jueves, 29 de agosto de 2002

LAGOS DE ENOL (COVADONGA) - MIRADOR DE ORDIALES 27/28-07-02

 


1ª TRAVESÍA “LAGOS DE COVADONGA - MIRADOR DE ORDIALES”.

27/28-07-02

Tras algunas deliberaciones para escoger la zona en la que realizar la actividad prevista en el calendario dentro de Picos de Europa, optamos por esta ruta que transcurre por el macizo occidental de los mismos y dentro de la región asturiana.
Dado la relativa lejanía del comienzo de la misma, optamos por marchar el sábado y hacer noche en un camping situado cerca de Cangas de Onís. Al igual que la anterior al San Millán, la participación fue escasa, pero no por ello el resultado fue peor. Esta vez éramos las mismas personas salvo una que no fue, Miguel. El resto éramos: Jorge, Sonia, María, José F., y yo. Por otra parte, Carmen había avisado en el último momento de que no podía ir.

SÁBADO 27
Sobre las 16:45 horas recogí a José en Guzmán y nos dirigimos hacia las cercanías de “Carrefour” donde ya estaba el resto en el coche de María. Tras ver si cabía la posibilidad de ir solo en un coche, dado que habíamos quedado en cinco personas en el último momento, optamos por ir repartidos ya que llevábamos las tiendas, sacos, etc. para pasar la noche.
Eran las 17:00 horas cuando emprendimos el viaje hacia el destino final. Habíamos decidido ir por Riaño en vez de por Oviedo y así disfrutar de las vistas del desfiladero de Los Bellos. Sin novedades fuimos recorriendo kilómetros y pasamos por Riaño donde nos desviamos hacia el Pontón. Camino de este puerto comenzó a descender la niebla y nos despedimos del sol hasta el día siguiente ya en plena ruta, como se verá.
Con precaución alcanzamos la cima del puerto y comenzamos el descenso hacia Oseja de Sajambre donde paramos en un bar a tomar un vaso. Minutos después continuamos el descenso hasta entrar en el bonito desfiladero del que apenas disfrutamos debido a la citada niebla. Siguiendo el cauce del río Sella entramos en Asturias hacia la mitad de estas hoces.
Alrededor de las 20:00 horas entramos en Cangas de Onís atravesándolo con dirección a Soto de Cangas donde estaba el camping. En una glorieta nos equivocamos de desvío y nos fuimos hasta Covadonga. Allí dimos la vuelta y volvimos de nuevo hasta la glorieta donde ya cogimos la dirección correcta y a menos de un kilómetro encontramos el camping “Covadonga”.
Tras hacernos la ficha de entrada, bajamos hacia las parcelas donde montamos las tiendas y cenamos. Este camping está bastante bien y había muchas tiendas y caravanas. La niebla se había convertido en orvallo y nos hizo sacar los chubasqueros.
Sobre las diez decidimos acercarnos hasta Cangas a dar una vuelta. En mi furgoneta nos acomodamos los cinco y salimos hacia éste pueblo situado a unos cuatro kilómetros. En él aparcamos y estuvimos dando una vuelta por algunas calles. Nos aproximamos hasta el conocido puente sobre el Sella donde está la cruz colgando de él y sacamos algunas fotos. Pasando por éste llegamos a una tienda- bar típico de hace años en la que se vende de casi todo, desde alimentación, hasta madreñas. Allí algunos tomaron un orujo y yo compré una postal.
Tras ello nos dirigimos hacia el coche ya que el camping cerraba a las 00:00 horas la entrada de vehículos. Sin más novedades nos fuimos metiendo en las tiendas para pasar la noche. Me desperté algunas veces en las que oí ladrar y aullar a varios perros. También, al igual que Jorge, oí el fuerte frenazo y posterior golpe de un coche en la carretera que pasaba no lejos de allí. Con todo ello, descansé bastante bien hasta la mañana siguiente.

DOMINGO 28
A las 8:00 horas sonó el despertador y fuimos levantándonos. El cielo seguía cubierto de nieblas como el día antes y los dobles techos de las tiendas estaban empapados. Fuimos recogiéndolo todo y desayunamos. Sobre las 9:45 horas salimos del camping tras abonar la estancia.
Retrocedimos hasta la glorieta donde nos desviamos hacia los lagos pasando cerca del Santuario de Covadonga y la Santa Cueva. La niebla era cerrada y había que circular con precaución por las numerosas curvas de la carretera que sube a los mismos. Así llegamos a ellos y nos metimos por una pista que atravesaba la Vega de Enol hacia el macizo. Tras unos dos kilómetros por esta pista en buen estado, llegamos a un aparcamiento donde había que dejar los coches obligatoriamente dado que estaba prohibido continuar por ella.
Aquí aparcamos y nos preparamos para la marcha desalentados por el panorama que se presentaba. Hablando con una pareja que bajaba del refugio nos cambió el ánimo al decirnos ésta que en el refugio de Vegarredonda lucía un sol espléndido.
He de apuntar aquí que parte de esta ruta, desde los lagos hasta el refugio de Vegarredonda ya la he hecho yo de ida y vuelta uno de los días cuando hicimos la travesía por todo el macizo occidental de los Picos de Europa hace ahora 15 años.
Con este aliento de optimismo nos pusimos en marcha cuando eran las 10:30 horas. Por un camino entre arboleda subimos unos metros hasta comenzar un pequeño descenso hacia el Pozo del Alemán, lugar donde se atraviesa un puente sobre el río Pomperi donde, según cuentan, solía bañarse Roberto Frasinelli, investigador alemán estudioso de los Picos de Europa. Este enclave nos sirvió para sacarnos unas bonitas fotos en el puente.
Unos metros más adelante y siempre subiendo, nos encontramos con varias cabañas conocidas como majada de la Piedra, por la enorme mole de roca que se encuentra a su orilla. Igualmente, y a pesar de la niebla, el encanto de estos rincones era único. Aquí el camino giraba bruscamente haciendo un zigzag y pasando por encima de este bello lugar. En este tramo nos dejó detrás una pareja que subía sin mochila alguna.
Los prados abundaban y las vacas pastaban en los mismos. Al final de una pendiente algo más fuerte llegamos a la vega de Canraso donde el sendero apenas era perceptible y solo podía seguirse gracias a los numerosos hitos que lo iban señalando.
Pasada esta suave vega y tras otra subida algo más pronunciada, llegamos a otras praderías donde, sin darnos cuenta, perdimos el sendero marcado desviándonos hacia la derecha por el medio del valle hasta que este se fue cerrando por el curso de un arroyo y no vimos claro como seguir. Yo subí un poco por la izquierda y enseguida encontré de nuevo el sendero bien marcado por el que continuamos hacia arriba. Unos metros más arriba llegamos al cruce con el arroyo donde de nuevo nos surgió otra vez la duda. Se veían tres posibles sendas para seguir y no sabíamos cuál de ellas era. Yo me desvié hacia la de la derecha hasta un pequeño collado desde donde no lo vi muy claro. Cuando bajé vi al resto con un joven que les estaba indicando el buen sendero y tras él nos fuimos atajando unos metros hasta ver de nuevo la pista buena. Iba a un ritmo ligero y solo Jorge le siguió unos metros. Por allí vimos entonces otras cabañas conocidas como La Redondiella.
Nos dirigíamos ahora hacia el collado de la Gamonal por una senda entre rocas cuando el disco del sol se comenzaba a distinguir entre la niebla. Aquí nos encontramos con la pareja de jóvenes que antes nos había pasado y que regresaban al no ver el refugio por parte alguna. Al decirles que apenas quedaban unos metros para él, decidieron dar la vuelta con nosotros. Así avanzamos hasta alcanzar el collado este donde el cielo comenzó a despejarse por completo y pudimos por fin disfrutar del sol y de unas vistas espectaculares de los picos que rodean al refugio de Vegarredonda, al que no tardamos en divisar también a escasos 500 metros.
Para llegar a éste hay que descender unos metros por un sendero rocoso hasta llegar a su altura. Eran las 12:30 horas cuando terminamos esta primera parte del recorrido. En el lugar había varias personas y un par de enormes mastines. Dos edificios forman estas instalaciones, el refugio en sí y otro que debe de servir como almacén. Entre los dos se encuentra la fuente Mojosa, de donde manaba un agua fría y buena.
Aprovechando la excelente vista que teníamos, sacamos algunas fotos y descansamos unos minutos. Nuestro objetivo final era el mirador de Ordiales, situado a otra hora de camino hacia arriba. Por su parte, José decidió no seguir más y quedarse a esperar allí. Aprovechando esto, el resto decidimos dejar las mochilas allí y continuar solo con algo de agua, cámara y prismáticos.
A las 12:45 horas emprendimos de nuevo la marcha. Una senda muy marcada parte del mismo refugio y pocos metros más arriba se bifurca teniendo que seguir por la derecha. Enseguida se empina al meterse por la canal de Cueñe Cerrada donde la senda zigzaguea hasta alcanzar Los Campos de Torga donde los pedregales y hoyos se alternan con algunas praderas donde las vacas pastaban la verde hierba. En el camino nos cruzamos con algunas personas que bajaban del mirador y cada una nos daba un tiempo y distancia diferente. En el folleto que nosotros llevábamos indicaba 50 minutos desde el refugio, mientras que algunos decían que hora y media. Jorge, Sonia y María ya estaban algo mosqueados por estos datos y les iba animando a seguir un poco más. El sol calentaba lo suyo y no nos habíamos dado protección alguna. Además solo llevábamos medio litro de agua para los cuatro.
Cuando alcanzamos un collado, que era el de Sierra Pelada, sin que apareciese el mirador por parte alguna, ellos decidieron no dar un paso más. A mí me fastidiaba por que creía que no podía quedar mucho más ya que llevábamos 40 minutos andando. Decidí entonces continuar yo solo por la senda que ahora faldeaba los picos. No tardé en ver un refugio, que según el folleto era de ICONA, y al cruzarme con un joven me indicó donde quedaba el mirador. Pasé al lado de este refugio cerca del cual había un grupo sentado y continué hacia el objetivo siguiendo a una pareja que iba poco por delante de mí.
Por fin, a las 14:00 horas, alcancé este balcón de los Picos de Europa, en el que se encuentra además la tumba del marqués de Villaviciosa, fundador del Parque Nacional de Covadonga. Describir la vista que desde allí teníamos es imposible. El mirador está sobre una pared cortada verticalmente y por debajo solo se veía un inmenso mar de nubes al que casi daba la tentación de lanzarse. Los picos que salían de éste asemejaban islas en este blanco océano de algodón. Esto compensaba enormemente el no poder disfrutar de la vista de los valles del Dobra y de la sierra de Amieva e incluso, en días despejados, del mar Cantábrico. A la izquierda del mirador se alzaba la cumbre del pico Cotalba, cuyas pendientes eran inmensas paredes largas y lisas casi a plomo sobre el valle.
Aprovechando la estancia allí de aquellos jóvenes, nos sacamos fotos mutuamente sobre aquel fondo de postal de lujo. Sinceramente, hubiera podido quedarme allí horas contemplando aquel espectáculo visual sin cansarme lo más mínimo. Como apuraba el tiempo, solo estuve allí unos diez minutos antes de emprender el regreso poco después que aquella pareja.
Con pena abandoné aquel idílico lugar siguiendo la misma senda anterior hasta llegar al refugio del valle. Tras bordear los picos aquellos llegué a la collada donde vi que no estaban ya los tres compañeros, lo que me extrañó. En el móvil vi una llamada perdida de ellos y les llamé. Me dijeron que ya estaban bajando por delante de mí y comencé a bajar siguiendo el sendero muy trotado que atravesaba los hoyos y praderas. El sol calentaba bien y además no tenía agua, por lo que me lo tomé con calma parando de vez en cuando. Ahora no me crucé con nadie ni nadie me dejó detrás.
A las 15:00 horas llegué al refugio donde el resto estaban ya acomodados a la sombra para comer. Yo no tenía hambre alguna y solo comí una lata de macedonia de fruta. Eso sí, me hinché con el agua tan fresca de la fuente. Tras unos tres cuartos de hora allí, emprendimos el regreso por la misma ruta anterior. Cogimos la senda rocosa con dirección al collado La Gamonal donde la niebla nos comenzó a cubrir de nuevo y el sol desapareció por completo en pocos minutos.
Pocos metros después nos encontramos de nuevo con el joven que nos había indicado la senda buena a la subida y que ahora bajaba también. Él iba atajando a buen ritmo, por lo que decidimos seguir la senda marcada y no seguirle para no perdernos. La niebla se había vuelto algo húmeda y ellos se pusieron los chubasqueros. Por otro lado, José debió de quedarse algo frío y se le revolvió el estómago teniendo que parar a vomitar. No fue a más la cosa y continuamos atravesando aquel valle al que la niebla le daba también su encanto. Ya bastante abajo nos cruzamos con un grupo que subía.
En determinada zona me despisté por lo parecido del lugar y pensé que ya teníamos las majadas de la Piedra allí mismo. Aún tuvimos que recorrer un buen trecho para alcanzar estas cabañas ya bastante abajo del valle. Pocos metros después atravesamos el puente del Pozo del Alemán para enfilar el último tramo casi de subida hacia los coches. A ellos llegamos cuando eran las cinco y media pasadas.
Aquí la niebla ya era llovizna y nos cambiamos dentro de los coches antes de emprender el regreso. Yo temía quedarme sin gasoil ya que había subido casi con la aguja abajo del todo, aunque la reserva aún no se encendía. Al menos ahora era cuesta abajo y la gasolinera estaba poco antes de Cangas, a unos 25 kilómetros.
Con precaución bajamos el puerto y llegamos a Covadonga donde nos desviamos para ver el santuario y la cueva de la Virgen, que yo no conocía. En ésta última estaban celebrando misa y hubo que esperar unos minutos para entrar. En el santuario no pudimos por lo mismo. Como es tradición, echamos unas monedas a la laguna pidiendo deseos. En uno de los varios puestos de recuerdos compré una tira de postales antes de emprender de nuevo el viaje sobre las 19:00 horas.
Al llegar a la altura de la gasolinera entré en ella para llenar el depósito antes de entrar en Cangas. En éste cogimos de nuevo la carretera hacia Los Bellos en los que entramos con el cielo aún cubierto. En este desfiladero paré a sacar una foto y además por que me parecía ir oyendo un ruido raro en la furgoneta. Creo que eran varias piedrecitas que iban metidas entre los dibujos de las ruedas.
De esa manera atravesamos las hoces y poco después pasamos Oseja de Sajambre para comenzar a subir el puerto Pontón. Poco después de atravesar la cumbre y ya bajando hacia Riaño, empezó a disiparse la niebla y vimos de nuevo el lucir un espléndido sol. Sin novedades bordeamos el pantano y pasamos la presa hacia Cistierna. Aquí teníamos pensado parar, pero al llegar decidimos no hacerlo y seguir ya hasta León. Desde el Puente Villarente encontramos bastante circulación, pero fluida. Alrededor de las 22:00 horas llegamos a la ciudad y fui a dejar a José en casa. En vez de venir para Armunia, llamé a Carlos y a mi hermana y que dé con ellos en León.
Así terminó este fin de semana que no se prometía tan bueno por culpa del tiempo, y que luego resultó de lo más agradable. Y de esta forma vamos cumpliendo el programa previsto dentro del calendario del club “Cumbres de León”, aunque sea con tan escasa participación.    

 


































lunes, 26 de agosto de 2002

NOCTURNA "CASCADA DE SOTILLO DE SANABRIA" 24/25-08-02

 



VI TRAVESÍA NOCTURNA.
3ª TRAVESÍA A LA "CASCADA DE SOTILLO DE SANABRIA" (Zamora)
24/25-08-02

De nuevo otro año más hemos realizado una marcha nocturna aprovechando el relativo buen tiempo de esta época estival. Y digo relativo ya que, tras varios días más o menos buenos, al fin tuvimos la compañía de la lluvia, que por fortuna fue suave.
Al final fuimos los siguientes componentes tras el abandono de Miguel a última hora: Toño, José F., José B., María, Jorge, Sonia, Carlos Gil y yo.
Con todo ello, y tras acordar un poco el transcurso de la misma, el resultado fue el siguiente.

SÁBADO 24
Alrededor de las 17.30 horas pasó José B. a recogerme por casa donde ya le esperaba con todo preparado. Seguidamente marchamos en busca de Carlos a San Andrés para luego dirigirnos hacia Ardón donde habíamos quedado en encontrarnos en casa de Toño. Aquí llegó también José F. con el resto y dejó el coche en la cochera de Toño ya que éste llevaba el suyo. Como íbamos siete de aquí no pudimos acercarnos en un solo coche, y a Toño no le íbamos hacer venir cuando llevábamos aquella dirección.
Sobre las 18:30 horas emprendimos el viaje hacia Sanabria donde teníamos que buscar lugar donde dormir. Los negros nubarrones amenazaban lluvia como luego comprobamos en camino. Yendo por la autovía de Benavente hacia Puebla de Sanabria nos descargaron tres o cuatro aguaceros considerables. En Puebla dejamos esta vía y salimos con dirección al lago. Algo más arriba de Galende se encuentra el camping “Peña Gullón”, en el que ya estuvimos una vez acampados. Allí preguntamos si tenían algún bungalow o caravana que alquilasen ya que no se presentaba muy buena la noche para dormir en las tiendas. Tras la respuesta negativa, nos indicaron otro de ellos mismos situado cerca de Vigo de Sanabria, el “Folgoso”, donde sí tenían bungalows.
Hacia este nos dirigimos y nos encontramos con que estaban todos ocupados. Decidimos entonces acercarnos hasta Vigo donde sabíamos que alquilan unas cabañas de madera. Aquí, tras dar con dos de estos alojamientos, nos dijeron lo mismo de antes, que estaban ocupados. Por último nos indicaron un bar cercano que alquilaba habitaciones y en él nos informamos. Tenía cuatro dobles libres a 18´00 € cada una, lo que nos parecía un poco caro ya que además solo íbamos a pasar parte de la noche.
Viendo que era un riesgo montar las tiendas y nos cayese un chaparrón o tormenta, y que además íbamos a venir a mitad de la noche, cansados e igual mojados, optamos por quedarnos allí mismo. Subimos con lo que íbamos a necesitar para cenar y demás y nos repartimos las cuatro habitaciones. Dos tenían dos camas y otras dos una grande. En otro cuarto estaba el servicio y lo mejor, una terraza con una mesa y sillas donde nos acomodamos para cenar. De esa forma fue anocheciendo y al menos se contenía sin llover, aunque veíamos algunos relámpagos lejanos.
Terminado de cenar recogimos y nos preparamos para irnos. En los coches metimos solamente las mochilas que íbamos a llevar cada uno y emprendimos el trayecto hacia Sotillo de Sanabria donde comenzaríamos la ruta. Para llegar a él volvimos a salir a la carretera del lago, en cuyo cruce vimos una autocaravana que se había metido por encima de una isleta y estaban haciendo maniobras para salir sin rozar mucho los bajos. En El Puente giramos hacia una estrecha carretera llena de curvas que nos llevó directamente a Sotillo. Tras atravesar este bonito pueblo salimos por una pista de cemento hasta un merendero donde comienza la ruta. Aquí aparcamos los coches y echamos las mochilas al hombro con lo mínimo indispensable, cámara de fotos, chubasquero y poco más, ya que habíamos cenado antes.

DOMINGO 25 (MADRUGADA)
Aquí comenzaré esta jornada del domingo aunque faltaban unos minutos para ser las 00:00 horas cuando nos pusimos en marcha.
Exactamente eran las 23:40 horas cuando comenzamos a caminar por un camino de tierra y piedras que partía del merendero donde terminaba la pista de cemento. Tras atravesar un puente sobre un arroyo llegamos poco después a una bifurcación del mismo donde una señal nos indicaba la dirección a seguir. El cielo se mantenía cubierto aunque no llovía aún. La pendiente era pronunciada a trozos y abundaban las piedras. Con los frontales y linternas íbamos alumbrando la ruta oscura por completo. La luna llena de esta semana quedaba tapada por las nubes antes citadas.
El personal se fue acelerando y tuve que ir parándoles de vez en cuando para descansar un poco y disfrutar de la ruta, ya que a pesar de ser de noche, también tenía su encanto. Por el lado izquierdo se elevaba la ladera llena de árboles mientras que a la derecha teníamos el valle por el que bajaba el arroyo que venía de la cascada hacia la que nos dirigíamos. Se alternaban los trechos suaves con algunos de pendiente pronunciada que costaba subir, aunque parece que si no se ve la cuesta supone menos esfuerzo.
De esa forma fuimos avanzando sin dificultad alguna ya que no tiene perdida esta ruta ni cruces en los que despistarse. Yo tuve que cambiar las pilas del frontal que apenas me alumbraban ya, y de las que llevaba tenía algunas desgastadas mezcladas con las nuevas. En el medio de la oscuridad también sacamos algunas fotos con el flash.
A mitad de camino comenzó a pintear y al final tuvimos que ponernos los chubasqueros. Los árboles nos cubrían bastante, pero ya se sabe el dicho de que “el que se mete debajo de hoja......”.
Ya bastante arriba el camino da una curva cerrada y poco después comienza a descender bruscamente. Unos metros después nos encontramos con un bonito mirador natural en una gran mole de piedra cara al valle. Aquí sí hubiese venido bien la luna llena para admirar el contraste de sombras en esta vaguada. Tras un tramo llano vuelve a bajar de nuevo fuertemente y para ello han colocado unos escalones hechos con troncos que evitan resbalones cuando está húmedo el camino. En los últimos metros del camino hay que pasar agachados bajo algunas ramas gruesas de árboles hasta que se llega al mirador desde el que pudimos ver por fin la cascada. Eran entonces las 1:15 horas.
Desde allí veíamos perfectamente la bonita cascada situada a unos 50 metros. En este mirador hay una barandilla de madera para evitar caídas al río ya que el desnivel es considerable. Desde allí parte un sendero que llega directamente debajo de la cascada. Como nadie se animaba a ir, lo hice yo solo. Era impresionante situarse casi de bajo de ella con el ruido que producía y las nubes de gotas de agua que se formaban. Además tenía el encanto y el “misterio” de la oscuridad de la noche. De regreso les intenté convencer y solo Jorge se acercó. Fui con él de nuevo y nos sacamos una foto mutuamente. Luego también fueron Sonia y María. La verdad es que era una sensación diferente la que se experimentaba en aquel lugar y a esa hora.
Como nadie más quiso acercarse, comenzamos el regreso tras unos 20 minutos allí. Volvimos a subir por aquellos troncos y llegamos a la gran roca donde paramos unos minutos y sacamos unas fotos. Apuntar que había parado de llover y que incluso hacía calor.
De nuevo nos pusimos en marcha subiendo un tramo antes de comenzar el descenso continuo hacia los coches. También ahora parece que llevaban prisa y no tardaron en coger carrerilla Carlos, José F., y Toño dejándonos al resto detrás durante todo el camino. Entre los árboles del lado del valle veíamos las luces de algunos pueblos al fondo.
Jorge y María llevaban unas linternas de tubo fluorescente que parecían farolas por la luz que daban. Los cinco fuimos descendiendo sin alcanzar a los otros que nos sacaron 20 minutos cuando llegamos abajo nosotros. Eran entonces las 3:15 horas.
Aquí lo metimos todo a los coches y comenzamos el regreso a Vigo, a 16 kilómetros de allí. Volvimos a atravesar Sotillo y luego pasamos por El Puente donde nos desviamos por la carretera del lago hasta el cruce a San Martín de Castañeda y luego a Vigo. Sobre las 3:45 horas llegamos a éste y subimos a las habitaciones para acostarnos. Yo lo hice con José B. en una de las cuatro que teníamos para nosotros. En ella había una cama grande, un armario, una mesita y un ventilador. Sobre las cuatro estábamos acostados ya.

(POR LA MAÑANA)
Aunque algunos se levantaron temprano, yo me quedé en la cama hasta las 11:00 horas. Luego desayunamos y decidimos lo que hacer ese día. Seguía nublado y llovía algo. Yo había comentado el día antes de acercarnos a ver el lago y luego lo que fuera. Carlos había propuesto comenzar el regreso y hacer de paso una ruta por unos pueblos con restos arqueológicos que él conocía. Otros querían parar también en El Puente donde el día antes habíamos visto que había una feria de cerámica y artesanía.
Ya pasadas las doce metimos todo a los coches y emprendimos el viaje. Yo pensé que íbamos a ir hasta el lago un rato, pero no, cogieron y giraron hacia el lado contrario. Esto me mosqueó un poco ya que yo tenía ganas de verlo de nuevo ya que estábamos allí al lado. Sí que pararon a ver la feria de cerámica, que por cierto era lo que a mí menos me interesaba. Allí cerca había una oficina de turismo donde cogimos algunos folletos. Una media hora después nos pusimos de nuevo en marcha con la intención de hacer esa ruta arqueológica.
Por la carretera llegamos a la glorieta del cruce hacia Puebla y entramos en la autovía. Por ella circulamos hasta la salida de Camarzana de Tera donde cogimos la carretera hacia La Bañeza. Poco después de Santibáñez de Vidriales se encuentran los primeros restos romanos, el campamento de Petavonium. Aquí vimos que están cercados y para verlos cobran 3´00 € por persona. Nos pareció que no merecía la pena y continuamos hasta el cruce de San Pedro de la Viña. Hacia este pueblo nos dirigimos para ver la Fontana Romana, una fuente de este estilo arquitectónico situada un poco a las afueras de la localidad.
Visto lo anterior volvimos a la carretera general y continuamos hacia el límite provincial de Zamora y León sin llegar a entrar en éste. En un merendero situado en un pinar decidimos parar a comer acomodándonos en las mesas dispuestas para ello. Cerca había un estanque excavado en el terreno y al que están vallando con alambrada. Supusimos que podía servir de depósito para recoger agua en caso de incendio.
Tras un buen rato allí sentados nos pusimos de nuevo en marcha. Esta vez nos dirigimos hacia Arrabalde, otro pueblo situado en la base de la sierra de Carpurias, desde el que sale una pista que sube por la ladera de esta sierra hasta el punto mas alto de la misma donde se sitúa otros restos de un poblado romano.
Con los coches subimos por dicho camino hasta que la pendiente y el estado del mismo aconsejaban no seguir. Aparcamos los mismos y comenzamos a caminar llegando en unos 25 minutos a la parte más alta. Aquí encontramos parte de la muralla reconstruida y algunos restos muy deteriorados de lo que fueron las viviendas. Varios carteles indicaban e informaban de todo lo que se podía ver en aquel lugar. Igualmente había una caseta de vigilancia forestal en la que estaba un joven y cerca de la misma el hito del punto geodésico. Como ya antes habíamos visto, enormes molinos de viento para generar electricidad se reparten por toda aquella sierra.
Desde aquella altitud de 977 metros pudimos divisar a lo lejos los pueblos leoneses de La Bañeza o Santa María del Páramo entre otros muchos más. También veíamos todo el macizo de Sanabria hacia el oeste y las llanuras del sur y del este.
Tras unos minutos contemplando aquel paisaje descendimos de nuevo hacia los coches y bajamos por el mismo camino hasta Arrabalde donde cogimos la carretera para ir hacia Pobladura del Valle y desde allí salir a la nacional de Benavente - León.
No fue así como salió el plan, ya que nos equivocamos en dos cruces y terminamos metiéndonos de nuevo en la autovía de Sanabria teniendo que recorrer varios kilómetros hacia atrás para encontrar un cambio de sentido, ya que como es habitual, no abundan.
Por fin, tras varios rodeos, salimos a la nacional por la circulamos hasta llegar al cruce de Ardón donde entramos para hacer el cambio de coches. De nuevo en marcha, al llegar a la altura de la autovía a Burgos se encuentra un concesionario de coches de ocasión en el que paramos un rato ya que Carlos quería ver alguno de los modelos que tienen fuera. Por casualidad estaban allí los que lo llevan y estuvimos un rato charlando con ellos. Sin más retrasos, cuando eran las 20:30 horas aproximadamente, llegamos a Armunia donde me dejaron a la puerta de casa.
Y este fue el final de otro grato fin de semana montañero en el que realizamos otra de las actividades programadas con optimo resultado, lo que por fortuna viene siendo habitual.