lunes, 19 de noviembre de 2007

"PARME Y POZÚA" (Retuerto) - 18-11-07

 


2ª ASCENSIÓN A LOS PICOS “PARME” Y “POZÚA”.

18-11-07           (Domingo)

Ya finalizando el año hemos salido en esta ocasión para ascender a los picos Parme y Pozúa, en la zona de Retuerto cercana a Riaño. Tan solo tres participantes nos animamos a participar, siendo los mismos: José Antonio, Antonio y yo. Dichas ascensiones las había realizado yo hace 9 años y de hecho fui el que las propuse para repetirlas este año.
A las 8:00 horas nos reunimos José Antonio y yo en Guzmán. Aquí nos surgió la duda al ver que Antonio no llegaba de sí habíamos quedado allí o cerca de su casa. Como no aparecía tras diez minutos de espera, nos dirigimos hacia la avenida Mariano Andrés donde sí estaba ya esperándonos.
Decidimos hacer el viaje por la carretera del Torío hasta Robles de la Valcueva para seguir luego a La Vecilla, Boñar y salir a la carretera de Riaño por encima de Cistierna. Con Riaño a la vista paramos unos minutos para sacar una foto del pantano con la neblina levantándose del mismo. Por allí andaban un par de perros que se nos acercaron.
Sin más continuamos rodando hasta este pueblo donde giramos a la izquierda hacia el puerto Pontón. Antes de llegar a este se encuentra la entrada a Retuerto donde llegamos sobre las 9:50 horas tras 113 Km recorridos. Buscando un sitio para aparcar y al hacer una maniobra, rocé un poco la defensa de la furgoneta con unas piedras altas. La dejamos a la orilla de un camino a las afueras del pueblo.
Nos preparamos para la ruta con una blanca helada bajo nuestros pies. Salimos por un sendero no muy definido hacia la parte derecha del valle. Atravesamos luego algunos prados en los que pastaban algunas vacas, una de ellas con unos cuernos enormes y otra a la que le faltaba un trozo de oreja y tenía la herida reciente. En ellos vimos algunos acebos y lo que parecía un antiguo camino cegado por la maleza. También vimos numerosos corros de helechos ya secos y de color marrón destacando en la verde hierba. Igualmente había bosques de hayas ya deshojadas en las laderas del valle. Cerca de este bosque vimos una caseta elevada de vigilancia forestal. Hacia atrás podíamos ver la cumbre del pico Redondo con la cara norte ya algo nevada.
De esa forma salimos a una pista de la parte derecha del valle que subía por el mismo con dirección al pico Pozúa, situado en la cabecera del ramal derecho del Río Retuerto. El Parme se alzaba justo en la cabecera contraria del mismo valle y en su cumbre se podía distinguir el punto geodésico. En la pista habían echado piedras como las de las vías de ferrocarril en los tramos más inclinados. Por ella subimos varios metros antes de abandonarla y subir ladera arriba hacia la vaguada que bajaba directamente del Pozúa. Aquí nos separamos Antonio y yo de José A. Él decidió subir por la ladera mientras que nosotros continuamos por un sendero de la parte baja. Yo no estaba convencido de que la loma por la que iba él continuara hacia la cumbre y que hubiese que bajar. Antonio se adelantó unos metros y yo me quedé rezagado unos minutos viendo una pequeña cascada helada en el arroyo. Retomé la marcha subiendo un tramo de mayor pendiente hasta un falso llano a media ladera. Aquí me saqué unas fotos con ambas cumbres de fondo. Por la ladera del pico subía un numeroso grupo de montañeros algunos de los cuales ya estaban en la cumbre.
Por delante de mí, y ya en la parte alta de la loma, vi a alguien haciéndome señas y oí que me llamaban. Estaba convencido de que era Antonio hasta que lo vi aparecer detrás de mí. El de arriba era José Antonio, pero el que me llamaba sí había sido él. Había quedado esperándome mientras yo pasaba por debajo de él sin vernos.
En pocos minutos alcanzamos también nosotros la parte alta de la loma disfrutando desde allí de una amplia vista de Picos de Europa y otras cumbres de la zona. Por la parte contraria bajaba un valle con otro monte que llegaba hasta el mismo puerto del Pontón desde donde subía el grupo que veíamos. Por la loma aquella transcurría una alambrada al lado de la cual subimos un buen rato. Nos metimos entre algunas escobas siguiendo el sendero más o menos bien marcado hacia la cumbre en la que ya estaba José Antonio con algunos miembros del grupo aquel. Salvo algunas rocas, el Pozúa es un pico poco pedregoso.
A las 12:15 horas alcanzamos la cumbre cuya altitud depende del mapa en el que se mire. Por mi parte lo tengo registrado con 1914 metros. En ella había una cruz con un buzón del que recogimos una tarjeta de cumbres. La vista era realmente espectacular y los picos casi infinitos de relatar. Destacaban los macizos Central y Occidental de Picos de Europa al norte cubiertos ya cor una capa blanca de nieve. Cercana teníamos Peña Ten, Yordas, Redondo, Corcadas o el Gildar. Mas alejados estaban las cumbres del Coriscao, Peña Prieta, Espigüete o Murcia así como la del Pienzu en Asturias o Peña Ubiña a varios kilómetros hacia el oeste.
Detrás del Pienzu acertamos a distinguir la línea del mar Cantábrico y entre las brumas lo que parecía una embarcación. Debajo de nosotros, al noroeste, se emplazaban Oseja de Sajambre y Ribota. Al lado contrario Retuerto de donde veníamos. Amplio era realmente el paisaje desde aquella altitud en la que nos encontrábamos. De todo ello disfrutamos mientras conversamos con los del grupo y reponíamos algunas fuerzas tomando un pincho. Nos sacaron algunas fotos y nosotros a ellos.
A las 13:30 horas emprendimos el descenso hacia la collada de Becenes con intención de pasar al Parme, para el que aún nos quedaban un buen trecho. Entre el matorral bajo encontramos algunos pequeños corros de nieve, la primera de la temporada. Con nosotros bajaban dos jóvenes de aquel grupo que también tenían intención de llegar hasta el Parme antes de bajar a coger el autocar en Pío.
A partir del collado nos metimos un trecho por debajo de otro de los varios picachos que habían en medio de las dos cumbres principales. Situada a la sombra, esta parte se encontraba aun con la helada encima. El siguiente tramo lo hicimos por la misma cresta del macizo hasta el siguiente paso rocoso donde de nuevo el hielo en la piedra nos hizo extremar la precaución para nos resbalar. Por la parte izquierda, la que caía hacia el valle de Retuerto, había varias zonas donde el desplome era casi vertical. Mas adelante encontramos una línea de pequeñas torres escarpadas donde el sendero descendía varios metros para sortearlas. Franqueado este trozo pasamos a la ladera contraria y entre escobas bajas nos dirigimos hacia la última collada antes del Parme.
Eran las tres de la tarde cuando alcanzamos este collado. Antonio ya se había adelantado y se le veía loma arriba. También en ella vimos restos de las primeras nieves caídas estos días pasados. De momento disfrutábamos de un estupendo día. Y solo algunas brumas cubrían el cielo, aunque por el noroeste se iba cerrando tal como habían anunciado que entraría una borrasca.
Los últimos metros hasta la cumbre están formados por infinidad de enormes rocas donde de nuevo el hielo pegado a ellas nos ponía en peligro. Había que andar con sumo cuidado para no pegar un resbalón y hacerse daño con los cortes afilados que algunas tenían. Cuando eran las 15:20 horas llegué a esta cumbre del pico Parme con una altitud de 1908 metros. En la misma había un hito geodésico pero ningún tipo de buzón. Bajo el mismo dejamos una tarjeta nuestra en un bote.
Nos acomodamos en torno a él para comer tranquilamente mientras poco a poco iban llegando más nubes por el noroeste; las cumbres mas alejadas de esa zona ya no se veían. Sí que disfrutamos de unos bonitos contraluces con las nubes tapando el sol y las sombras sobre los picos lejanos. La temperatura también iba bajando notablemente y no tardamos en emprender el descenso.
A las 16:40 horas comenzamos a bajar por la parte contraria de llegada. Cresteamos unos metros antes de echarnos hacia la ladera Antonio y yo. Por su parte, José Antonio continuó por la línea de cumbre un trecho más antes de bajar también por la misma loma. En esos momento vimos pasar por debajo de las rocas una manada de cinco o seis corzos, o similares.
Entre escobas bajamos varios metros al lado de una alambrada que dividía la loma en dos. Hacia Picos de Europa se cerraba cada vez más la vista que a la vez se iba haciendo más bonita por los contrastes. Por detrás también continuaban los efectos luminosos del sol, las nubes y sombras sobre las cumbres. Llegamos a un punto donde la loma se bifurcaba por la izquierda llegando luego directamente hasta el pueblo. El problema era que no veíamos claro si estaría limpia o nos meteríamos entre maleza espesa. Optamos entonces por seguir por donde íbamos y enlazar con un camino que pasaba por una collada más baja.
Allí mismo entramos en un hayedo de belleza impresionante. Los árboles estaban sin hoja alguna, pero el suelo estaba tapizado por una alfombra formada por las mismas que tenían un tono rojizo vivo. En medio de la arboleda vimos un par de ejemplares de tronco descomunal, tanto de ancho como de alto. Nos sacamos unas fotos con los mismos y poco después salimos a campo abierto. Volvimos a ver de frente los Picos de Europa ya parcialmente tapados por los nubarrones que iban avanzando.
Escasos 100 metros más adelante había una caseta de vigilancia forestal como la del otro lado del valle. A ella se accedía por una escalera de troncos de madera de unos 6 metros por la que subimos. Vimos que tenía una ventana abierta y la cerramos para evitar daños en caso de lluvia y viento. De nuevo en el camino, y ya bastante oscurecido, comenzamos a bajar ya hacia el pueblo por el sendero marcado como “PR LE 21 Mirva-Rabanal”.
El bosque se extendía a ambos lados de la pista que en algunos ramos tenía una fuerte pendiente. Abajo ya se veía el pueblo iluminado por las farolas de las calles. Para salvar el gran desnivel, el camino zigzagueaba por la ladera del paraje marcado en el mapa como “Risueco”. En una señal vertical había tres indicadores que señalaban la dirección “Retuerto-Burón”.
Poco antes de entrar en el pueblo atravesamos una canaleta de cemento donde el agua helada formaba una pista de resbaladiza en la que casi me caigo al pasar por ella sin pensarlo. A las 18:30 horas, ya anochecido prácticamente del todo, llegamos a Retuerto. A la entrada nos esperaba una fuente de la que tomamos un trago. Atravesando algunas calles llegamos Antonio y yo donde teníamos la furgoneta mientras José Antonio quedaba de charla con unos vecinos. Después de unos minutos esperándole, y como no llegaba, nos pusimos en marcha a ver si le pillábamos de camino. Enseguida le recogimos a la salida del pueblo emprendiendo el regreso a León cuando eran las 19:50 horas.
Sin novedades bordeamos el pantano de Riaño dejando atrás esta población. Al llegar a Crémenes nos detuvimos a tomar un café en un bar y hacer las cuentas de la salida. Retomamos la marcha unos veinte minutos más tarde y al llegar al desvío hacia Boñar volvimos a coger esta carretera para volver por la misma ruta de por la mañana. En la rotonda cercana a Boñar tomamos el ramal hacia La Vecilla por la que pasamos poco después camino de Robles de la Valcueva donde ya giramos directos a la capital por el Torío abajo.
Sobre las nueve de la noche entramos en León y fue Antonio el que primero quedó en casa. Seguidamente me despedí de José Antonio para llegar a casa a las 21:15 horas con el cuentakilómetros marcando exactamente la misma distancia de vuelta que de ida.
Salvo cambios, en el club nos quedan dos últimas excursiones para finalizar el año. Con ellas y la cena de final de año, terminamos este ejercicio del 2007.


























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