lunes, 15 de abril de 2002

RUTA DEL ALBA (Soto de Agues - Asturias) 14-04-02


1ª TRAVESÍA “RUTA DEL ALBA”. (Asturias).

14-04-02       (Domingo)

De nuevo hemos salido otra jornada mas para realizar una bella travesía por la zona asturiana de Laviana. Exactamente se trataba de la Ruta del Alba, una marcha a través del curso del río Alba, afluente del Nalón, que nace en las vertientes del pico Retiñón, cercano a Felechosa.
Tras unas previsiones no muy alentadoras respecto a la climatología, al final, salvo cuatro pintas contadas, nos dejó disfrutar sin problemas de esta travesía que seguidamente relato.
Sobre las 7:30 horas llegó Miguel hasta mi casa donde ya estábamos Juli y yo preparados. En principio no iba a llevar Miguel su coche, pero decidió hacerlo por su cuenta ya que luego quería acercarse hasta Oviedo para ver un partido de fútbol si le daba tiempo. Juli y yo salimos en la furgoneta mientras él iba en el suyo. Tras recoger a Omar nos acercamos hasta el comienzo de la carretera de Asturias para ver si estaba José f. esperando por Pablo, el cual ya había avisado a Omar que no iría. Allí ya no estaba y por teléfono nos dijo que ya estaba enterado y había recogido ya a Jorge y Sonia. En la gasolinera del alto de la Copona nos unimos a ellos y con los tres coches emprendimos el viaje hacia el puerto de Pajares.
Pensábamos que íbamos a encontrarnos con algo de nieve en el puerto, pero solo vimos algunos pequeños corros en la calzada y sin espesor alguno. Sí que había niebla espesa en la cima y durante algunos kilómetros después. Con precaución bajamos este puerto y llegamos a Campomanes donde entramos en la autopista por la que circulamos hasta llegar a Mieres donde la abandonamos. Aquí cogimos otra carretera hacia Langreo y luego hacia Pola de Laviana. Pasado este y con dirección al puerto de Tarna, se encuentra Rioseco de Sobrescorbio donde ya tomamos el desvío hacia Soto de Agües, al cual llegamos sobre las 10: 15 horas. Habíamos recorrido 148 Km.
En un aparcamiento dejamos los coches y 15 minutos más tarde emprendimos la marcha. Jorge y Sonia eran los guías, ya que eran los dos que la habían hecho y propuesto al club. Tras atravesar el pueblo salimos por una pista que parte cerca de un lavadero de ropa. El valle era muy abierto y el río bajaba hacia el pueblo por nuestra izquierda bastante alejado. En el cielo se alternaban los claros y los nubarrones que tapaban las cimas en forma de niebla.
A unos 500 metros de Soto encontramos la piscifactoría Alba, que aprovecha el agua del río para la cría de la trucha. Allí cerca había un cartel con la descripción de la ruta. Según éste, tenía 7,1 kilómetros y un desnivel de 300 metros. Soto de Agües se encontraba a 500 m y la Cruz de los Ríos, donde terminaba, 800 m.
El valle se iba cerrando poco a poco entre las laderas pobladas de hayas y otras numerosas especies de árboles. En los prados vimos algunas vacas y bonitos terneros. Igualmente distinguimos numerosas cabras que nos observaban desde las rocas escarpadas. Al lado del camino quedan los restos de un antiguo cargadero de mineral, que por el color rojizo, bien podría tratarse de hierro. En el río vimos algunos pescadores con caña en mano intentando atrapar alguna pieza.
Numerosas cabañas, algunas de ellas muy recientes, se emplazaban en medio de las verdes praderas. Hasta la última de ellas llegaba esta pista que se convirtió luego en senda más estrecha y pedregosa. Estábamos entrando ahora en lo más bello de la ruta, el desfiladero. El río se abría paso entre las paredes de roca formando numerosas cascadas en su curso. Igualmente se veían algunos saltos de agua desplomarse por las paredes o laderas de dicho cañón.
Miguel iba fotografiando todo lo que se le ponía delante, flores, animales, paisaje, en fin, de todo. Lo cierto era que merecía la pena plasmar todos aquellos detalles indescriptibles por su encanto. Como curiosidad, en las raíces de un árbol que se sostenía sobre la roca misma, había colocado un portal de Belén con el nacimiento dentro.
La lluvia había comenzado a caer suavemente en forma de “calabobos”.
La roca había sido excavada en numerosos lugares para abrir paso en el desfiladero e igualmente cimentado el suelo de la senda para poder pasar. En el medio de este cañón había un puente por el que tuvimos que pasar al lado izquierdo del río. Allí mismo pudimos disfrutar de otro bello espectáculo del agua. Una gran cascada caía de las paredes sobre el cauce del río donde se formaba a su vez otro gran salto. Allí paramos un rato para disfrutar de todo ello y sacar numerosas fotos. Tras este puente han hecho varios escalones para evitar la resbaladiza roca.
Por esta margen del río se continua la marcha en la que se acentúa un poco más la pendiente. El río con sus numerosos saltos iba amenizándonos la vista hasta que llegamos al final del desfiladero. Aquí atravesamos por otro puente a la margen contraria del cauce y poco más adelante se encuentra la Cruz de los Ríos donde se unen las aguas que bajan del pico La Forcada y las del Retriñón. A través de otro puente sobre este último cauce y una pequeña subida llegamos a la cabaña de la Vega del Llaimo, donde la ruta en sí se termina. Eran entonces las 12:45 horas.
Allí se encuentra un refugio, cerrado en ese momento, con numerosos bancos y mesas de madera a su lado. El valle se divide hacia derecha e izquierda siguiendo la dirección de los dos arroyos anteriores. Como era aún pronto, decidimos seguir un poco más arriba como lo habían hecho Jorge y Sonia la vez que habían ido. El cielo se había cubierto cada vez más y amenazaba más lluvia.
Nos dirigimos hacia la izquierda y nos encontramos con el cauce del río sin ningún puente para cruzarlo. Cambiamos entonces de rumbo y seguimos una senda por una ladera hasta meternos en el bonito hayedo del Monte Llaimo. Fue entonces cuando volvieron a caer otras cuatro pintas. Los árboles se encontraban aún sin hojas pero en pleno brote primaveral. Vimos algunos caídos y sobre uno de los derechos se mantenía una gran rama partida casi en equilibrio. También formaban un curioso paisaje las numerosas piedras cubiertas completamente por musgo de un verde intenso.
Tras media hora escasa de ascensión por aquel bosque decidimos dar la vuelta hacia la caseta para comer allí. Al llegar vimos que otro pequeño grupo, al que habíamos visto en el pueblo, ya se había acomodado en una de las mesas. Nosotros nos sentamos en otra cercana y nos pusimos a reponer fuerzas aprovechando la ausencia de lluvia en esos momentos. Por cualquier sitio estábamos rodeados de altas cumbres aún con restos de nieve de las nevadas caídas en los últimos días.
Estando en ello comenzó a llegar más personal de la parte de arriba y se fue aposentando en las mesas que quedaban libres. Luego supimos que venían de Cabañaquinta haciendo una ruta hasta Soto, donde les esperaba el autocar.
A las 14:15 horas emprendimos nosotros el regreso hacia este pueblo. De nuevo nos metimos en el cañón atravesando el primero de los túneles sobre uno de los arroyos para franquear enseguida el segundo ya sobre el río Alba. Sin duda habíamos ido en la mejor época para disfrutar del espectáculo del agua. Hubiese sido inmejorable haber tenido la presencia de un sol claro que diese luz a toda aquella grandeza.
Al llegar a las dos grandes cascadas nos detuvimos de nuevo y sacamos alguna foto de todo el grupo con las mismas detrás. En algunos lugares de la ruta habían colocado una barandilla de madera para protegerse del desnivel hacia el río, pero había tramos en los que ésta no existía. La senda tan pronto iba casi al nivel del río como muy por encima al caer éste en los numerosos saltos del cauce. En este cañón estaba también el mayor desnivel de toda la ruta, bajando ahora casi 200 metros de los 300 totales en los dos kilómetros aproximados que tiene el desfiladero.
No tardamos en ver por detrás de nosotros a parte del grupo que había llegado a la cabaña anteriormente. Con dos señoras entablamos conversación ya que conocían algunas zonas de la montaña leonesa. Así entramos sin darnos cuenta en la pista ancha y vimos las primeras cabañas en los verdes prados. Otra vez pasamos cerca de las vacas con las crías y del cargadero de mineral.
El regreso se me iba haciendo ya más largo de lo que pensaba y bromeábamos diciendo que nos iban alejando el pueblo según nos acercábamos nosotros. El cielo iba despejándose cada vez más y el sol se reflejaba en las laderas y los picos altos.
Desde la piscifactoría divisamos el ya cercano pueblo. En el agua de ésta vimos un gran número de truchas formando bancos.
A las 15:45 horas entramos en Soto de Agües. De nuevo tuvimos que atravesar el pueblo para llegar al aparcamiento donde teníamos los coches. Al lado estaba el polideportivo donde jugaban algunos jóvenes. Nos cambiamos el calzado y nos acercamos hasta una bar del centro del pueblo donde tomamos una sidra, refresco o café.
Sobre las 17:00 horas nos pusimos en marcha hacia León. Miguel, como había dicho, iba hasta Oviedo e iba el solo en el coche. Hicimos la misma ruta de la ida y salimos a la autopista en Mieres. Por ella circulamos hasta Campomanes donde la dejamos para subir el puerto Pajares. En este encontramos algunos camiones que nos costó trabajo dejar detrás. Ahora no encontramos niebla y la carretera estaba algo más seca. Sin problemas alcanzamos la cima y comenzamos el suave descenso hacia la parte leonesa. Como habíamos acordado, paramos en un bar situado poco antes de Villamanín a tomar otro vaso.
Unos minutos después nos pusimos de nuevo en marcha y sobre las 19:30 horas llegamos a León. Frente a su casa dejamos a Omar y poco más tarde llegamos Juli y yo a Armunia.
Así terminamos esta primera actividad de un mes de abril un tanto revuelto respecto a la climatología. En esta ocasión no nos fue mal del todo y pudimos realizar la ruta prevista. Al igual que la anterior, con escasa participación de los socios del club.





























 

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