lunes, 25 de septiembre de 2006

III ENCUENTRO “CUMBRES DE LEÓN”. PICO SEXTILÓN (Solle). 24-09-06

 


III ENCUENTRO “CUMBRES DE LEÓN”.

1ª TRAVESÍA: “SOLLE- PICO SEXTILÓN (1ª Ascensión)-

COLLADO VIOBA- VALLE REINAMÓN- SOLLE”.

24-09-06   (Domingo)

Un año más, y es el tercero, hemos realizado el Encuentro “Cumbres de León”, una actividad que pretende reunir a la mayor parte de los socios del club, y a otros que quieran agregarse a la misma, para pasar una jornada en la que combinamos una parte montañera con otra gastronómica de reunión y convivencia.
En esta ocasión hemos elegido Solle, pueblo natural de uno de nuestros socios, Álvaro, para recorrer una ruta por sus cercanías. Como se verá, la pésima climatología nos impidió cumplir todo lo previsto y disfrutar de las bellas panorámicas de los alrededores. La travesía prevista consistía en ascender desde Solle por la ladera del Sextilón hasta su falda para luego atravesar el valle de Reinamón hacia el pico Corral de los Diablos bajando luego por ese mismo valle. Como digo, el mal tiempo reinante nos hizo modificar los planes y terminamos subiendo el Sextilón pasando luego a la collada de Vioba y bajando directamente por el valle a Solle.
Días antes habíamos concretado la comida en el bar del pueblo con Toña, su dueña, acordando las cuatro como hora prevista. Igualmente avisamos a Jorge y Sonia, antiguos compañeros del club que por su reciente paternidad abandonaron el club este año. Gustosamente se comprometieron a acompañarnos durante la comida junto con la pequeña Silvia de seis meses de edad. Todo acordado y resuelto, llegó el domingo señalado.
Nada más levantarme me llegó un mensaje de Jaime comunicándome que no iría a la excursión. Fuera llovía copiosamente desanimando casi a cualquiera. No tardando pasó Toño a recogerme y nos dirigimos hacia Guzmán donde estaba parte del grupo. Seguidamente fuimos hacia La Granja, donde no había llegado nadie y con las mismas seguimos hacia Villaobispo donde se agregaría el resto. Hasta aquí fueron llegando todos y sobre las 8:30 horas emprendimos el viaje hacia Solle. En los coches de Amador, Toño y de José Antonio íbamos además Corín, Ramón, Álvaro, Javi F., Roberto, Fernando y yo. Por la carretera de Santander llegamos a barrio de Nuestra Señora donde nos desviamos hacia Boñar. Al paso por Lugán descargó una fuerte tromba de agua que nos bajó incluso mas los ánimos. Según avanzábamos fue acarando un poco aunque seguía pinteando. Así pasamos Boñar y bordeamos el pantano del Porma hasta su cola final donde se encuentra el desvío a Solle.
Llegamos a él y aparcamos frente a la casa de los padres de Álvaro saliendo su madre e invitándonos a entrar para cambiarnos cómodamente. Pinteaba un poco y no tenía trazas de mejorar. Ya todos preparados iniciamos la marcha cuando eran las 9:45 horas. Pasamos al lado de la ermita de La Virgen del Camino y por algunas calles nos dirigimos hacia el comienzo de la ruta. De camino nos cruzamos con Toña, la del bar, y volvimos a asegurar la hora de la comida para las cuatro más o menos. En la fachada de una casa se enredaba una gran parra con varios racimos de uvas algo estropeados por la lluvia de los últimos días.
Por un camino comenzamos a ascender por la loma entre los valles de Linares y Reinamón hacia el Sextilón dejando atrás Solle. Tras unos 200 metros por el mismo lo abandonamos hacia la ladera entre escobas y matorral bajo surcado por alguna especie de cortafuegos. La lluvia caía intermitentemente teniendo que protegernos con los chubasqueros y alguno incluso con paraguas. Echando una ojeada atrás vimos como se podía entrever la cumbre del Susarón entre la niebla que cada vez se cerraba más. Por la ladera pastaban algunas vacas cerca de las cuales pasamos.
Así alcanzamos lo alto de unas rocas tras las cuales venía una collada. En esos momentos llovía abundantemente y algunos se cobijaron bajo las piedras pensándose en seguir. Otros decidimos continuar a lo que saliese. Yo me uní a Álvaro y José Antonio, que conocían el lugar y con ellos bajé a la collada para seguidamente bordear un pequeño macizo rocoso por la parte derecha. La niebla comenzaba a meterse y nos empezaba a envolver.
Remontamos una ladera y nos situamos en otra collada cargada de escobas altas entre las que zigzagueaba un sendero que nos sacó a la falda de otra pendiente rocosa. Detrás oímos a más gente y con un silbato les indicamos nuestra situación. Por delante, y entre la espesa niebla, vislumbramos la silueta de la mole rocosa del Sextilón. Gradualmente nos fuimos reuniendo todos según nos acercábamos a ella y la bordeamos para ascender por la roca pelada unos pocos metros. A las 11:55 horas alcanzamos esta cumbre del Sextilón con una altitud de 1751 metros. En ella un hito de piedras albergaba un bote con una tarjeta de cumbres que recogimos dejando la nuestra. También sacamos la foto de grupo con nuestro banderín emblema. En esos momentos no llovía e incluso se abrieron jirones en la niebla que por unos minutos nos dejaron contemplar parte del paisaje y el pantano del Porma en él.
Una media hora después abandonamos la cima para continuar la marcha por la parte alta del macizo hacia la collada de Vioba, bajo el Corral de los Diablos. Aquí apuntaré que, visto el panorama pésimo de la climatología, había llamado a Toña para adelantar la comida a las tres y a Jorge y a Sonia para lo mismo. En la siguiente collada encontramos una pista de reforestación por la que continuamos mientras la niebla se volvía a cerrar aunque no llovía. Una alambrada recorría la loma paralela al camino y tras la misma vimos pinos recién plantados y de escasos centímetros de altura.
A las 13:00 horas llegamos a la collada de Vioba que separa el valle de Reinamón del que baja a Lois por el río Valleluengo. Justo al comienzo de este valle había una pequeña cabaña a la que nos acercamos. La misma tenía una chimenea donde, como no, enseguida encendieron fuego con algunos palos que había. También vimos una mesa, bancos y una especie de camastro. Al lado del fuego se secaron la ropa humedecida y saqué algunas fotos.
Una hora después, con la lluvia de nuevo presente, retomamos la marcha ya sin intención de ascender al Corral de los Diablos, para cuya cima quedaban por ascender más de 200 metros y estaba cerrada de niebla. Hasta allí llevábamos 8 kilómetros un poco largos.
Pasamos entonces al valle de Reinamón para descender por él hacia Solle. La primera parte era abierta y de praderías. Metiéndonos poco a poco en una cerrada vaguada por la que bajaba el arroyo del Reguerón. En esos momentos llovía copiosamente y se cerraba de nuevo el paisaje. En algunos tramos encontramos seguimos el sendero marcado que bajaba mientras que otros lo hacíamos campo a través. Enseguida nos metimos entre escobas no muy espesas pasando el arroyo varias veces. Más abajo comenzamos a ver paredes verticales por la izquierda bajo las cuales estaban los restos de una majada y una fuente con pilón a partir de los cuales el camino se ensanchó. Bajo las paredes vimos un gran bosque de hayas por encima del cual teníamos que haber pasado de haber seguido la ruta prevista hacia el Corral de los Diablos. Al lado del camino un doble indicador de madera señalaba las direcciones a Solle y Acebedo, al que también se podía pasar desde la collada de Vioba. Tras ello vino un tramo de vegetación con numerosos helechos ya amarilleados.
Poco a poco fuimos viendo la zona alta por la que habíamos ascendido aunque el pico Sextilón estaba cerrado por la niebla. En las praderas había varios caballos pastando bajo las paredes. Varios trechos del camino se encontraban encharcados y lo abandonamos para salir por los prados. Por detrás solo quedábamos Álvaro, Roberto y yo, el resto ya nos había sacado mucha distancia. Ya cerca del pueblo el firme del camino era de gravilla en vez de tierra y el agua no se embalsaba tanto.
A las 15:10 horas entramos en Solle al lado de la Iglesia. Atravesamos algunas calles y en una de ellas estaban Jorge, Sonia y la pequeña Silvia en el coche. En casa de Álvaro nos cambiamos y sin dejar de llover nos dirigimos hacia el bar. Allí tenían la mesa preparada en un comedor ajustado para los doce que estábamos ya que nos había advertido antes que no entraba más personas. Bien, un poco más arrimados sí hubiese entrado Jaime de haber ido.
El menú elegido había sido: patatas con congrio, cordero guisado y flan de postre, además del vino, café, etc. Precisamente cuando trajo el flan de huevo lo puso en la esquena contraria y tras servirse ellos nos lo pasaron al resto no sabiendo si era para todos o traería otro. Cuando trajo la otra fuente para nuestro lado les dijimos que nuestra y que gracias por compartir la suya. No coló.
Lo cierto es que estaba muy bien preparado todo y muy rico, quedando todos muy satisfechos de la comida. Todo ello por algo menos de 15´00 €/persona.
Alrededor de las 17:30 horas nos despedimos de Toña y bajo la insistente lluvia nos dirigimos a los coches para emprender el regreso a León. También nos despedimos de los padres de Álvaro y sin más nos pusimos en marcha acordando parar en Boñar a tomar algo. La lluvia caía a jarros mientras bordeábamos el pantano del Porma. En el mirador de Vegamián paré un momento a sacar unas fotos del embalse. Según avanzábamos hacia Boñar se iban abriendo algunos claros y cesó la lluvia. Aquí paramos un rato y entramos en una cafetería a tomar un refrigerio antes de reemprender la marcha sobre las siete. En esos momentos lucía incluso el sol aunque detrás se seguía viendo la niebla cerrada y el cielo oscurecido.
En el coche de Toño veníamos Álvaro y yo. Decidimos volver por el Puente Villarente donde cogimos la nacional hacia la capital. Aquí quedó Álvaro y Toño me acercó a mí a casa cuando eran las ocho de la tarde.
Con ello concluimos esta jornada especial de montaña un poco deslucida por la climatología, que por otro lado ya esperábamos por las previsiones anunciadas. Aún así, lo importante fue el resultado final y en esta ocasión, el haberse reunido una buena parte de los socios del club para celebrar este III Encuentro “Cumbres de León”.



























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