lunes, 25 de marzo de 2002

LOS PUENTES Y LOS TÚNELES DE LA FREGENEDA (SALAMANCA) 23/24-03-02




1ª TRAVESÍA “RUTA DE LOS PUENTES Y LOS TÚNELES”. (Salamanca).

23/24-03-02

Primera salida de dos días hecha por el club este año. La zona escogida fueron Los Arribes del Duero, y más concretamente la zona salmantina de La Fregeneda. El número de participantes fue más reducido de lo previsto, quedando en tan solo 4 componentes. Aún así nos decidimos a realizarla y el resultado fue como sigue:

Sábado 23
Sobre las 15:30 horas llegó pasó Miguel a recogerme por casa pasando a continuación a por Roberto en León. El último de los participantes era Toño, que ya estaba en Salamanca donde trabaja. Sobre las 16:15 horas emprendimos el viaje por la carretera de Zamora. El tiempo no podía presentarse mejor, con un cielo despejado y calor veraniego.
Sin novedades realizamos el viaje por la nacional hasta Benavente donde nos desviamos hacia Zamora, la cual pasamos por el centro prácticamente. Poco antes de llegar a Salamanca llamamos a Toño para que saliese a recibirnos a la entrada de la ciudad. Alrededor de las 18:30 horas paramos nada más pasar el campo de fútbol de esta ciudad y allí llegó Toño poco después.
En principio habíamos pensado pasar la noche en un camping cercano a la ciudad, pero como sólo íbamos tres, Toño nos ofreció pasar la noche en el piso que comparte con otros compañeros. Hacia él nos dirigimos y subimos los sacos de dormir y poco más. Luego salimos caminando para dar una vuelta por una ciudad que encontramos repleta de personal debido en gran parte a ser ésta la sede de la Cultura Europea 2002. Por varias calles llegamos a la bonita Plaza Mayor donde había si cabe mas gente que por las calles. Luego nos acercamos hasta la Catedral y la visitamos por dentro.
Ya anochecido estuvimos por una zona de bares tomando unos vasos y decidimos cenar en un burguer desde el que ya regresamos al piso de Toño donde estaba un compañero de este y allí estuvimos un buen rato de charla y viendo la tele. Después preparamos los sacos de dormir en el salón y nos acostamos sobre la 1:00 h.

Domingo 24
A las 8:30 horas sonó el despertador y nos levantamos. Allí mismo desayunamos y preparamos las mochilas para la ruta. En el coche de Miguel nos acomodamos los cuatro y salimos con dirección a La Fregeneda, pueblo casi en el límite con Portugal. Tras pasar por Vitigudino, Lumbrales y haber recorrido unos 110 kilómetros, llegamos a este pueblo. A la entrada vimos un cartel informativo y paramos a estudiarlo. Luego preguntamos en el pueblo por la antigua estación de La Fregeneda, de la cual partía la ruta. En el medio del pueblo coincidieron tres rebaños de ovejas que tuvieron que controlar para evitar que se juntasen unas con otras.
Retrocedimos por la carretera unos dos kilómetros y nos metimos por un camino descendente hasta llegar a dicha estación en ruinas. Allí vimos otros dos coches aparcados y a un grupo que se disponía a hacer la marcha como nosotros. Tras consultar el resumen de la ruta vimos que había que dirigirse hacia el sur, no al norte como nosotros habíamos supuesto dado la situación del río Duero desde allí.
A las 11:30 horas emprendimos la marcha por el medio de la vía ya en desuso desde hace 17 años. A unos 300 metros nos encontramos el primer túnel y el más largo, cerca de kilómetro y medio. Éste es de trazado recto y al fondo siempre veíamos la claridad. Mientras Toño y Miguel iban por delante, Roberto se rezagaba por detrás de mí. Con las linternas íbamos sorteando las traviesas, piedras, y demás obstáculos de la vía. Veinte minutos tardamos en pasar este oscuro túnel hasta salir de nuevo a la luz del sol. A nuestra izquierda teníamos ahora el bonito valle del arroyo Morgaez.
La vía trascurre por la ladera derecha de este valle en cuyo fondo se distingue el cauce de dicho arroyo. En algunos lugares tuvieron que hacer asiento con piedras para salvar los desniveles del terreno y en esos sitios había bastantes cortados hacia abajo. Poco antes de entrar en el segundo túnel, de muy pocos metros de largura, dejamos detrás al grupo que había salido antes y que estaba parado en ese momento. La tercera galería fue algo mas larga y curva, por lo que durante un rato no veíamos absolutamente nada sin las linternas. Fue en ésta donde vimos numerosos murciélagos en el techo abovedado. Igualmente había gran cantidad de mosquitos que eran atraídos por la luz de las linternas. A la salida estaban los restos óseos de una oveja en el medio de la vía.
De frente teníamos ahora otro bello paisaje, el cañón del río Águeda, en el cual desemboca el arroyo Morgaez. Tras unos metros llegamos al primer puente de la ruta con un recorrido de unos 100 metros. Al comienzo del mismo estaban tres jóvenes que intentaban bajar por una escalerilla hasta la parte baja del puente por donde transcurría una pasarela estrecha. Este puente lo pasamos bien por el centro ya que las traviesas de la vía estaban juntas unas a otras. Nos comentaron ellos que más adelante había otro con las traviesas quemadas y había que pasar por una estrecha pasarela lateral.
Disfrutando de las bellas vistas del valle del Águeda fuimos avanzando a través de otros puentes y túneles de este antiguo trazado ferroviario. En el sexto túnel encontramos una boca lateral por la que se podía salir y ver otras panorámicas del cañón. Por la ladera opuesta se desplomaban numerosas cascadas de larga caída hacia el cauce del río.
Tras salir del mismo y recorrer unos pocos metros, entramos en el séptimo túnel. A su salida nos encontramos con el puente quemado que nos habían comentado los jóvenes anteriores. Tenía una buena longitud, unos 200 metros, e iba en curva. Las traviesas estaban carbonizadas y solo se podía pasar por cualquiera de las dos pasarelas laterales de hierro. Estas eran vigas de unos 40 cm de ancho y como barandilla había unos estrechos tubos que daban poca seguridad a pesar de parecer bien soldados. Escogimos la orilla derecha que no daba hacia el valle para evitar aún más el vértigo de caída que había dado el fuerte desnivel que atravesaba el puente.
Toño comenzó a pasar el primero seguido de Miguel y yo en tercer lugar antes de Roberto. Con una mano iba agarrado a la barandilla y con la otra grabando esta hazaña. La vista la llevaba al frente para evitar mirar al precipicio que teníamos debajo. Daba unos pasos, paraba, avanzaba la mano y daba más pasos. Al ser curvo, constaba de tres partes separadas unas de otras por tan solo unos centímetros, suficientes para extremar el cuidado en estos empalmes.
Un rato me llevó atravesar este puente tras el cual se encontraba el octavo y último túnel que nosotros íbamos a pasar. A su salida se abre el valle y pueden verse los efectos destructivos del fuego que hace años arrasó esta zona cubierta de enebros. Al lado de la vía se puede ver un gran chopo carbonizado al lado del cual nos acomodamos para comer. Eran las 14:00 horas aproximadamente.
Allí teníamos que abandonar la vía para dirigirnos de regreso hacia la estación. Habíamos hecho una especie de herradura y ahora teníamos que atajar para llegar a ésta. La ruta completa continúa hasta llegar a la confluencia del Águeda con el Duero ya en la frontera portuguesa.
Hacia la derecha subía una vaguada por la que teníamos que ascender para coger el camino de La Fregeneda. En la parte alta se veía una gran torre de elevación de agua y Roberto decidió subir hasta ella quedando luego en encontrarnos en aquel alto. Nosotros aprovechamos la sombra del grueso tronco para comer tranquilamente. El sol calentaba lo suyo a pesar de la calima alta que cubría el cielo. Por la vía pasaron los jóvenes que habíamos dejado en el puente y les pedí que me dejasen ver los papeles que llevaban de la ruta para hacerme una idea del trayecto que íbamos haciendo ya que nosotros no teníamos el mapa. Como tenían más copias, nos dieron una a nosotros.
Sobre las 15:00 horas emprendimos la marcha de nuevo. Al lado de la vía se ve una especie de barrera de paso a nivel y un camino ya imperceptible que sube valle arriba. A través de aquella vaguada fuimos ganando altura sorteando a veces algunos alambres colocados, seguramente, para evitar que el ganado baje hasta el fondo del valle. Trabajo me costó subir a mí después de haber comido.
En media hora llegamos a la parte alta de la hondonada. Como creíamos que Roberto estaba en la torre, nos dirigimos hacia ella. Andábamos un poco despistados ya que no sabíamos exactamente la situación del pueblo y hacia donde teníamos que coger el camino que había. Al llegar a la torre, de varios metros de altura, vimos que Roberto no estaba por allí, como habíamos quedado. No tardó en sonar mi móvil y resultó ser él, que ya estaba en el pueblo. Esto me mosqueó ya que no era lo que habíamos quedado y así se lo dije, sin caso alguno por su parte. Nos indicó la dirección a seguir y lo que nos quedaba hasta llegar a La Fregeneda.
Desde la esbelta torre tuvimos que volver a descender un trecho para comenzar a subir de nuevo por la pista ya bien marcada. El campo lo encontramos bastante florido y verdoso y vimos varias huertas y prados al lado del camino. En uno de ellos pastaba un rebaño de ovejas con varios perros guardándolas. En otro había un “600” ya bastante corroído por el paso del tiempo. Yo ya iba bastante cansado y la pendiente aquella también me costó un esfuerzo adicional. Ya en la parte alta vimos la torre de la iglesia del pueblo no muy lejos de nosotros.
Sobre las 17:00 horas llegamos a éste. Antes de entrar nos encontramos con un lugareño con el que estuvimos conversando y al cual preguntamos por el camino hacia la estación. Nos informó de donde salía y hacia allí nos dirigimos. No tardamos en ver a Roberto sentado a la sombra de una caseta y aún comiendo. Al pasar solo le dije que se pusiese en marcha, que no iba a esperar por él.
Atravesamos la carretera y nos metimos en un camino que bajaba hacia el valle donde se sitúa la estación a unos dos kilómetros. No era el mismo por el que habíamos bajado con el coche por la mañana, aquel salía dos kilómetros antes del pueblo y este justo de la entrada del mismo. Tras recorrer un buen trecho nos encontramos la fuente que antes nos había indicado el hombre aquel.
Aquí paramos un rato y nos alcanzó Roberto. Venía mosqueado ya que decía que había tenido que esperar un buen rato por nosotros y que ahora encima le metíamos prisa. Esto fue el colmo de la provocación. O sea, tras haberse separado él del grupo y no haber esperado donde se le dijo, encima teníamos la culpa nosotros. Los ánimos se calentaron y se encendieron los humos teniendo una fuerte discusión al lado de la fuente aquella y durante el resto del trayecto siguieron las disputas.
El camino aquel desembocó en el que habíamos usado con el coche y que pasaba al lado de una antigua caseta de electricidad. Tras unos 300 metros por dicha pista, llegamos a la estación donde había quedado el coche. Eran las 17:30 horas.
Aquí nos cambiamos el calzado y sin más emprendimos el regreso hacia Salamanca Por el camino salimos a la carretera y por la misma llegamos a la ciudad del Tormes. Del piso de Toño, donde ya quedó él, bajamos lo que habíamos dejado allí por la mañana: saco de dormir, ropa de repuesto, etc., y en un bar cercano tomamos unos vasos antes de emprender el viaje hacia León sobre las 20:00 horas. En el trayecto nos encontramos con bastante tráfico, pero fluido. Eran las 22:00 horas cuando me dejaron a mí en Armunia tras haber recorrido un total aproximado de 640 kilómetros.
Y de esa forma dimos por finalizada otra salida más del club de montaña. Esta vez la participación fue más bien escasa, pero, salvo algunas puntualidades, resultó bien el tema.





















lunes, 11 de marzo de 2002

CATOUTE (Salentinos) 10-03-02

 


1ª ASCENSIÓN AL "CATOUTE".

10-03-02          (Domingo)

Otra jornada mas hemos salido a disfrutar de los bellos parajes de nuestra montaña leonesa. Esta vez tocaba a la comarca del Bierzo alto ya rayando con la zona de Villablino. Concretamente nos fuimos hasta Salentinos, desde donde ascendimos al pico Catoute. Dicha cumbre ya la habíamos coronado parte del grupo en otra ocasión anterior y desde un punto diferente, Montes de la Ermita, situado en un valle contrario al de Salentinos. Parte del grupo conseguimos alcanzar la cumbre, mientras que hubo quien no se decidió a seguir desde un punto más bajo. Por su parte, Carlos Gil ascendió a la Peña Rebeza, situada en el mismo cordal que el Catoute. Seguidamente doy cuenta de lo ocurrido durante la marcha.
Sobre las 7:40 horas pasó Toño con Miguel a recogerme a mí y después a Carlos Gil en casa de la madre de Marta. Tras parar a por pan nos dirigimos hacia Guzmán de donde salía el microbús que de nuevo habíamos cogido para esta actividad. La salida estaba programada para las 8:00 horas, pero el autocar llegó un cuarto de hora después y tras algunas llamadas de teléfono hechas. Allí subimos los 20 participantes que esta vez nos habíamos decidido, dos de ellos ajenos al club. Los mismos éramos: Pepe, Gonzalo, Miguel, José F., Loli, Antelmo, Jorge, Sonia, Sheila, Angel, Marisa, Antonio, Omar, Pablo, Cristina, Toño, Roberto, Carlos G., José Ramón y yo.
Ya cerca de las 8:30 horas salimos de León por la nacional con dirección a Astorga. Aquí cogimos la autovía por la que circulamos hasta Bembibre donde nos desviamos hacia Toreno por otra carretera secundaria. En este pueblo hicimos una parada de 20 minutos para tomar un café en una cafetería que encontramos abierta.
Desde allí continuamos por la carretera que se dirige hacia Villablino y que están convirtiendo en autovía también. En el cruce de Páramo del Sil nos desviamos hacia éste donde comprobamos que un autocar más grande del que llevábamos no hubiese pasado por el pueblo. Pocos kilómetros después y enclavado dentro de un bonito valle, se encuentra Salentinos. Allí llegamos poco antes de las 11:00 horas. Tras prepararnos para la marcha, comenzamos la misma 10 minutos más tarde. Las nubes se alternaban con los claros en el cielo, aunque no temíamos mal tiempo de momento.
Atravesamos este largo y bello pueblo donde vimos numerosas casas típicas de montaña con sus corredores de madera envejecida por el tiempo. Pocos metros después de salir de él cruzamos un puente sobre el río Salentinos o de la Tijera dejando éste a nuestra izquierda. El camino era ancho y durante un buen trecho, ascendente. Luego vimos una bifurcación a la derecha, pero era más estrecha y decidimos seguir por la pista ancha aunque empezaba a descender. Comprobamos a la vuelta que hubiese sido mejor ir por el sendero aquel.
Este camino, al lado del cual se veían los restos de una antigua acequia de riego, nos bajó bastante desnivel e incluso llegó un momento en el que la vegetación lo hizo intransitable. Estábamos entonces en un punto en el que, según el mapa, había que bordear una loma mientras se iba subiendo por la ladera. Una opción que propuse fue cogerlo directamente para llegar a otra collada por la que luego había que pasar. Algunos comenzaron a subir por el prado arriba y fue entonces cuando se encontraron con el camino que teníamos que haber cogido en la bifurcación que antes he reseñado.
Optamos entonces por seguir el camino aquel hasta llegar de nuevo al nivel del río pasando por piedras al lado contrario. A mi no me convencía el rumbo que tomábamos ya que nos desviábamos de la ruta que marcaba el mapa, pero Antelmo, que ya había subido por aquella parte, dijo que se podía bien.
De nuevo el grupo se dividió yendo cada cual a diferente distancia. Yo seguía mosqueado porque me parecía que estábamos dando un rodeo tremendo, incluso estuve por volver a atravesar el río y cogerlo ladera arriba, lo cual no hice por la abundante vegetación que se veía en aquella parte. Además, como ya iban por delante los otros, no era cuestión de dividir más el grupo.
En unos prados encontramos unas cabañas y allí decidió quedar Toño, el cual no iba ya con intención de subir debido a una operación reciente de la rodilla derecha. El resto continuamos hacia el final del valle ya cercano. De frente teníamos una vaguada que llegaba hasta la collada entre el Catoute y Peña Rebeza y por la cual cabía la posibilidad de subir.
Poco antes de llegar al comienzo de esta subida tuvimos a la vista la cumbre del Catoute, vista que no nos gustó nada. Por aquella parte era escarpado del todo e incluso parecía imposible crestearlo desde la collada aquella. Al ver esto hubo algunos mosqueos por el rodeo dado y por lo que quedaba aún. Encima seguíamos separados unos de otros, por no variar.
Decidimos entonces continuar, en vez de subiendo la vaguada aquella, dirigirnos hacia otra collada más lejana pero más suave. Algunos de los que iban por delante comenzaban a dar la vuelta ya que la nieve comenzaba a abundar en la vaguada. Por su parte, Carlos Gil y Pepe se habían desviado hacia la otra vaguada que subía hacia la collada entre los dos picos. El resto continuamos entre las escobas medio cubiertas de nieve y al lado del arroyo. Esta vaguada hacia ángulo recto con el valle que traíamos desde el pueblo estando situada hacia la derecha del mismo.
Los que llevaban crampones se los colocaron y fueron abriendo camino al resto. Por delante veíamos a otras dos personas subiendo por un tramo bastante empinado en una canal. Cristina y José Ramón también lo cogieron muy directamente porque llevaban los crampones puestos. El resto continuamos más adelante, pero no lo suficiente. En vez de seguir hasta la collada, cometimos el error de atacarlo por otra de las canales, lo que nos retrasó mucho la llegada a la cumbre ya cercana.
La pendiente se hizo exagerada y la nieve helada nos lo hicieron pasar realmente mal a algunos. Pablo y Omar iban por una canal donde las piedras caían unas tras otras poniendo en peligro al que iba detrás. Yo me metí por otra donde quedé bloqueado por completo estando a punto de tener que pedir que me tiraran una cuerda por que veía que podía resbalar e irme ladera abajo botando. Con los nervios completamente en tensión conseguí salir de aquel apuro y alcanzar el sendero que venía cómodamente desde la collada a la que teníamos que haber llegado.
En la cima ya se veía al resto y solo quedábamos por detrás Omar, Pablo, Antonio y yo. En cinco minutos alcanzamos ésta cuando eran las 15:40 horas. A mí me dolía todo por el esfuerzo y la tensión acumulada en este último trecho; la pierna izquierda casi no me respondía cuando llegué arriba. Once éramos los que habíamos alcanzado esta cumbre: Cristina, Sheila, Ángel, José Ramón, Antonio, Gonzalo, Loli, Miguel, Omar, Pablo y yo.
Desde aquella altitud de 2117 metros teníamos una vista amplia y bonita de algunas cumbres cercanas como Peña Rebeza, donde luego supimos que había llegado Carlos Gil, o El Tambarón, al otro lado del Campo de Santiago, valle que no divisamos desde allí por culpa de una ladera que lo tapaba. Hacia la parte contraria se distinguía la central térmica de Compostilla a lo lejos y Salentinos en el fondo del valle. Igualmente contemplábamos todo el cordal por el que habíamos subido la vez anterior cuando acampamos en Montes de la Ermita, pueblo deshabitado que tampoco veíamos desde allí. Este cordal es el mismo donde se sitúa la collada a la que teníamos que haber llegado ahora y por el que habíamos subido los últimos metros.
En la cumbre nos acomodamos para comer sentados en las rocas. Allí había no uno, si no tres buzones. En uno de ellos dejamos nuestra tarjeta y recogimos otra de un grupo asturiano. Aprovechando la presencia de tres jóvenes en la cumbre, les pedimos que nos sacasen unas fotos a todos juntos en torno al punto geodésico.
El cielo se cubría cada vez más de negros nubarrones, pero no parecían amenazar lluvia. Como nos habíamos retrasado demasiado en el ascenso, no tardamos en emprender la bajada. A las 16:20 horas nos encaminamos hacia el Alto del Calengan, que así se llama la collada a la que teníamos que haber llegado antes. En un principio pensamos hacer la ruta que teníamos que haber seguido a la ida, pero al final optamos por volver siguiendo la misma vaguada
Tras comprobar que la nieve no estaba demasiado helada para los que no llevábamos crampones comenzamos este descenso. Yo, viendo lo bien que estaba para hacer "culo-ski", me lancé ladera abajo sin plástico ni nada, y eso que lo llevaba. En poco tiempo bajamos unos cuantos metros y nos metimos entre los matojos antes de llegar al final de esta vaguada y comienzo del valle. Aquí atravesamos el arroyo para coger enseguida el sendero que baja hacia el pueblo. También ahora iban algunos por delante y otros más atrás, aunque nos esperaban de vez en cuando. La senda la atravesaban numerosos regatos que pasamos sin dificultad alguna y en algunos incluso bebimos agua.
Pronto dejamos de ver la cumbre del Catoute y dejamos atrás las dos cabañas. Unos metros después pasamos el río por el mismo lugar de la subida y continuamos por el sendero cada vez más marcado hasta llegar al punto donde por la mañana lo habíamos cogido tras perder el otro que iba por el fondo del valle. Esta vez continuamos por éste que transcurría a media ladera bajando el río por nuestra derecha.
Esta senda se fue manteniendo en altura, por lo que, como el valle iba bajando, cada vez teníamos más desnivel hasta el fondo. A la izquierda de la misma vimos como caía una bonita cascada en la que Antonio y yo paramos a sacar unas fotos. Unos metros mas adelante llegamos a la confluencia con el camino por el que habíamos ido por la mañana y que nos había bajado mucho hacia el río. Entramos en él, pero esta vez con dirección al pueblo, el cual ya veíamos cercano.
Tras unos metros de bajada cruzamos de nuevo el río para entrar en Salentinos poco antes de las 19:00 horas. Atravesamos este bonito pueblo llegamos a la salida, o entrada según se mire, del mismo donde estaba el autocar y todo el resto del grupo. Allí nos cambiamos y en un bar tomamos un café antes de emprender sin más el regreso a León a las 19:30 horas.
Por aquel mismo valle llegamos a Páramo del Sil saliendo algo después a la comarcal hacia Toreno. En éste nos desviamos para dirigirnos hacia Bembibre por otra carretera secundaria hasta coger la autovía por la cual llegamos a Astorga. Aquí se pasó el desvío y llegamos al de Pradorrey donde tuvo que retroceder unos kilómetros para salir a la nacional ya hacia León. Pasadas las 21:30 horas entramos en la ciudad y ya en Guzmán terminamos este viaje de regreso.
Y con ello finalizamos otra salida más del club "Cumbres de León". Como se comprueba, cada vez con más afluencia de participantes, tanto, que nos hemos decidido a alquilar microbuses. Esperamos que continúe así la marcha y podamos seguir haciendo lo mismo en muchas más de las actividades programadas, incluso con algún autocar mayor.