jueves, 6 de octubre de 2005

BOSQUE DE MUNIELLOS (Asturias) 05-10-05

 


1ª TRAVESÍA “BOSQUE DE MUNIELLOS”. (Asturias)

05-10-05        (Miércoles)

Por fin llegó el día fijado para la visita al Bosque de Muniellos, reserva natural de Asturias con acceso restringido a 20 personas por día, al que solo con autorización se puede entrar. Para ello, en enero de este año se envió un listado de 17 personas con nombre y DNI solicitando la entrada al parque en una de las varias fechas que se apuntaban. Al final nos concedieron la visita para esté día 5 de octubre, festividad de San Froilán en León. Tras algunos cambios y bajas, tan solo 8 personas hicimos esta excursión, lo cual, tras todos los trámites que nos había llevado y demás, me ha mosqueado en serio.
Como digo, llegó el día señalado y a las 7:00 horas nos reunimos en Guzmán los 8 participantes que finalmente iríamos: Luis A., José F., Álvaro, Guiomar, José Luis, Luis, Javi Rivas y yo. El segundo Luis es un amigo de Javi Rivas, socio del club amigo de Marta, que hasta ahora no había salido. En los coches de ambos Luis, y aún de noche, emprendimos el largo viaje a Moal, pueblo cerca del cual se encuentra la reserva. Por la carretera de Caboalles salimos de León y en La Magdalena entramos en la autopista para evitar el tramo del pantano. Tras pasar el puente colgante la abandonamos para dirigirnos hacia Villablino por Babia. Bordeando el pantano vimos como éste se encuentra bajo mínimos, como pocas veces se ha visto. Paramos y le saqué una foto.
Sin más novedades pasamos Villablino y después de Caboalles de Arriba comenzamos el ascenso al puerto Cerredo. En su cumbre, límite provincial, paramos de nuevo y saqué otra bonita foto del amanecer. Eran las 8:55 horas y el termómetro exterior del coche marcaba había llegado a marcar casi 10 grados bajo cero.
Comenzamos el descenso hacia la parte asturiana y en el pueblo de Cerredo tuvimos que parar por obras en la travesía. Un apunte curioso fue como, al ver parada una furgoneta y no saber por qué, la adelantamos y nos encontramos con otros tres o cuatro vehículos delante. Al final nos pusimos los primeros ante el asombro del que regulaba el tráfico. Poco más de cinco minutos estaríamos allí antes de continuar la marcha. Mas adelante se encuentra Degaña, principal núcleo urbano de la zona tras él Fondos de Vega, a partir del cual se sube y baja el puerto Rañadoiro. Avanzando por la misma carretera llegamos a Ventanueva, donde giramos con dirección a Moal. Íbamos ya fijándonos en el desvío a la reserva, el cual se encontraba a unos dos kilómetros pasado éste. Por una pista de cemento avanzamos otro pequeño tramo hasta llegar a la caseta de recepción del parque (800 m). Eran las aproximadamente las 10:00 horas y habíamos recorrido 145 Km.
Antes de nada entramos a la oficina de recepción donde una joven muy amable nos recibió y comprobó las identidades con el listado que ella tenía. Luego, junto a otra pareja, nos explicó un poco el recorrido que íbamos a realizar. Allí tenía una emisora y walkies, pero eran de “2 metros” en vez de “27” como los nuestros, por lo que nos dejó uno de los que tienen allí. Así, tras sacarnos una foto de grupo, emprendimos la ruta circular por el Bosque de Muniellos. Eran las 10:45 horas.
Salimos por un camino por encima de la casa entre bosque al que el sol le daba un colorido espectacular. A lo largo del recorrido pudimos comprobarlo y seguramente lo repita en más de una ocasión. En el bosque pueden verse numerosas especies arbóreas entre las que destacan el roble, abedul, hayas o tejo. También vimos numerosos acebos e infinidad de helechales.
Como ya nos había advertido, este primer tramo de unos 3 Km. era el más empinado y luego ya se iba más o menos a la misma altura de la ladera. Aún así, no tenía mayor dificultad y además el bosque evitaba el calor del sol. No tardamos en cruzar un puente de madera sobre un arroyo que bajaba por la derecha. Algunos indicadores señalaban la dirección a las lagunas, objetivo principal de la ruta. Hasta ellas había unos 10 Km. por esta parte y 6,5 por el recorrido corto, el del río, por el que íbamos a regresar. Algunos tramos sí tenían una pendiente considerable, pero se subían cómodamente. Comenzábamos a ver enormes ejemplares de varios metros de altura y otros de gruesos troncos. El verdor del paisaje acentuaba la belleza del mismo. Según cogíamos altura, íbamos viendo entre el ramaje la parte del valle por la que habíamos entrado así como las cimas lejanas. Intentar describir todo ello es casi imposible con palabras.
En otro puente nos reunimos todos y nos sacamos una foto de grupo. Mas adelante, al entrar en otra vaguada, el bosque se abrió de forma inesperada. A lo largo de este tramo en el que bordearíamos numerosas vaguadas, comprobamos como las laderas norte estaban cerradas por el bosque mientras en las del sur solo abundaba el matorral bajo. En un pequeño trecho de esta ladera sur nos encontramos con una cuerda agarrada a la roca ya que el sendero pasaba por ella y había un ligero peligro de resbalar hacia abajo. Algo más arriba pasamos por una zona de rocas sueltas entre troncos de árbol medio secos y con formas retorcidas. Aquí me encontré con un pequeño desvía de senderos, un de ellos continuaba recto y otro serpenteaba hacia arriba. Viendo éste más trotado, avancé por él y después de un paso más con cuerda de seguridad, llegué a Fuenculebrera, (900 m). Aquí estaba José Luis, Luis y Javi, pero el resto no, y eso que iban por delante. Resultó que ellos habían cogido el sendero equivocado y tuvieron que retroceder hacia el bueno. José Luis bajó en su busca mientras yo me adelanté unos metros y por otra senda subí un poco para ver unos robles de tronco realmente exagerado.
Ya reunidos todos donde la fuente, nos sacamos otra foto de grupo antes de continuar. Yo ya iba pensando que no nos sobraba tiempo alguno y que teníamos que apurar para hacer el recorrido entero y llegar a las siete a la caseta de recepción, hora en la que se cierra el parque. Ello me fastidiaba ya que de nuevo nos limitaba el tiempo para disfrutar del paisaje plenamente. Teníamos que haber salido a las seis de León.
Con 4 Km. ya recorridos, nos quedaba mas de la mitad para llegar a las lagunas. Eran las 12:30 horas cuando reanudamos la marcha a través de aquel maravilloso entorno boscoso. No aburriré repitiendo lo mismo. Continuamos a media ladera bordeando barrancos y vaguadas por las que bajaban regatos. Poco a poco fuimos viendo más claramente el fondo del valle donde se suponía que estaban las lagunas. El grupo se dispersó y Luis, Javi y Álvaro nos dejaron atrás al resto. Por su parte, José F. iba en baja forma y se retrasó con José Luis. El sendero atravesó algunos canchales y zonas de escobas. En medio de él vimos un agujero del que salían numerosas avispas. Encontramos igualmente varios troncos caídos en medio del sendero algunos tan gruesos que les habían cortado para facilitar el paso. A través de del walkie me comunicaba con José Luis le indique la existencia de una fuente de agua clara donde se podía cargar la cantimplora.
A las 15:05 horas por fin llegamos al desvío hacia las lagunas. Unos indicadores señalaban la distancia a las mismas, 1 Km, y a Tablizas, la casa de recepción, 6,5 Km. Llevábamos 11 Km por el podómetro mío. Guiomar y Luis A. se habían adelantado y yo me quedé solo. El sendero continuaba bordeando la ladera y subiendo suavemente. Me crucé con la pareja que estaba en recepción por la mañana y me comentaron que el resto ya llevaba arriba un buen rato. También me dijeron que a las tres lagunas superiores igual no merecía la pena subir ya que eran más pequeñas y podían tener poco agua.
Continué serpenteando y tras 20 minutos desde el cruce, alcancé el paraje de la laguna de la Isla, (1400 m). Allí estaba el resto de compañeros a la orilla de la laguna, salvo José y José Luis que venían detrás. Subí a un pequeño alto desde el cual había una extraordinaria vista de toda ella, con la islita en medio, y las cumbres que la rodeaban. Aproveché para sacar numerosas fotos de la misma así como del valle por el que habíamos llegado.
Al poco rato llegaron los dos compañeros y nos acomodamos para comer todos a escasos metros del agua. En la ladera se veía el pedrero por el que se sube a las otras tres lagunas, la de la Honda, la Grande y la de la Peña. Se podía tardar unos 15 minutos hasta ellas, pero había ya pocas ganas de continuar. Todos opinábamos que era una ruta más “fuerte” de lo que parecía.
Antes de emprender el regreso aún saqué una foto de postal. Situándome a ras de agua, conseguí una imagen simétrica de la isla y una cumbre reflejadas en el lago. Sobre las 16:20 horas abandonamos aquel idílico paraje y desandamos el tramo hasta el cruce. Ahora regresaríamos por el río siguiendo el camino corto. El podómetro marcaba entonces 13,790 Km.
Al igual que antes, el tramo inicial era el que más pendiente tenía. Directamente bajaba el estrecho sendero por la ladera hacia el cauce del arroyo Candanosa. De nuevo nos encontramos en medio del bosque plagado de helechos, arboleda y regatos donde el verde musgo abundaba por doquier. Ya al lado del arroyo se ensanchó el sendero y se suavizó la pendiente. Como ya hubiéramos visto antes, numerosas setas rojas con lunares blancos crecían en las orillas del sendero.
Al llegar al primero de los numerosos puentes que atravesamos en este recorrido de regreso, volvimos a reunirnos para sacar otra foto juntos. Lo que al final se me olvidó, fue sacar alguna con nuestro banderín. Poco a poco me fui rezagando embelesado por el paisaje que nos rodeaba y que plasmé en casi 200 fotos de toda la ruta. Ahora cambiaba un poco el tipo de vegetación al estar muy cercano el río. A los helechos se unían los zarzales, musgos y líquenes. Por la izquierda caían grandes pedreros entre los que crecían altos árboles, algunos de ellos con formas realmente retorcidas. En el mismo cauce del río pudimos contemplar rincones de belleza extrema. En un tramo del sendero se podían ver las gruesas raíces de los árboles entre una rojiza tierra que formaba un talud al lado de la senda. Entre la arboleda se podían distinguir las cumbres rocosas que cierran el valle por los laterales.
Tras la unión de varios afluentes, el arroyo se convierte en río y cambia su nombre por el de Tablizas. En él vi una pequeña presa utilizada, por lo que me pareció ver, para captación de agua en otro canal. No tardando se abrió el bosque y en medio de una pradera crecían varias especies de árboles con tonalidades de hojas que contrastaban con el verdor del suelo. Escasos metros me separaban ya de la casa cerca de la cual se erguía un enorme pino y otros delgados árboles que no identifico. A las 18:40 horas, y tras 21,190 Km. recorridos, terminé esta inolvidable travesía.
Tras cambiarme de ropa y calzado, subimos a la oficina donde, en un libro de visitas, puedes escribir una pequeña opinión de la ruta. La joven nos dio unos folletos informativos y estuvimos un rato charlando con ella. Me enteré entonces de que Javi había visto una pequeña víbora por el camino.
Como nos quedaba un largo viaje de regreso, no demoramos la partida y a las 19:23 horas emprendimos el viaje. Bajando el puerto del Rañadoiro disfrutamos de una bella vista de luces y sombras al atardecer. En marcha saqué una foto como pude desde la furgoneta de Luis. Antes de llegar a Cerredo vimos un coche en la cuneta con el morro en el suelo y la culera hacia arriba. En este pueblo encontramos de nuevo las obras, pero esta vez seguimos a un par de coches que atajaron por algunas calles y con suerte sorteamos las mismas. Al llegar al alto del puerto Cerredo ya se había quitado el bonito colorido del cielo que veníamos viendo y no paramos. Comenzamos entonces el descenso hacia Caboalles y Villablino mientras iba anocheciendo. A través de los walkies íbamos comunicándonos los dos coches.
En Villafeliz paramos y entramos en un bar a tomar algo e hicimos las cuentas de la salida. De nuevo en marcha entramos poco después en la autopista por la que llegamos a La Magdalena. Pasadas las 22:00 horas entramos en León y en La Condesa, donde tenía el coche José Luis, nos apeamos él y yo. Por teléfono llamé a Guiomar, a ver por donde andaban, ya que hacía un rato que por los walkies no conseguíamos hablar. Aún estaban por Azadinos y optamos por no esperar. José Luis me acercó a casa terminando con ello esta larga pero grata jornada de montaña.



























No hay comentarios:

Publicar un comentario