivo programado, incluso en esta ocasión ni lo intentamos. A ver si de aquí en adelante va cambiando el tiempo y podemos realizar las actividades sin tantos contratiempos, retrasos o aplazamientos.



















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