lunes, 17 de mayo de 2004

PRIMAJAS-CORNIERO-VALBUENA DEL ROBLO-VIEGO 16-05-04

 


1ª TRAVESÍA “PRIMAJAS-CORNIERO-VALBUENA DEL ROBLO-VIEGO-PRIMAJAS”.

16-05-04          (Domingo)

Para este mes de mayo teníamos programada esta salida a la misma zona visitada hace tan solo dos meses, el valle de Reyero, pero con una ruta totalmente diferente. En esta ocasión se trataba de una travesía que unía las localidades de Primajas, Corniero y Valbuena del Roblo. Para evitar tener que retroceder por el idéntico camino a coger los coches, la ampliamos haciéndola circular y añadiendo el cercano pueblo de Viego a la misma. Con todo ello nos resultó una larga caminata de 23 kilómetros en la que el calor repentino de esta atípica primavera nos hizo “sufrir” un poco durante la marcha. Por lo demás, los paisajes contemplados compensaron con creces dicho “sufrimiento”. A continuación reflejo los detalles la misma.
A las 9:00 horas nos reunimos en Guzmán los componentes animados a salir. En principio éramos nueve, pero la ausencia de Roberto hizo reducir el número a los siguientes ocho participantes: José Luis, José F., Guiomar, Jorge, Sonia, José Antonio, Luis y yo. En los coches de Luis y de Jorge emprendimos el viaje hacia Puente Villarente donde nos desviamos. Tras pasar por Boñar llegamos al pantano del Porma que bordeamos en parte hasta separarnos por otra carretera que entra en el valle de Reyero. Atravesamos Pallide y Reyero para llegar poco después a Primajas. En una de las calles, a la entrada del pueblo, aparcamos los coches y nos preparamos para la ruta. El sol comenzaba a calentar y optamos por dejar la ropa de abrigo en los vehículos.
A las 10:30 horas comenzamos a caminar saliendo de Primajas por un camino ancho hacia una vaguada con dirección suroeste. La pendiente era suave y el camino zigzagueaba por el valle hacia la collada que da paso al de Corniero. La vista se hacía cada vez más amplia según ascendíamos. Además de Primajas, no tardamos en divisar Viego y la collada por la que luego bajaríamos a éste. Igualmente comenzaban a sobresalir tras las cumbres del valle las altas cimas de los Mampodres. Los prados verdes y los árboles floridos daban un frescor único e indescriptible al entorno. En la parte alta de dicha vaguada despuntaba una enorme mole de piedra, Peña Ramil, bajo la cual pasaba el camino. Aprovechando como en anteriores ocasiones la ventaja de la cámara digital, saque un número exagerado de fotos de aquellas vistas.
De esa forma, en algo menos de una hora, llegamos a la collada situada entre la Peña Ramil y el pico Riondo, algo más separado. José Antonio y José Luis se habían separado de nosotros y subían hacia este segundo pico. Desde allí bajaba el camino por este otro valle, conocido como Primajinas, hacia Corniero. De nuevo el camino fue dando giros entre praderas verdes y floridas en las cuales sacamos alguna foto. Igualmente encontramos los árboles cargados de brotes y en plena floración.
No tardó en unirse José Antonio a nosotros, mientras que José Luis continuaba serreando las cimas aquellas con dirección a Corniero para encontrarse con nosotros allí, cosa que no fue así y no le vimos más en todo el día. El camino bajaba por el valle que se estrechaba cada vez más. Por el mismo transcurre el arroyo de los Muertos y en sus laterales numerosos robles y hayas formaban bosques espesos.
Durante unos minutos hicimos una parada y picamos unos frutos secos y unos dátiles que alguien sacó de la mochila. Realmente el entorno era idílico para embriagarse de la belleza del lugar. Ya bastante abajo se cerró el valle de tal forma que durante unos metros solo había lugar para el arroyo y el camino. Por la parte derecha se veía un pequeño pero bonito cañón que salía al arroyo principal. Tras pasar este trecho se volvió a ampliar el valle y comenzamos a ver pastos de ganado y algún corral. Por encima de nosotros y a la parte izquierda, pastaban varios caballos hacia los cuales me dirigí para fotografiar. Continué luego por dicha ladera sin darme cuenta de me iba metiendo en una zona de roca con un buen desnivel a plomo sobre el camino. No tuve más remedio que subir un poco más para sortear dicho paso y ya cuando quise bajar estaba casi encima de Corniero. Después de todo resultó ser un acierto, ya que la vista que tuve del mismo con varias cumbres a lo lejos fue algo inesperado. Tras pasar un puente entré en Corniero donde estaba el resto a la sombra de una casa. Eran ahora las 12:45 horas y llevábamos unos 8 kilómetros.
Atravesamos este bonito pueblo situado ya en la cuenca del Esla, ya que Primajas se encuentra en la del Porma. Tan solo tres kilómetros nos separaban de Crémenes, en la nacional de Riaño. Sin pensarlo comenzamos a caminar por la carretera hacia este pueblo hasta que me dio por preguntar que si íbamos bien. Tuvimos que retroceder entonces unos metros hasta el pueblo para coger un camino que salía entre la iglesia y el cementerio hacia la vaguada por la que teníamos que subir ahora.
Nuestro próximo objetivo era Valbuena del Roblo, situado en otro valle diferente. El camino comenzó a ascender ahora por la parte alta de la ladera del valle de Ricuerna dándonos el sol de pleno. La pendiente además se hacía notar y solo algunos tramos transcurrían por sombra. Por el camino se nos cruzaban numerosas lagartijas. A nuestra izquierda se situaba dicho valle y tras él las cimas del pico Riondo, por donde tenía que estar José Luis.
Poco a poco fuimos llegando a la parte alta de la loma conocida como Prado Pando. En ella nos encontramos con una bella estampa de varias vacas y terneros pastando en los verdes prados que seguían abundando por la zona. Hacia la derecha se divisaba otro picacho en el que vimos un repetidor y al que se llegaba por un camino que salía algo más atrás de donde nos encontrábamos. En unos árboles había varias colmenas y por ello optamos por continuar un poco antes de parar a comer.
De frente comenzamos a ver la cumbre de Peñas Pintas y no tardando divisamos en el valle Valbuena del Roblo. Íbamos en busca de una sombra para comer, pero no había ninguna apropiada. Continuamos entonces por el camino que ahora ya comenzaba a bajar hacia el pueblo. Cerca de esta pista había unas rocas hacia las que me desvié en busca de sombra, viendo algo más abajo y al lado del camino, varios árboles apropiados.
Se lo indiqué entonces al resto y a su sombra nos acomodamos para comer. Poco antes habían pasado por allí tres moteros perturbando la tranquilidad con el ruido y olores de los escapes. Eran entonces las 14: 30 horas, mas o menos. Disfrutando de la vista del valle estuvimos casi una hora antes de ponernos de nuevo en marcha. Por el mismo camino descendimos tranquilamente y ya bastante abajo lo dejamos para cruzar los prados directamente hacia Valbuena.
Sobre las cuatro de la tarde entramos en dicha localidad donde encontramos una fuente en la que bebimos y llenamos las cantimploras. Hasta allí llevábamos unos 14 kilómetros. En el medio del pueblo sacamos una foto y no tardamos en salir de él por otra pista que va bordeando el alto de La Llomba, de 1589 metros. Desde este camino fuimos contemplando el pueblo de Salamón con la cara Oeste de Las Pintas.
De nuevo la pendiente se hizo notar y el calor seguía azotando. En las sombras nos quedábamos rezagados con pocas ganas de caminar. Aún así había que continuar y poco a poco fuimos ganando altura hacia la última collada de la ruta por la que ya bajaríamos a Viego. Unos metros antes de la misma encontramos una caseta al lado de la cual nos sentamos una media hora. José Antonio se había adelantado y tras esperar un rato en la collada por nosotros, bajó hasta el refugio. Este se encontraba cerrado y en buenas condiciones externas.
A las 17:30 horas volvimos a ponernos en marcha. Aún nos quedaban unos metros para la collada que a mí me costaron recorrer. Desde la misma contemplamos una amplia vista del macizo central de Picos de Europa a lo lejos y hacia el lado del Porma el valle de Reyero con Viego en el fondo. Varias cimas se contemplaban igualmente por la zona del pantano y alrededores. Según fuimos descendiendo fue apareciendo a la vista por la derecha el pico Susarón.
Sobre las 18:30 horas entramos en Viego. Por el camino nos cruzamos con un rebaño de vacas conducido por una joven. Le preguntamos por la existencia de algún camino que uniese Viego con Primajas y así evitar la carretera. Nos indico el comienzo de uno a la salida del pueblo que casi llegaba hasta dicha población, distante unos tres kilómetros en línea recta. Atravesamos Viego y encontramos el camino. Resulta que Jorge se había adelantado y pensábamos que iba ya por la carretera. No tardó en aparecer por detrás de nosotros y todos juntos salimos por dicho camino hacia Primajas.
Al principio estaba bien definido, pero poco a poco se fue perdiendo y nos encontramos caminando por el medio de verdes praderas, algunas de las cuales encharcadas de agua. Echando la vista atrás disfrutamos de una plácida perspectiva del pueblo con la collada al fondo de la vaguada iluminado todo ello por el sol del atardecer. Realmente indescriptible.
Pero eso no era lo último de lo que nos recrearíamos ese día. A mitad de camino entre los dos pueblos nos encontramos con un pinar por el medio del cual pasamos. De nuevo la iluminación de la tarde hizo de dicho lugar otro fondo de postal sobre el que no pude por menos de sacar unas fotos. A pocos metros por debajo discurre la carretera por la que habíamos entrado al pueblo por la mañana y la cual se encuentra escoltada por delgados álamos de una altura descomunal.
Ya con Primajas a la vista abandonamos la ladera pasa salir a la carretera. Antes de ello subí unos metros para sacar una foto del pueblo con la vaguada por la que habíamos subido por la mañana al comenzar la ruta.
A la entrada de dicha localidad nos dividimos. Algunos seguimos a José Antonio que nos llevó hasta la iglesia desde la que partía otro camino que subía igualmente por el valle antes mencionado. A pocos metros se encontraban los coches donde nos reunimos todos de nuevo y donde estaba José Luis, que nos contó como había pasado la jornada. Tras subir la cima donde nos dejó, bajó a Corniero por donde acabábamos de pasar nosotros. Después subió de nuevo por las cimas desde las cuales nos vio en alguna ocasión. También se había acercado hasta Viego antes de llegar nosotros.
La ruta nos había llevado exactamente 9:00 horas, contando paradas y demás. Eran por lo tanto las 19:30 horas cuando la finalizamos. Según el podómetro de Jorge habíamos recorrido 22´9 kilómetros.
Tras unos minutos de relax en el que nos cambiamos el calzado y ropa sudada, optamos por emprender el regreso y parar en Reyero a tomar algo y hacer las cuentas. En un bar de dicha localidad cumplimos con ello y no tardamos en ponernos en marcha hacia León. El viaje se realizó sin novedad y pasadas las 21:30 horas llegábamos a Guzmán donde terminaba esta grata experiencia.
Como apunte final, solo reiterar el pleno disfrute personal que tuve a lo largo de toda la travesía contemplando los maravillosos valles por los que transcurrió la marcha. Creo que la época escogida para la misma fue la ideal para deleitarse de todo ese esplendor.






















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