lunes, 16 de noviembre de 2009

POLANCO - MELEROS - BOYERIZA (Geras de Gordón) - 15-11-09

 


(Nota: La denominación correcta es "Arroyo Polanco", no "Arroyo Palanco".

1ª TRAVESÍA “GERAS DE GORDÓN- ARROYO PALANCO-

ARROYO MELEROS- GERAS DE GORDÓN”.

15-11-09       (Domingo)

Tras el intento fallido por la climatología del fin de semana pasado de la ascensión al pico Loto, en Remolina, excursión a la que no pude ir, este siguiente nos ha ocurrido otro tanto. En esta ocasión ni siquiera nos planteamos ir hasta allí y optamos por quedar más cerca y realizar una sencilla ruta improvisada en Geras de Gordón.
Amaneció este domingo totalmente cubierto y con lluvia constante. Recibí la llamada de José Antonio para ver si merecía la pena o no salir, pero ya preparados y demás, le respondí que me parecía mejor seguir con los planes y a lo que saliese.
Le recogí a él y a Mateo en el paseo de Salamanca y seguidamente a Antonio y a Álvaro en otros puntos cercanos a sus domicilios. Aquí fue donde decidimos la ruta a realizar tras algunas propuestas. Salimos de León por la carretera de Asturias poco después de las 9:00 horas. La lluvia seguía incesante y ya adelanto que con mas o menos intensidad, así se mantuvo el resto del día.
En Pola de Gordón nos desviamos hacia el puerto de Aralla en cuya carretera se encuentra Geras de Gordón, 1140 m. Entramos en el bar a tomar un café y prepararnos para la ruta. A las 10:35 horas la emprendimos saliendo del pueblo por la carretera hacia el puerto abandonándola enseguida para meternos en unos prados con laderas encharcadas. Atravesamos un arroyo y nos situamos en el alto de una de las lomas encaminándonos hacia el desfiladero de Palanco. Pasamos entre algunos árboles aislados y con hojas amarillentas que destacaban en los verdes prados.
Poco a poco nos fuimos acercando al paso estrecho con altas paredes a ambos lados. Allí encontramos el camino que transcurría unos metros por encima del arroyo Palanco. Éste estaba formado a trozos por una armadura de piedras sobre el cauce. El firme parecía una calzada romana empedrada y bien conservada en muchos tramos. Unos metros más adelante se abría un poco el desfiladero y comenzamos a ver altas paredes bajo las que crecían bosques de hayas. Numerosos pedreros caían por las empinadas laderas del cañón.
En un determinado punto tuvimos que atravesar el arroyo saltando sobre el cauce en una estrechez del mismo. El camino, convertido en sendero, seguía paralelo al arroyo, ahora por la parte derecha nuestra. Las zarzas y arbustos crecían a los lados del mismo. Así llegamos a una zona donde pudimos ver a nuestra izquierda tres altas agujas de roca alineadas y perpendiculares al sendero. Era impresionante la vista de las mismas desde abajo y entre la niebla, en la que poco a poco nos metíamos.
A las 11:45 horas llegamos al final del desfiladero donde el valle se abría y se bifurcaba. De frente se puede subir hacia el Cerro Pedroso, totalmente oculto entre la niebla. Nosotros nos echamos hacia la izquierda con dirección a una collada también invisible desde allí. Enseguida enlazamos con un ancho camino que venía precisamente de la cabecera del valle. Unos por él y otros por la pradera subimos cómodamente hacia dicho collado, 1480 m, al que llegamos en 15 minutos. Allí la niebla estaba muy cerrada impidiendo ver paisaje alguno. Nos hicimos una foto de grupo, que por cierto, como la mayoría, salió borrosa por culpa de las gotas de lluvia en la lente de la cámara, que ya previniendo era la “vieja”.
Emprendimos el descenso hacia el valle de La Boyeriza por el ancho camino embarrado. Aquí no disgregamos un poco y mientras algunos seguían por el camino otros nos metíamos al bonito hayedo, que aunque desprovisto de hojas en los árboles, tenía un encanto especial. Éstas, caídas en el suelo, formaban un amplio manto marrón en el que destacaban algunas matas de verde musgo o troncos caídos en medio. Por el bosque bajaban varios surcos de buena profundidad. También vimos un bonito tronco cubierto de musgo en el que nos sacamos unas fotos. En el linde había un avellano y recogimos frutos caídos bajo él. Igualmente vimos infinidad de setas de varias clases y tamaños.
Así llegamos a la confluencia con el arroyo Meleros, por el cual subimos unos metros hasta llegar a una estrecha zona donde el agua formaba bonitas cascadas entre las rocas del desfiladero. También las fotos que saqué allí quedaron borrosas por la lluvia. Al menos con los videos puede verse luego la belleza de aquel rincón. Eran las 13:10 horas.
Retomamos la marcha y regresamos al camino por el que continuamos bajando hasta desviarnos por un sendero que atajaba unos metros. Nos encontramos entonces con una alambrada y algunos la saltaron mientras otros bajábamos al camino donde una cancilla permitía el paso cómodamente. La vista del bosque desde la parte baja era realmente una postal a pesar de lo nublado del día.
Llegamos de esa forma al punto donde se bifurcaba el camino, y mientras un ramal seguía por la parte baja hacia el desfiladero del Meleros, otro subía hacia la collada a la que en diciembre pasado llegamos cuando hicimos otra ruta por la zona hasta la cabecera de éste arroyo. Nos encaminamos por el primero entrando en la zona angosta del mismo donde también pueden verse paredes de varios metros de altura. Es muy corto este trayecto y aquí quería parar Antonio a comer, pero no había resguardo de la lluvia. Enseguida llegamos al lugar donde había dejado la furgoneta en aquella ocasión. Ya veíamos la carretera a pocos metros de nosotros y a ella salimos cuando eran las 13:40 horas.
Nos restaba un kilómetro largo hasta Geras por la serpenteante carretera. Habíamos decidido comer en el pórtico de la iglesia, emplazada unos metros antes del pueblo. A las 13:50 horas llegamos a la misma y entramos bajo el soportal. Justo en ese momento llega un coche y aparca allí mismo delante. Nada más verlo lo reconocí, era el de Constantino, amigo y vecino mío de siempre que también practica montaña y de ello venía. Había estado en la zona de San Isidro y nos dijo que allí incluso estaba peor.
En un momento nos acercamos Álvaro y yo a por la furgoneta al centro del pueblo. De regreso nos cambiamos y nos pusimos a comer allí mismo al resguardo de la lluvia que no dejaba de caer, y ahora acompañada de fuerte viento.
A las tres de la tarde emprendimos el regreso nosotros. Nos detuvimos en Cabornera y entramos en el bar a tomar un café tranquilamente. Media hora después retomamos el viaje a León con la lluvia como acompañante hasta casi entrar en la ciudad, donde no llovía pero con las calles mojadas aún. Fui dejando a los compañeros en los respectivos puntos de recogida y a las 16:30 horas terminaba esta improvisada jornada en casa.
Con el panorama meteorológico que teníamos, no pudimos hacer una ruta más apropiada. La zona boscosa y la del arroyo fueron sin duda los puntos más bellos de esta marcha que aún con lluvia pudimos disfrutar. Esperemos que este panorama climatológico no sea un preludio de lo que nos espera el resto del invierno.















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