lunes, 29 de abril de 2002

PEÑAS PINTAS (Las Salas) 28-04-02


1ª ASCENSIÓN A “PEÑAS PINTAS”.

28-04-02        (Domingo)

Por fin hemos alcanzado uno de los objetivos pendientes desde hace algún tiempo, cuando intentamos coronar la cima de esta cumbre, sin éxito por culpa de la climatología. Esta vez todo se dio positivamente y conseguimos llegar a la cota más alta del pequeño macizo de Peñas Pintas que lo forman tres cumbres muy cercanas.
Sobre las 8:00 horas llegó Carlos Gil a mi casa donde poco después lo hizo también Miguel. En el coche de este último nos acercamos hasta Guzmán donde habíamos quedado con el resto para salir. Con algo de retraso fueron llegando y nos repartimos en los coches de Cristina, Ángel y Pablo. Además de los seis ya mencionados, también iban: José F., Sheila, Antonio y Omar.
Pasadas las 8:30 horas salimos de León hacia Mansilla donde nos desviamos con dirección a Cistierna. Precisamente allí encontramos a mi padre que iba a una excursión a Riaño y habían parado a tomar un café. Nosotros también paramos a tomar un café unos minutos antes de continuar el viaje hacia Las Salas desde donde comenzaríamos la ascensión. Al contrario de lo habitual, el cielo nublado de León se había ido despejando del todo.
Pasadas las 10:00 horas llegamos a este pueblo y con los coches intentamos subir por una pista para adelantar algo de camino, pero al final desistimos y aparcamos en la plaza de la iglesia. Allí nos preparamos y media hora después comenzamos a caminar. Tras unos metros por la carretera con dirección Riaño, y ya casi al final del pueblo, entramos en otra pista que comenzaba a subir por un hayedo en la falda del pico La Corona. En éste se alternaban los tramos suaves con algún repecho de mayor pendiente, pero se hacía cómoda la subida.
De esa forma llegamos a una especie de refugio con una fuente cercana. Lo dejamos a nuestra izquierda y continuamos con dirección hacia el pantano de Riaño siguiendo el camino muy bien marcado. Delante de nosotros teníamos ya las tres cimas de Peñas Pintas. La de mayor altitud nos quedaba justo hacia el lado contrario al que nos dirigíamos y por ello tuvimos que cambiar el rumbo. Algunos continuaron por el camino unos metros más mientras que otros decidimos atacarlo por la ladera. Unos metros más arriba nos juntamos de nuevo en una senda que ya se dirigía hacia la cumbre más alta.
La pendiente comenzó a pronunciarse y descendió el ritmo de la marcha. Algunos comenzaron a adelantarse y otros quedamos por detrás tranquilamente. El paisaje se hacia cada vez más amplio y bonito y comenzamos a ver la parte del pantano donde se sitúa la presa. En unas rocas estuvimos un buen rato descansando a la vez que manteníamos una profunda reflexión sobre creencias personales.
De nuevo en marcha llegamos a la zona rocosa donde encontramos trechos en los que había incluso que trepar algo. El cansancio ya se hacía notar y el sol calentaba a pesar de la brisa agradable que corría. En las rocas había numerosas marcas indicando el camino, pero había a la vez varios caminos y no se distinguían bien unos de otros, por lo que era mejor seguir por donde mejor fuésemos viendo.
En marzo del pasado año, cuando intentamos esta ascensión, nos lo había impedido una ligera capa de nieve, resbaladiza en la roca, a pocos metros de la cumbre. Ahora se encontraba seca del todo y las botas se agarraban a ella firmemente sin problema alguno. Pasamos por algunas gargantas que sorteamos más o menos bien y alcanzamos por fin una collada desde la cual ya vimos la parte contraria con Riaño, el pantano y el pico Yordas entre otros detalles. Ahora íbamos juntos Omar, Antonio, Ángel y yo. José había decidido quedarse pocos metros antes y el resto ya estaba en la cima.
Desde allí solo nos quedaban unos pocos metros serreando por la roca hasta la cumbre. Por la parte norte del pico vimos impresionantes paredes completamente verticales. Con algo de precaución con este precipicio, recorrimos estos últimos metros hasta llegar a la altura máxima de aquel macizo donde ya se encontraban los demás, algunos desde hacía una hora. Eran las 14:30 horas.
La perspectiva era impresionante hacia cualquier punto que se mirase. Echando la vista hacia el norte teníamos las cumbres del pico Yordas, Redondo, Gildar, etc. Girando hacia la derecha nos encontrábamos con Peña Prieta y el Espigüete al este, Peña Corada, la doble cima del pico Moro o Peña Rionda hacia el sur, y ya mirando casi al oeste y al fondo, Peña Ubiña, Valdorria, Susarón y todas las cumbres de San Isidro: Torres, Agujas, Ausente o Rapaona, subida este mismo año por nosotros. Igualmente distinguíamos varios pueblos cercanos como Riaño, Salamón, Valbuena del Roblo y Las Salas.
En la cumbre estaba el punto geodésico y una pequeña cruz con un buzón bastante estropeado ya. Por debajo de unas rocas vimos una pequeña imagen de la Virgen del Roblo, según figuraba en otra placa a su lado. Como es tradición, el 15 de agosto suben desde Las Salas en romería hasta la cumbre de este pico. Claro, no solo el que quiere, si no el que puede, por que de sencillo no tiene un pelo.
Alrededor del hito nos acomodamos para comer disfrutando de todo este bello espectáculo paisajístico. Miguel optó por comenzar a bajar hacia donde había quedado José y poco después les vimos a los dos ladera abajo. También Carlos comenzó el descenso, pero lo hizo por otro lugar diferente al de subida, aunque por la misma vertiente. Algunos, como Cristina, Pablo o Sheila, se tumbaron al sol como lagartijas. Yo saqué varias fotos del paisaje y del grupo. Igualmente dejamos nuestra tarjeta de cumbres recogiendo otra del club “Fariñentu”, de Pola de Lena.
Alrededor de las 16:30 horas emprendimos el descenso el resto del grupo. Por variar, seguimos a Carlos a pesar de que nos había dicho a través del walkie que había algunos tramos algo complicados. La pendiente era exagerada y en muchos lugares había que echar el culo a la roca para bajar. Además estaba el peligro de las piedras sueltas que rodaban hacia los que iban delante. Un buen rato nos llevó pasar el tramo más empinado hasta llegar a otro de menor pendiente. El sol seguía calentando ahora como pleno mediodía.
De esa forma llegamos por fin al lugar donde esperaban Carlos, Miguel y José, que estaban cerca de otro pequeño refugio en una vega a media altura. Allí nos sentamos un rato a la sombra de un árbol dando un poco de descanso a las piernas que traíamos “machacadas” del fuerte descenso tras la larga subida.
De nuevo en marcha nos metimos en el valle por el que la vez anterior habíamos ascendido. Siguiendo algunas sendas o ladera abajo, llegamos a una fuente con pilón donde el agua nos supo como el mejor de los manjares, ya que se nos había terminado a todos la que llevábamos. A partir de allí entramos en un camino bien marcado que nos llevó hasta el cruce con el que subía desde Las Salas hacia Salamón. Cómodamente fuimos descendiendo disfrutando a la vez del bello y verdoso paisaje de los prados y laderas.
Poco después de las 18:30 horas entramos en Las Salas por aquel camino que era el mismo por el que habíamos intentado subir con los coches por la mañana. Como apunte curioso, en una fachada de una casa vimos la base de plástico de una mesa de terraza llena de agujeros, y con una inscripción haciendo referencia a la fuerte granizada que los había producido hacía algunos años.
Tras atravesar el pueblo llegamos por fin a la plaza de la iglesia donde estaban los coches aparcados. Aquí nos cambiamos y estuvimos un rato descansando tranquilamente antes de ponernos en marcha. Sin novedad alguna hicimos el viaje de regreso hasta entrar en León. En Guzmán paramos todos y nos despedimos cada uno para su lugar de origen. Carlos y yo vinimos con Miguel para Armunia donde nos dejó éste antes de continuar hacia Valdevimbre.
Con ello terminamos otra actividad más de nuestro club de montaña. Esta vez con la satisfacción de haber alcanzado un objetivo que anteriormente se nos había resistido





















lunes, 15 de abril de 2002

RUTA DEL ALBA (Soto de Agues - Asturias) 14-04-02


1ª TRAVESÍA “RUTA DEL ALBA”. (Asturias).

14-04-02       (Domingo)

De nuevo hemos salido otra jornada mas para realizar una bella travesía por la zona asturiana de Laviana. Exactamente se trataba de la Ruta del Alba, una marcha a través del curso del río Alba, afluente del Nalón, que nace en las vertientes del pico Retiñón, cercano a Felechosa.
Tras unas previsiones no muy alentadoras respecto a la climatología, al final, salvo cuatro pintas contadas, nos dejó disfrutar sin problemas de esta travesía que seguidamente relato.
Sobre las 7:30 horas llegó Miguel hasta mi casa donde ya estábamos Juli y yo preparados. En principio no iba a llevar Miguel su coche, pero decidió hacerlo por su cuenta ya que luego quería acercarse hasta Oviedo para ver un partido de fútbol si le daba tiempo. Juli y yo salimos en la furgoneta mientras él iba en el suyo. Tras recoger a Omar nos acercamos hasta el comienzo de la carretera de Asturias para ver si estaba José f. esperando por Pablo, el cual ya había avisado a Omar que no iría. Allí ya no estaba y por teléfono nos dijo que ya estaba enterado y había recogido ya a Jorge y Sonia. En la gasolinera del alto de la Copona nos unimos a ellos y con los tres coches emprendimos el viaje hacia el puerto de Pajares.
Pensábamos que íbamos a encontrarnos con algo de nieve en el puerto, pero solo vimos algunos pequeños corros en la calzada y sin espesor alguno. Sí que había niebla espesa en la cima y durante algunos kilómetros después. Con precaución bajamos este puerto y llegamos a Campomanes donde entramos en la autopista por la que circulamos hasta llegar a Mieres donde la abandonamos. Aquí cogimos otra carretera hacia Langreo y luego hacia Pola de Laviana. Pasado este y con dirección al puerto de Tarna, se encuentra Rioseco de Sobrescorbio donde ya tomamos el desvío hacia Soto de Agües, al cual llegamos sobre las 10: 15 horas. Habíamos recorrido 148 Km.
En un aparcamiento dejamos los coches y 15 minutos más tarde emprendimos la marcha. Jorge y Sonia eran los guías, ya que eran los dos que la habían hecho y propuesto al club. Tras atravesar el pueblo salimos por una pista que parte cerca de un lavadero de ropa. El valle era muy abierto y el río bajaba hacia el pueblo por nuestra izquierda bastante alejado. En el cielo se alternaban los claros y los nubarrones que tapaban las cimas en forma de niebla.
A unos 500 metros de Soto encontramos la piscifactoría Alba, que aprovecha el agua del río para la cría de la trucha. Allí cerca había un cartel con la descripción de la ruta. Según éste, tenía 7,1 kilómetros y un desnivel de 300 metros. Soto de Agües se encontraba a 500 m y la Cruz de los Ríos, donde terminaba, 800 m.
El valle se iba cerrando poco a poco entre las laderas pobladas de hayas y otras numerosas especies de árboles. En los prados vimos algunas vacas y bonitos terneros. Igualmente distinguimos numerosas cabras que nos observaban desde las rocas escarpadas. Al lado del camino quedan los restos de un antiguo cargadero de mineral, que por el color rojizo, bien podría tratarse de hierro. En el río vimos algunos pescadores con caña en mano intentando atrapar alguna pieza.
Numerosas cabañas, algunas de ellas muy recientes, se emplazaban en medio de las verdes praderas. Hasta la última de ellas llegaba esta pista que se convirtió luego en senda más estrecha y pedregosa. Estábamos entrando ahora en lo más bello de la ruta, el desfiladero. El río se abría paso entre las paredes de roca formando numerosas cascadas en su curso. Igualmente se veían algunos saltos de agua desplomarse por las paredes o laderas de dicho cañón.
Miguel iba fotografiando todo lo que se le ponía delante, flores, animales, paisaje, en fin, de todo. Lo cierto era que merecía la pena plasmar todos aquellos detalles indescriptibles por su encanto. Como curiosidad, en las raíces de un árbol que se sostenía sobre la roca misma, había colocado un portal de Belén con el nacimiento dentro.
La lluvia había comenzado a caer suavemente en forma de “calabobos”.
La roca había sido excavada en numerosos lugares para abrir paso en el desfiladero e igualmente cimentado el suelo de la senda para poder pasar. En el medio de este cañón había un puente por el que tuvimos que pasar al lado izquierdo del río. Allí mismo pudimos disfrutar de otro bello espectáculo del agua. Una gran cascada caía de las paredes sobre el cauce del río donde se formaba a su vez otro gran salto. Allí paramos un rato para disfrutar de todo ello y sacar numerosas fotos. Tras este puente han hecho varios escalones para evitar la resbaladiza roca.
Por esta margen del río se continua la marcha en la que se acentúa un poco más la pendiente. El río con sus numerosos saltos iba amenizándonos la vista hasta que llegamos al final del desfiladero. Aquí atravesamos por otro puente a la margen contraria del cauce y poco más adelante se encuentra la Cruz de los Ríos donde se unen las aguas que bajan del pico La Forcada y las del Retriñón. A través de otro puente sobre este último cauce y una pequeña subida llegamos a la cabaña de la Vega del Llaimo, donde la ruta en sí se termina. Eran entonces las 12:45 horas.
Allí se encuentra un refugio, cerrado en ese momento, con numerosos bancos y mesas de madera a su lado. El valle se divide hacia derecha e izquierda siguiendo la dirección de los dos arroyos anteriores. Como era aún pronto, decidimos seguir un poco más arriba como lo habían hecho Jorge y Sonia la vez que habían ido. El cielo se había cubierto cada vez más y amenazaba más lluvia.
Nos dirigimos hacia la izquierda y nos encontramos con el cauce del río sin ningún puente para cruzarlo. Cambiamos entonces de rumbo y seguimos una senda por una ladera hasta meternos en el bonito hayedo del Monte Llaimo. Fue entonces cuando volvieron a caer otras cuatro pintas. Los árboles se encontraban aún sin hojas pero en pleno brote primaveral. Vimos algunos caídos y sobre uno de los derechos se mantenía una gran rama partida casi en equilibrio. También formaban un curioso paisaje las numerosas piedras cubiertas completamente por musgo de un verde intenso.
Tras media hora escasa de ascensión por aquel bosque decidimos dar la vuelta hacia la caseta para comer allí. Al llegar vimos que otro pequeño grupo, al que habíamos visto en el pueblo, ya se había acomodado en una de las mesas. Nosotros nos sentamos en otra cercana y nos pusimos a reponer fuerzas aprovechando la ausencia de lluvia en esos momentos. Por cualquier sitio estábamos rodeados de altas cumbres aún con restos de nieve de las nevadas caídas en los últimos días.
Estando en ello comenzó a llegar más personal de la parte de arriba y se fue aposentando en las mesas que quedaban libres. Luego supimos que venían de Cabañaquinta haciendo una ruta hasta Soto, donde les esperaba el autocar.
A las 14:15 horas emprendimos nosotros el regreso hacia este pueblo. De nuevo nos metimos en el cañón atravesando el primero de los túneles sobre uno de los arroyos para franquear enseguida el segundo ya sobre el río Alba. Sin duda habíamos ido en la mejor época para disfrutar del espectáculo del agua. Hubiese sido inmejorable haber tenido la presencia de un sol claro que diese luz a toda aquella grandeza.
Al llegar a las dos grandes cascadas nos detuvimos de nuevo y sacamos alguna foto de todo el grupo con las mismas detrás. En algunos lugares de la ruta habían colocado una barandilla de madera para protegerse del desnivel hacia el río, pero había tramos en los que ésta no existía. La senda tan pronto iba casi al nivel del río como muy por encima al caer éste en los numerosos saltos del cauce. En este cañón estaba también el mayor desnivel de toda la ruta, bajando ahora casi 200 metros de los 300 totales en los dos kilómetros aproximados que tiene el desfiladero.
No tardamos en ver por detrás de nosotros a parte del grupo que había llegado a la cabaña anteriormente. Con dos señoras entablamos conversación ya que conocían algunas zonas de la montaña leonesa. Así entramos sin darnos cuenta en la pista ancha y vimos las primeras cabañas en los verdes prados. Otra vez pasamos cerca de las vacas con las crías y del cargadero de mineral.
El regreso se me iba haciendo ya más largo de lo que pensaba y bromeábamos diciendo que nos iban alejando el pueblo según nos acercábamos nosotros. El cielo iba despejándose cada vez más y el sol se reflejaba en las laderas y los picos altos.
Desde la piscifactoría divisamos el ya cercano pueblo. En el agua de ésta vimos un gran número de truchas formando bancos.
A las 15:45 horas entramos en Soto de Agües. De nuevo tuvimos que atravesar el pueblo para llegar al aparcamiento donde teníamos los coches. Al lado estaba el polideportivo donde jugaban algunos jóvenes. Nos cambiamos el calzado y nos acercamos hasta una bar del centro del pueblo donde tomamos una sidra, refresco o café.
Sobre las 17:00 horas nos pusimos en marcha hacia León. Miguel, como había dicho, iba hasta Oviedo e iba el solo en el coche. Hicimos la misma ruta de la ida y salimos a la autopista en Mieres. Por ella circulamos hasta Campomanes donde la dejamos para subir el puerto Pajares. En este encontramos algunos camiones que nos costó trabajo dejar detrás. Ahora no encontramos niebla y la carretera estaba algo más seca. Sin problemas alcanzamos la cima y comenzamos el suave descenso hacia la parte leonesa. Como habíamos acordado, paramos en un bar situado poco antes de Villamanín a tomar otro vaso.
Unos minutos después nos pusimos de nuevo en marcha y sobre las 19:30 horas llegamos a León. Frente a su casa dejamos a Omar y poco más tarde llegamos Juli y yo a Armunia.
Así terminamos esta primera actividad de un mes de abril un tanto revuelto respecto a la climatología. En esta ocasión no nos fue mal del todo y pudimos realizar la ruta prevista. Al igual que la anterior, con escasa participación de los socios del club.