lunes, 19 de mayo de 2008

CERROSO Y HAYEDOS DE ARGOVEJO - 18-05-08

 


1ª ASCENSIÓN AL “CERROSO”.
18-05-08          (Domingo)

Tras el aplazamiento a última hora de la excursión a las Hoces del Duratón, en Segovia, por problemas de acceso a la zona de reserva natural, optamos por intentar de nuevo esta actividad pendiente de hace cinco meses. Tras no poder ascender a esta cumbre en aquella ocasión por causas climatológicas, alcanzamos por fin la misma a pesar de volver a sufrir los efectos adversos del tiempo.
A las 8:00 de la mañana, con la lluvia cayendo, nos reunimos los cuatro participantes en Guzmán: Adelino, Vicente, Álvaro y yo. En mi furgoneta salimos de León por la carretera hacia Mansilla de las Mulas donde nos desviamos hacia Cistierna. Según avanzábamos hacia éste comprobamos como las cumbres iban despejando desde el norte, lo que nos animaba tras el panorama de la ciudad. Durante el viaje decidimos intentar el ascenso desde Argovejo en vez de hacerlo desde Ocejo de la Peña como lo hicimos el pasado enero. Al llegar a Crémenes quisimos tomar un café y no encontramos ningún bar abierto. De allí parte la estrecha carretera hacia Argovejo al lado de la cual se encuentra una ermita.
A las 9:20 horas llegamos a dicho pueblo donde encontramos también cerrados los bares. Nos preparamos para la ruta mientras el sol aparecía entre las nubes que se disipaban. En 20 minutos emprendimos la andadura por las calles del pueblo encontrándonos con una vecina con la que conversamos unos minutos. A la salida vimos como en el arroyo Lampas había sido construida una piscina regulada con portillas de apertura y cierre del caudal. Según supimos luego por otro vecino, apenas si se usó la misma ya que el agua del río era tan fría que nadie se atrevía a meterse en ella.
Salimos entre prados y huertas por la margen derecha del arroyo dejando por encima un depósito de aguas. El camino serpenteaba por el valle de La Trapa y atravesamos un puente sobre el arroyo poco después. Pasamos un medio desfiladero y en un hueco de una de las paredes del mismo encontramos una imagen de la Virgen de Covadonga. Por la pared arriba subía una gran mata de enredaderas. Desde allí el valle se abrió un poco mientras comenzamos a bordear la Peña Esquilicia, en cuyas paredes podíamos ver numerosas sabinas.
Con el arroyo a nuestra derecha íbamos subiendo suavemente contemplando los verdes bosques que resaltaban en la ribera del río y que ascendían por las laderas del valle. Las escobas se encontraban floridas con un color amarillo que destacaba en medio de tanto verdor. Al otro lado del valle vimos un desfiladero trasversal por el que bajaba otro arroyo y un sendero cercano. El camino por el que subíamos era bastante ancho y muy cómodo de andar. La pendiente era muy suave sin repecho brusco alguno.
De pronto nos encontramos con un derrumbe de enormes rocas en medio de la pista desprendidas allí mismo. El paso con vehículos era imposible desde ese punto. Enseguida nos metimos entre el verde bosque durante varios metros antes de abandonarlo de nuevo. Por encima de nosotros vimos una especie de saliente de piedras colocadas artificialmente no sabiendo de que restos se trataba. Vicente subió hasta ellos colocándose encima a modo de púlpito. Echando la vista al frente vimos una collada al final del valle y supusimos en aquel momento que podía tratarse de La Canalina hacia la que nos dirigíamos. En esos momentos se escapaban algunas gotas de lluvia.
Unos metros mas arriba comenzamos a encontrarnos restos de lo que parecían ser minas de carbón y que luego supimos que así era. Cerca del cauce había algunos canales de agua, tuberías y algunas bases de cemento. Enseguida vimos por delante un pequeño refugio al que llegamos cuando eran las 10:45 horas y tras 3 Km. recorridos. En el mismo había solamente una mesa y un banco así como una chimenea. La puerta metálica se sujetaba con un madero desde fuera ya que las bisagras estaban rotas. El exterior era de piedra con tejado de tejas rojas y tendría unos 15 metros cuadrados.
Allí se dividía el valle en dos, de frente subía hacia la collada que veíamos y por la derecha continuaba el camino que volvía a entrar en el bosque. La pendiente se hizo un poco más pronunciada en aquel tramo desde el que tuvimos una amplia vista hacia atrás. Al final del bosque vimos como el camino se difuminaba de manera clara. Subía entonces por una pendiente al lado de varios canalizos de pedreros por encima de los cuales veíamos una peña que podía ser el Cerroso. Habíamos supuesto que el camino se mantenía en buen estado ya que comunicaba Argovejo con Ocejo, pero comprobamos que no era así. Además no sabíamos concretamente cual era la collada la Canalina.
Mientras Vicente subía por una parte, el resto lo hicimos por otra hacia la falda del macizo aquel. Hacia el oeste pudimos ver entonces Argovejo al fondo de otro valle paralelo al que habíamos subido nosotros. Por el sur comenzaba entonces a cerrarse la niebla de forma inminente y tapaba ya las cumbres hacia esa parte. Un sendero se dirigía hacia nuestra izquierda a una collada que daba paso al valle de Ocejo de la Peña, pero decidimos caminar hacia el lado contrario ya que nos parecía mejor la subida. Teníamos intención de llegar a la cumbre y comprobar si era o no el Cerroso teniendo en cuenta que era el de mayor altura de la zona. Así emprendimos la subida por una canal de fuerte pendiente mientras la niebla avanzaba hacia nosotros.
Fue Álvaro el que primero alcanzó la cumbre comprobando que no había señal alguna en ella cuando sí la tenía que haber según él que ya lo había subido anteriormente. Hacia el sur se veía una collada que daba paso a un cresteo que sí supusimos que era el del Cerroso. La niebla ya nos envolvía totalmente y dejamos un hito como señal para saber el lugar por donde bajar en caso de despiste. Bajamos unos metros hacia la collada, que podía ser La Canalina, y comenzamos el ascenso hacia la otra cumbre. Siguiendo siempre el cresteo entre los dos valles, el de Argovejo y el de Ocejo, fuimos subiendo cómodamente mientras comenzaban a escaparse copos de nieve. Subiendo este tramo recibí la llamada de mi hermana para felicitarme en el día de mi 38º cumpleaños. Mas tarde recibí algunos mensajes más con la misma intención.
De nuevo Álvaro se adelantó unos metros y alcanzó la cumbre avisándonos de ello con una voz. A las 12:55 horas llegamos a esta cumbre de 1834 metros de altitud desde la que no se veía paisaje alguno. En la misma había nada menos que tres cruces con sendas placas y buzones y el hito geodésico. En esos momentos nevaba copiosamente aunque la temperatura no era fría. Nos sacamos una foto de grupo y dejamos nuestra tarjeta en uno de los buzones, en los que no había ninguna otra. El podómetro marcaba allí 4,600 Km.
Como veíamos que no estaba para abrir, no tardamos en emprender el descenso al cabo de media hora. Nos habían comentado que por debajo de la cumbre, a escasos metros, podían verse unas lápidas recuerdo del accidente de avión ocurrido hace varios años allí mismo, pero con aquel panorama no era prudente buscarlas sin saber exactamente su ubicación.
Siguiendo el mismo trazado de subida fuimos perdiendo altura mientras seguía nevando. Por supuesto que no era tanto para que llegase a cuajar máxime con la temperatura que hacía y las alturas de la temporada en que estábamos. Según bajábamos se iban abriendo claros y pudimos ver el camino por el que habíamos bajado a Ocejo de la Peña en el intento de Enero. Ahora bajando teníamos que tener precaución con las peñas húmedas y resbaladizas.
Al llegar a la collada decidimos bajar por allí mismo teniendo en cuenta cambiar de valle al llegar a la altura desde donde antes habíamos subido por la canal. Comprobamos luego que no había problema alguno ya que la niebla iba quedando detrás y por encima. Además teníamos como referencia los restos de otra mina donde se había acumulado agua en una pequeña laguna que ya se veía desde la collada. Hacia ella nos fuimos dirigiendo hasta llegar al punto desde el que habíamos comenzado a subir la canal comentada. Vicente había encontrado un enorme pluma de buitre que llevaba consigo como recuerdo. A partir de allí seguimos más o menos la misma ruta que subiendo. Vicente encontró el cráneo de un animal que fotografiamos. Algunos bajamos por el medio de los enormes surcos formados en los restos de las minas llegando de esa forma al camino. La nieve de arriba era ahora lluvia.
No tardamos en entrar al bosque donde disfrutamos de nuevo de un contraste impresionante de los verdes árboles con el suelo cubierto de hojarasca marrón. También en las laderas se fundía este verdor con el gris de las peñas que rodeaban el valle. Teniendo pensado comer en la cabaña, fuimos recogiendo algunos matojos de leña para encender la chimenea. A ésta llegamos a las 14:45 horas tras 8 Km recorridos.
Nos costó encender fuego con la leña mojada, pero a base de papel y echando aceite que llevaba Adelino conseguimos que prendiera y tirase. Luego nos acomodamos en la mesa para comer tranquilamente mientras veíamos como se abrían algunos claros por los que se colaba el sol. Éste se reflejaba en la arboleda húmeda dando un tono verdoso de gran intensidad.
A las 16:10 horas retomamos la marcha hacia Argovejo. El sol seguía luciendo entre las nubes cambiando el paisaje por completo. Por encima de los riscos vimos volar varios buitres y en las laderas también ahora resaltaban las escobas floridas de amarillo entre las sabinas.
Al llegar a un determinado punto habíamos dejado un hito en medio ya que cerca Vicente había visto a la ida unos diminutos cerezos silvestres que quería traer. Arrancó un par de ellos y los metió en una bolsa con tierra en la raíz. Según él, se podían injertar con cerezos comestibles.
Poco después dejamos atrás el derrumbe mientras pasaba por encima un oscuro nubarrón que dejó escapar algunas gotas de lluvia sin más. Al llegar a la altura de la Virgen echamos una vista atrás y vimos desde allí la canal y la collada por la que habíamos subido. Le seguía una peña que debido a la perspectiva parecía tratarse de la cumbre del Cerroso y convencidos nos quedamos de ello. Ya en el último tramo vimos una cascada en el río y Vicente bajó a fotografiarla. Mientras, Adelino y Álvaro le escondían la bolsa con los cerezos, pero no se olvidó de ella.
Así nos fuimos metiendo entre huertas y prados ya cercanos al pueblo. Al llegar a la altura del depósito de agua me desvié a él y subí por la ladera hasta situarme encima del techo. Conseguí entonces una bonita fotografía aérea del pueblo soleado que mereció la pena. El resto continuó para adelante pero Vicente retrocedió a lo mismo que yo.
Eran las 17:20 horas cuando entramos en Argovejo donde encontramos numerosas casas llenas de macetas cargadas de flores. Ya por la mañana habíamos visto en una fachada un rústico cartel que ponía: “Territorio de Lucky Luck”. La mujer con la que habíamos hablado nos dijo que se trataba de la casa de un vecino peculiar que tenía un semblante vaquero tanto en el vestir como en su aspecto. Ahora esa misma vecina fue a llamarle para que le conociésemos en persona y con él estuvimos charlando unos minutos. Por lo que nos dijo, salen varios artículos suyos en el periódico sobre el pueblo y la zona aquella. Con otro joven estuvimos también hablando un rato y por él conocimos varios temas de pueblo mientras tomábamos una consumición en el bar. Nos dijo que el pico que se veía desde el valle no era el Cerroso y que éste se podía ver desde Crémenes.
Cerca de una hora estuvimos allí antes de emprender el regreso a casa. A las siete de la tarde salimos de Argovejo parando un momento en la ermita a sacar una foto. Ya en Crémenes preguntamos por el lugar desde donde se podía ver el pico y nos indicaron que saliendo hacia Corniero era fácil divisarlo. Efectivamente así fue como comprobamos que la peña que veíamos desde el valle estaba por delante del Cerroso, ahora totalmente libre de nieblas.
Sacamos una foto del mismo y retornamos a Crémenes para salir a la nacional con dirección a Cistierna donde paramos. En una pastelería cogí unos pasteles y en una cafetería adjunta los tomamos con un café. Sin novedades realizamos el resto del trayecto hacia la capital donde llegamos a las nueve de la tarde.
Conseguimos de esta forma alcanzar este objetivo pendiente desde enero cerrando así una pagina en el calendario del club de este año.






















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