lunes, 27 de octubre de 2008

PILEÑES (La Uña) 26-10-08

 


1ª ASCENSIÓN AL “PILEÑES”.

26-10-08          (Domingo)

Segunda salida del mes del club de montaña programada en el calendario anual. Hoy nos hemos ido hasta La Uña, desde donde se comienza la ascensión a la peña Pileñes. A esta excursión nos hemos apuntado seis personas: Mateo, Álvaro, Ricardo, Nati, Adelino y yo. Nos hemos encontrado en Guzmán a las ocho de la mañana del nuevo horario de invierno. De allí salimos en los coches de Adelino y el mío.
Salimos de León por la nacional hacia Puente de Villarente ya que teníamos intención de ir por Boñar y el puerto de Las Señales en vez de por Riaño. El cielo se mantenía despejado por completo y apenas se veían algunas nieblas sueltas. Dejamos atrás Boñar y bordeamos el pantano del Porma hasta llegar a Puebla de Lillo donde nos detuvimos para tomar un café en una cafetería. Retomamos la marcha minutos mas tarde comenzando a subir el puerto de Las Señales hasta su máxima altura y descendiendo luego hacia el puerto de Tarna. Por la derecha, hacia el sur, emergían las cumbres del Mampodre y el cercano pico Lago.
Desde el puerto de Tarna encontramos la carretera en obras hasta La Uña, (1200 m), donde llegamos poco antes de las diez de la mañana. Aquí dejamos el coche de Adelino y Nati decidió quedar allí también. Cómo éramos cinco, en mi furgoneta regresamos dos kilómetros hacia el punto donde comenzaba el valle de Valdosín. Al lado de la carretera, en un pequeño descampado en el que había algún vehículo más, dejamos el nuestro. Allí estaba también el de Ramón, que junto con Javi F., habían ido más pronto por su cuenta para subir varias cumbres de la zona. Desde aquel punto podía verse Peña Ten, no así el Pileñes oculto tras la misma.
Nos preparamos para la ruta y comenzamos la misma a las 10:00 horas. Por la carretera caminamos unos metros hacia el norte desviándonos hacia el valle por la parte izquierda de la vaguada. Allí cerca vimos un merendero con un cartel informativo al que se acercó Ricardo. Por las praderías fuimos avanzando siguiendo un sendero señalizado como “PR-LE 20 Puerto de Ventaniella”. El mismo nos llevó por un montículo hasta bajar al arroyo Valdosín que atravesamos por un puente de madera para salir a un camino ancho que venía bordeando la loma desde La Uña.
Por este camino fuimos subiendo suavemente dejando el arroyo a nuestra izquierda tras el cual comenzamos a ver un gran hayedo con las hojas ya muy marrones y escasas. En el cauce vimos algunas pequeñas cascadas y pozas de agua cristalina. No tardamos en pasar al lado de la peña El Castiello con formaciones rocosas de curiosas vistas. Dejando ésta atrás comenzó a abrirse el valle y a bifurcarse en varias vaguadas. Enseguida llegamos a la altura de la Hayona de Valdosín, un enorme ejemplar de haya situado unos metros por encima del camino a mano derecha. Su situación está señalada por un indicador en la ruta. A la vuelta subimos Mateo y yo hasta ella.
En los prados pastaban varias reses de ganado vacuno. Realmente era una estampa bonita los verdes prados, los hayedos marrones y las cumbres moteadas por la nieve caída esta semana pasada. No tardamos en llegar a una cuadra de ganado de no mucha antigüedad. A partir de ella se terminaba el camino ancho y la ruta proseguía por un sendero hacia la derecha del valle. En esos momentos no lo sabíamos, pero desde aquel punto estábamos viendo la cumbre del Pileñes tras la Peña Ten.
Atravesamos un arroyo, el de Castellana por el que luego bajaríamos, y continuamos ascendiendo cómodamente ahora por el valle del arroyo del Puerto, un poco al Este. Hacia el Oeste se veían varias cumbres con las laderas moteadas de nieve. Hacia allí se bifurcaba el arroyo del Naranco y de más al norte venía el de Valdosín.
No muy lejos del camino, al otro lado del arroyo del Puerto, había un tronco seco de gran grosor. Encontramos más adelante algunos árboles de colorido espectacular en su ramaje. De nuevo disfrutamos de otro bonito bosque en la ladera contraria de la vaguada, en cuya cabecera ya veíamos la collada de Ventaniella tras la cual emergían algunas cumbres asturianas.
Antes de llegar a dicho puerto pisamos la primera nieve de esta temporada en un diminuto nevero del camino. Como luego íbamos a tener una amplia vista desde arriba, no nos acercamos hasta la misma collada. Unos 50 metros antes decidimos echarnos a la ladera de nuestra derecha para alcanzar la cresta del macizo. Eran las 11:20 horas y estábamos a 1427 metros de altitud.
Por dicha ladera se veían numerosos senderos, casi todos de ganado. El matorral bajo no nos impedía subir con comodidad por la fuerte pendiente que tenía en algunos tramos la ladera. Al otro lado del collado Ventaniella se alzaba la peña Piedrahita con su vertiente nordeste salpicada de neveros. Poco a poco íbamos teniendo una amplia vista del valle por el que habíamos subido, sobre todo de la vaguada del arroyo del Puerto. En un momento determinado se me quedó clavado un bastón en la pradera y me quedé con las dos partes superiores en la mano. No hubo más que enroscarlo de nuevo para seguir subiendo por aquella loma desde la que pudimos ver durante un pequeño rato los coches aparcados al lado de la carretera.
Poco a poco se fue suavizando la pendiente mientras caminábamos un poco transversalmente hasta que llegamos por fin a la parte alta, desde allí vimos de nuevo Peña Ten ahora por su cara noroeste. Pocos minutos después alcanzamos otra collada que daba paso al valle de Castellana. Desde allí veíamos la collada el Cardál entre Pileñes y Peña Ten. Del primero se veía la cumbre más occidental del macizo. Hacia atrás podíamos contemplar varias cumbres del Mampodre. El collado se emplaza al norte del pico Las Castellanas siendo su altitud de 1552 metros. Eran las 12:00 horas.
Por la ladera izquierda del valle continuaba un sendero que nos llevó hasta una pequeña laguna. Atravesamos algunos arroyos laterales y comenzamos a pisar un poco más de nieve. Por la derecha se alzaban las cumbres de Las Castellanas Cimeras mientras que por la derecha, tras el arroyo, se elevaban los paredones y laderas de Peña Ten.
Álvaro comentó la posibilidad de subir primero a ésta última, la mas alta de la zona, y luego el Pileñes. Por mi parte con el segundo, que era el objetivo principal de la ruta, me valía. Además, no iba ese día en mi mejor forma. Adelino y Mateo eran de la misma opinión mientras que a Ricardo no le importaba subir los dos. Por ello, al llegar ellos al collado, decidieron emprender la subida a Peña Ten. Mientras Mateo esperó a que llegásemos Adelino y yo al collado poco después para subir también directos al Pileñes.
A las 12:35 horas alcanzamos nosotros la collada el Cordal con una altitud de 1755 metros y límite de nuevo con Asturias. Desde allí tuvimos una espectacular vista del macizo Occidental de Picos de Europa presidido por Peña Santa. También era visible desde allí todo el cresteo del Pileñes hasta su cumbre en la que vimos un par de personas. A viva voz nos llamaron éstas y comprobamos que se trataba de Javi y de Ramón.
Un cuarto de hora más tarde comenzamos Mateo, Adelino y yo la subida por una pendiente con tramos de considerable inclinación. Por la parte contraria de la collada veíamos subir a Ricardo y a Álvaro por la ladera de Peña Ten, en cuya cumbre veíamos el hito y numeroso personal. Nosotros pasamos el primer tramo con algo de pradera, pero enseguida el terreno se hizo pedregoso y además de terreno malo. Era tipo gravilla la que había en aquella parte, lo que hacía más fácil resbalar. Además el tramo aquel era de los pendientes, por lo que había que zigzaguear aún mas evitando la subida directa.
A las 13:30 horas alcanzamos la cresta principal que corría paralela al valle desde la collada Ventaniella. En ella vimos un hito de cemento con un número inscrito, suponemos que limitando las provincias. Nos restaba ahora el cresteo por las cumbres del Pileñes, cuya cima principal se emplaza toda ella en Asturias. Hasta la misma teníamos unos 400 metros lineales sin apenas desnivel. El sendero se metía en la cara norte por la que volvimos a pisar nieve, incluso algunos tramos tenían algo de hielo. Cómodamente avanzamos por el sendero marcado hasta llegar a la cumbre cuando eran las dos en punto de la tarde.
En la cima había dos cruces con sendas placas en las que estaba inscrito el nombre y altitud del pico: Pileñes, 2012 metros, así como el nombre de los grupos que las colocaron. Echando una ojeada hacia Peña Ten buscando a los compañeros, comprobamos que ya estaban de nuevo en la collada y subiendo hacia nosotros. Por otro lado, no había mas rastro de Javi y de Ramón que un papel a modo de tarjeta que habían dejado en el buzón, del que recogimos otras dos. Por el móvil pude ponerme en contacto con ellos y por las indicaciones conseguí verles en otra pequeña cima hacia el norte. Se dirigían hacia la cumbre del Porrón de Viano y luego subirían por Ventaniella para volver al coche.
Poco antes de las tres llegó Ricardo y casi media hora mas tarde Álvaro, al que le había dado un calambre en la pierna. Comimos todos juntos en torno al hito disfrutando de una temperatura increíble para esta época y con la nieve que había. En la cumbre solo quedaban algunos neveros sueltos en los que metimos a enfriar dos botellas de licor, uno de café de Adelino y otro de frutas hecho por Nati. Ésta nos había comprado además unos sequillos en Puebla de Lillo que acompañamos tras la comida con los licores. Vamos, todo un lujo.
Las vistas no podían ser mejores y mas claras. Por enumerar algunas cumbres apuntaré las del Espigüete, Pozúa, Jario, Mampodres, Torres, Toneo, Agujas, Ubiña muy a lo lejos así como varias de la vertiente asturiana. Se veía igualmente parte del valle de Valdosín en la confluencia con el de Castellana.
A las cuatro de la tarde, tras sacarnos unas fotos en la cumbre, emprendimos el descenso. Ahora veíamos una gran humareda hacia la zona de San Isidro. Siguiendo la misma senda de subida llegamos al punto donde habíamos cresteado desde la collada del Cardal. En este tramo caían numerosas canales hacia el valle sur que bajaba desde dicho paso hacia el Este. Decidimos esta vez no ir a ella y continuar por dicha cimera hasta otra collada desde la que podíamos bajar directamente al medio del valle. Poco más abajo atravesamos una alambrada por donde Álvaro había subido tras bajar de Peña Ten. No lo había hecho directamente desde la collada el Cardal si no que se había desviado hasta este punto.
Siguiendo un sendero por la cresta llegamos a la parte más baja de la misma, el Collado Viano, comenzando el descenso directo al valle desde ese punto. No nos convenía avanzar a media ladera ya que llegaríamos al collado bajo el pico Castellana por el que habíamos pasado por la mañana. Nos interesaba bajar hasta la laguna ya que desde allí podíamos continuar por el arroyo Castellana hasta la confluencia con el de Valdosín. Para que quede más claro: la laguna era un vértice del triángulo que completaban este enlace y el puerto de Ventaniella. Bajando el arroyo nos evitábamos el tramo al puerto y de éste a la confluencia de los dos arroyos. Si no habíamos subido por la mañana por esta ruta, que también venía marcada en el libro, era por que en éste nos indicaba que la mejor opción era llegar a Ventaniella.
Nos metimos entre matorral sorteando los matojos mas altos y los tojos punzantes. A las cinco llegamos a la pequeña laguna al lado de la cual quedaban algunos neveros. Ésta se emplazaba en una pequeña altiplanicie por encima del arroyo Castellana hacia el cual comenzamos a descender entre escobas altas. A algunos nos les convencía cambiar la ruta, pero si íbamos hacia el puerto íbamos a tardar aún más en bajar, y con el cambio de hora se nos podía hacer de noche.
Bajamos al arroyo entre las escobas entrando en una estrecha vaguada por la que corría el escaso caudal. Tan poco agua bajaba que no tardó en desaparecer entre las piedras que formaban el lecho no quedando vestigio alguno de humedad. Lo que podía preocuparnos era encontrarnos con algún salto difícil de salvar, pero no era muy probable ya que el desnivel tampoco era mucho e incluso se veía senda marcada por allí, como bien estaba indicado en el libro que llevábamos de referencia.
Mientras el resto se desvió por la parte alta un tramo, yo seguía sin problema alguno por el lecho del arroyo en el que había infinidad de cantos rodados y enormes piedras pulidas. Hacia atrás podíamos ver aún la cumbre más occidental del Pileñes y de frente algunas cimas de los Mampodres. Salimos así de esta parte mas pedregosa y nos encontramos con un hayedo de colorido impresionante. Aquí nos dividimos, y mientras Ricardo y Mateo decidían subir por la parte alta, Adelino, Álvaro y yo optamos por no abandonar la vaguada. Acertamos de lleno con la decisión ya que, como digo, disfrutamos de un paraje realmente bello. El suelo se encontraba tapizado de hojarasca marrón mientras que en los árboles se mezclaban los verdes y rojizos otoñales. También encontramos algunas setas entre este manto de hojas tan tupido así como verdes helechos. Allí comenzamos a ver de nuevo algo de agua en el arroyo que íbamos sorteando de continuo de lado a lado. Llegamos de esa forma al final de la estrecha vaguada confluyendo en la senda de subida un poco por encima del corral, concretamente frente al tronco solitario y seco. Eran las 17:45 horas.
No tardamos en llegar al corral cerca del cual estaban Mateo y Ricardo. Apoyando la cámara en una estaca me saqué una foto con Peña Ten y Pileñes de fondo. De éste último se veía incluso la cumbre principal.
Entramos aquí en el ancho camino del valle de Valdosín. Enseguida llegamos a la altura de la Hayona de Valdosín a la que Mateo tenía ganas de acercarse. Hasta ella había que subir unos 30 metros de fuerte pendiente en los que eché a correr “a lo burro” rilándome a la mitad. Al llegar a su altura un cartel nos indicaba que su envergadura es de 2 metros de diámetro y 23 de altura. Es un ejemplar protegido y catalogado como “Espécimen de Singular Relevancia”. Lo cierto es que era realmente espectacular su tronco y la altura a la que se elevaba. A su lado nos sacamos unas fotos Mateo y yo, por cierto que tuve que borrar alguna anterior ya que se me terminaba esa tarjeta.
No tardamos en bajar ya que el personal tenía prisa. Pasamos bajo la peña del Castiello donde se estrechaba el valle un tramo antes de abrirse ya con vistas a la carretera. Unos metros después abandonamos el ancho camino para bajar al arroyo y atravesarlo por el puente de madera hacia las lomas y los prados cercanos a la carretera. Ya cerca de la misma, echando una mirada atrás, se podía ver otra imagen de postal con unas nubes rojizas sobre Peña Ten. Más espectaculares eran las que vimos poco después desde la carretera hacia el pico Lago con un tono aún mas marcado.
A las 18:30 horas terminamos la ruta en el lugar donde estaba mi furgoneta y el coche de Ramón aún. Sin más nos dirigimos hacia La Uña donde ya esperaba Nati al lado del coche de Adelino. Aquí nos cambiamos e hicimos una foto de todo el grupo al completo. A las 18:55 horas emprendimos el regreso a León. Decidimos hacerlo por el mismo lugar ya que Nati se había olvidado una prenda en el bar de Puebla de Lillo por la mañana. Por la carretera en obras llegamos al puerto de Tarna donde nos desviamos hacia Las Señales. Era noche cerrada cuando pasamos este puerto y llegamos a Puebla de Lillo media hora después.
Aquí nos detuvimos de nuevo en la misma cafetería donde tomamos un refrigerio e hicimos las cuentas. Por su parte, Nati recuperó su prenda de vestir, creo que un jersey. Volví a llamar a Javi para ver que era de ellos. Me contó que se habían metido en mal terreno y que aún les faltaba una media hora para llegar al coche.
Poco después de las 19:30 horas retomamos el viaje bordeando el pantano y pasando poco después por Boñar donde nos encontramos un pequeño tramo de la carretera cortado al igual que a la ida. Nos desviamos por las rotondas que enlazan con la carretera de La Vecilla a Cistierna y volvimos a la nacional con dirección a Puente de Villarente. Ya en Arcahueja había retenciones, aunque eran fluidas. A las 20:50 horas llegamos a Guzmán donde terminamos el viaje.
Definitivamente resultó una jornada productiva en la que disfrutamos de un tiempo inmejorable y alcanzamos el objetivo previsto.























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