lunes, 17 de junio de 2002

“RUTA DEL WÓLFRAM” Y “PEÑA DEL SEO”. 16-06-02

 


1ª TRAVESÍA “RUTA DEL WÓLFRAM”. 1ª ASCENSIÓN A LA “PEÑA DEL SEO”.

16-06-02     (Domingo)

En esta ocasión hemos salido para realizar una ruta situada en una zona del Bierzo conocida como Seo. Concretamente se trataba de una de las tres alternativas de la Ruta del Wólfram, llamada así por estar situada en una zona donde se ubicaban minas de wolframio, las cuales son el objetivo a visitar de la ruta. De las tres posibilidades de aproximación a las mismas, elegimos Cadafresnas para comenzar la ruta. El transcurso de la jornada, que se completó con la ascensión a la Peña del Seo, fue como sigue.
Sobre las 8:10 horas llegaron Toño y Miguel en el coche de éste a recogernos a Carlos Gil y a mí en Armunia. Tras ello nos dirigimos hacia Guzmán donde nos habíamos quedado de reunir con el resto. Allí estaban ya Antelmo y Antonio y fueron llegando Jorge, Sonia y Carmen en el coche de José F. y Pablo y Omar, este último con algo de retraso. Ya eran cerca de las nueve cuando emprendimos el viaje en los tres vehículos por la nacional con dirección a Astorga donde entramos en la autovía.
Por ella avanzamos unos cuantos kilómetros hasta coger la salida a Villafranca del Bierzo donde estuvimos parados unos minutos en una cafetería. De nuevo en marcha con dirección a Corullón comenzamos a ver infinidad de cerezos y guindales cargados de rojos frutos que ya se dedicaban a recolectar sus dueños a esa temprana hora. Pasado este gran pueblo comenzamos a subir un puerto en el cual se encuentra un mirador donde paramos a disfrutar de una bella y amplia vista de todo el valle por el que habíamos venido. Allí sacamos algunas fotos y hubo quien recolectó algunas guindas.
Sin más retrasos continuamos hacia Cadafresnas, para el que quedaban unos pocos kilómetros más. Tras subir aquel puertecillo vimos a lo lejos una peña que destacaba en el paisaje y que luego comprobamos que se trataba de la Peña del Seo, a la que algunos subiríamos más tarde. Hasta llegar a Cadafresnas bajamos unos cuantos metros por la estrecha carretera llena de curvas y más curvas.
Serían las 11:00 horas mas o menos cuando aparcamos en este bonito pueblo de casas típicas de montaña. Aquí nos preparamos para la ruta y para el sol, el cual calentaba ya lo suyo. Unos 15 minutos más tarde emprendimos la marcha por un camino que salía al final del pueblo y que comenzaba a subir poco a poco por la ladera del valle. No tardando nos cruzamos con un bonito burro con el que me saqué una foto.
Como digo, el sol calentaba de forma exagerada y nos daba además de lleno, pillando pocas sombras que nos resguardasen del mismo. Yo me había echado bastante protector solar para evitar las quemaduras. Así como anteriormente habíamos visto numerosos cerezos, en este valle no encontramos ni uno, aunque sí numerosos castaños con el fruto ya madurando.
El camino comenzó a describir numerosas curvas mientras seguíamos ascendiendo más o menos suavemente. Al lado del camino encontramos un pilón sin fuente y con agua estancada y otro más adelante del que sí manaba un chorro. El sol nos daba cada vez por un lado diferente al describir, como digo, muchas curvas cerradas el camino. Al dar la vuelta en una de ellas vimos al fondo los edificios de las instalaciones de las minas y las bocas de estas en la ladera de la Peña del Seo. Aún tuvimos que recorrer otro kilómetro para llegar a la altura de estos edificios en ruinas cuando eran las 13:15 horas aproximadamente.
En los mismos encontramos a un lugareño con el que entablamos una conversación bastante interesante. Nos contó un poco la historia de la mina, en la que él había trabajado, y como habían derruido por venganza aquellos grandes edificios, que estaban en su propiedad, tras el cierre de la misma en 1980 desde 1950 que se había abierto. Igualmente nos enseñó algunos restos de wolframio que conserva y contó como se extraía y limpiaba este mineral que se usaba principalmente en armamento. Allí tiene ahora una huerta y algunas gallinas que andaban alrededor nuestro. Nos dijo que se podía entrar al nivel bajo de la mina, pero que no convenía más arriba por el estado en el que se encuentra ya.
Tras un buen rato con él nos encaminamos hacia las entradas de la misma situadas a casi otro kilómetro por encima de aquel gran edificio, que estaba dividido en dos partes, y que se usaba de residencia y oficinas de los mineros. Para llegar a ellas el camino describía varios zigzag por los que subimos ya bastante cansados por el calor. Antes de llegar a las entradas se desviaba otro camino hacia la collada desde la que se podía subir a la Peña del Seo. Algunos habíamos comentado la posibilidad de subir, pero nadie se animó en ese momento y continuamos hacia la mina. Tras pasar por los restos muy derruidos de lo que había sido el lavadero del metal, llegamos a las bocas de la mina. Eran las 14:00 horas aproximadamente.
Lo que sentimos al ponernos delante de la misma nos hizo desistir por completo de entrar. Desprendía tal corriente de aire helado, que con la sudada que llevábamos, hubiésemos agarrado bien a gusto una pulmonía. Era realmente exagerado el frío que salía por las bocas estas.
Como no decidimos entrar, algunos nos animamos entonces a subir al pico y hacia él nos dirigimos. Tras retroceder unos metros, comenzamos a subir por el medio de un bosque atajando hacia la pista que antes habíamos visto que salía de más abajo. Así llegamos a ella y nos condujo directamente a la collada desde donde tuvimos otra bella vista del valle contrario.
A esa hora, las dos y cuarto, el sol pegaba con toda su furia, lo que nos hizo pensar si subir o no al llegar a esta collada. Aún así nos decidimos a ello y comenzamos a subir ladera arriba serreando la loma. Nos habíamos decidido a subir cinco personas: Miguel, Omar, Pablo, Antonio y yo. Al resto no tardamos en verlos subir por el bosque dirigiéndose hacia la collada donde tenían pensado comer. Nosotros continuamos subiendo, si con mucho esfuerzo, debido al calor sofocante que hacía y que solo, de vez en cuando, se suavizaba con alguna corriente de aire, que también era caliente. Antonio se lo tomaba con calma e iba bastante por detrás de nosotros. A mí me estaba costando bastante y estuve a punto de abandonar la ascensión, pero poco a poco fui avanzando hasta que alcanzamos una de las varias cimas de esta peña. Eran las 15:15 horas más o menos.
En otra de las cumbres, situada unos 400 metros más adelante y a la misma altitud, vimos el punto geodésico y una caseta. Como la vista iba a ser la misma y la altitud también, optamos por quedar en esta otra cumbre y dar por conseguido el objetivo. Estábamos a unos 1600 metros.
Allí nos acomodamos para comer protegidos ahora por una brumas altas que tapaban un poco el sol. Antonio llegó algo más tarde que nosotros y ya pensábamos que había desistido. Como curiosidad apuntaré que llamé a casa para saber como iba la selección de fútbol española que se estaba jugando el pase a cuartos de final en el mundial de Corea-Japón. Iban empatados y se lo jugaban a penaltis. Luego supimos que había ganado.
Desde allí veíamos a lo lejos la ciudad de Ponferrada, algo difuminada por la canícula del calor. Igualmente numerosos picos alejados, como el Teléno, e incluso las Medulas.
A las 16:40 horas emprendimos el descenso siguiendo el mismo sendero de subida. En pocos minutos llegamos a la collada de donde ya había partido el resto. Ahora cogimos la pista que bajaba en vez de meternos por el bosque. Durante un rato nos cubrió la sombra de los árboles, pero luego salimos de nuevo a tostarnos al sol. No tardando llegamos al cruce con la otra pista por la que habíamos subido a las minas cogiendo ahora el sentido contrario.
A nuestra derecha se elevaba imponente la peña de la que bajábamos. Poco después comenzamos a bajar el zigzag hacia los edificios en ruinas. En ellos encontramos a Antelmo que estaba esperando por nosotros y todos juntos continuamos el regreso hacia el pueblo. En algunos lugares del camino han colocado señalización de esta ruta considerada de pequeño recorrido dentro de la categoría de rutas. Desde el pueblo a las minas habrá unos 7 kilómetros.
Al llegar al pilón con la fuente, Antonio se desvistió casi por completo y se metió a remojo en él. Aunque nos quedaba algo de agua, venía caliente y nos supo a gloria la de aquella fuente. De nuevo en marcha pasamos poco después al lado del otro pilón sin chorro de agua, aunque lleno de ella y fango.
Alrededor de las 18:40 horas entramos en Cadafresnas donde ya estaba el resto. Nos cambiamos la ropa sudada y el calzado y entramos en un bar a tomar un vaso y unos pinchos. Una hora después emprendimos el camino Carlos, Toño, Miguel y yo mientras el resto quedaba todavía allí sentados. A la salida del pueblo nos encontramos de nuevo con el burro que se revolcaba graciosamente en la tierra al lado de la carretera.
A tener en cuenta, según comentó Carlos, que allí tienen unas escuelas en las que es posible pasar alguna noche sin problema alguno, según le informaron en el pueblo.
Así fuimos avanzando hasta llegar al mirador cerca del cual paramos. Con unas bolsas nos pusimos a recolectar algunas cerezas, lo que nos costó algo de esfuerzo ya que tuvimos que subirnos a los árboles a coger la que estaban maduras arriba. Por supuesto que cogimos solo unas pocas, sin hacer daño alguno y en un lugar que parecía bastante abandonado.
Estando allí vimos pasar el coche de José, pero no el de Antelmo, que por lo visto también llegó luego antes que nosotros. De nuevo en marcha pasamos por Corullón antes de llegar a Villafranca donde entramos en la autovía por la que circulamos sin novedades hasta salir de ella en Astorga. Los últimos kilómetros los hicimos por la nacional y a las 21:45 horas llegamos a Armunia donde bajé en el piso para sacar la furgoneta.
Y así finalizamos esta completa jornada en la que el calor fue la nota predominante durante todo el transcurso de la ruta.